Los errores que se escuchan

Diariamente, oímos errores que, por desconocimiento, se han afianzado así en el habla y continúan difundiéndose. Siempre indicamos la forma incorrecta con un asterisco que la precede; los asistentes a mis cursos recordarán que las Academias crearon para este fin un signo nuevo, la bolaspa; pero, en los teclados comunes, este nuevo indicador de incorrección no figura y, entonces, seguimos señalando las formas agramaticales con un asterisco. Veamos algunas de ellas:

UTENSILIOS, NO *UTENSILLOS: La búsqueda de este término en el diccionario nos remite a dos valores, muy afines entre sí. El primero es “objeto fabricado que se destina a un uso manual y doméstico”. Así, decimos, por ejemplo, “El cocinero colocó sobre la mesa todos los utensilios que iba a usar para realizar su labor” y “Se olvidó en el bolso los utensilios de afeitar”.

El segundo valor, análogo al primero, es el de “herramienta o instrumento de una actividad profesional”. Lo advertimos en “El jardinero llegó con todos sus utensilios agrícolas” y “Estaban ya totalmente dispuestos los utensilios para la operación”.

¿Cuál es el error ampliamente difundido? Consiste en transformar la consonante L y la vocal I en una LL. Oímos, pues, decir *’utensillos’, en lugar de ‘utensilios’. Una alumna me objeta: “¿Usted está segura de esa forma? En mi casa, todos dicen ‘utensillo’, no como usted nos indica”.

Entonces debo recurrir a la etimología de la palabra: deriva del adjetivo latino “utensilis, utensile” que significaba “útil a nuestras necesidades”. Ese adjetivo se usaba muchas veces en plural, de género neutro, con valor sustantivo; ese plural era “utensilia” y tomaba el significado de “todas las cosas que nos son necesarias”, como provisiones, útiles, muebles, medios de subsistencia.

QUERAMOS, NO *QUERRAMOS: Hoy, la enseñanza de la conjugación verbal está erradicada del aula. Erróneamente, se considera no necesaria y muy aburrida; sin embargo, hay formas que deben aprenderse cuando el educando (etimológicamente, “el que debe ser educado”) está en formación y graba, de modo indeleble y casi sin advertirlo, lo enseñado en clase. De esta manera, el verbo ‘querer’, sumamente irregular, tiene un tiempo en que se aprecia la irregularidad, que es el futuro de indicativo: yo querré, tú/vos querrás, él/ella querrá, nosotros/nosotras querremos, ustedes y ellos/ellas querrán.

Entonces, para señalar lo que nosotros vamos a querer en el futuro, diremos “Nunca querremos volver a ese sitio”. Por otro lado, el presente de subjuntivo, también irregular y motivo del error generalizado, es: yo quiera, tú/vos quieras, él/ella quiera, nosotros/nosotras queramos, ustedes y ellos/ellas quieran. Entonces, diremos para señalar, por ejemplo, un deseo o algo posible: “¡Ojalá queramos siempre a nuestros progenitores!” y “Queramos o no queramos, debemos admitir esos errores”.

Ni en el futuro, que señala una acción aún no cumplida, ni en este presente, que indica una acción deseada, pero tampoco cumplida, aparece *’querramos’. Quienes lo usan –prestemos atención a las propagandas y al discurrir diario de locutores y de otros hablantes– están mezclando la RR (que aparece en el futuro) con la terminación ‘–amos’, del subjuntivo; surge, así, la forma errónea *’querramos’, que debe ser sustituida por la correcta ‘queramos’.

TERCERIZAR, NO *TERCIARIZAR: La funcionaria quería informar a los empleados a su cargo que un determinado servicio había pasado a ser responsabilidad de una empresa particular, esto es, que había quedado en manos de ‘terceros’. Para dar esa información, dijo textualmente: “A partir del próximo lunes, la limpieza del establecimiento queda *terciarizada”.

Debemos aclarar que ni ‘tercerizar’ ni ‘terciarizar’ están incluidos en la última edición del diccionario académico; en cambio, sí figura el verbo ‘tercerizar’ en el Diccionario de americanismos y en el Diccionario integral del español de la Argentina; ambas obras coinciden en definir este verbo como “referido a una empresa o a un organismo, poner en manos de otra empresa, un particular o una entidad prestadora de servicios la responsabilidad de ocuparse de una tarea determinada” y “subcontratar, otorgar determinados servicios a una empresa de terceros”.

Podemos decir, sin temor a equivocarnos, “El servicio ha mejorado notablemente, desde que fue tercerizado”. En cambio, *’terciarizar’ no se registra en ningún diccionario; esta forma errónea se estaría vinculando al término ‘terciario’. Está mal, entonces, la expresión “*Deberemos terciarizar esa prestación para optimizarla”; en su lugar, lo correcto será “Deberemos tercerizar esa prestación para optimizarla”.

DIGRESIÓN, NO *DISGRESIÓN: Es muy frecuente escuchar el término ‘digresión’ con una S superflua, por interpretar que el prefijo no es ‘di-’, sino ‘dis-‘. Debemos decir que ambos prefijos son cercanos en cuanto a su valor significativo; en efecto, el prefijo ‘dis-‘ se usa para indicar negación o contrariedad, como en ‘discordancia’, ‘disculpa’ y ‘disconformidad’; también señala separación, como en ‘distraer’ y ‘discontinuar’; otras veces, señala distinción, como en ‘discernir’ o ‘distinguir’; también, significa dificultad o anomalía, como en ‘dispepsia’ o ‘dislexia’.

El prefijo ‘di-‘ comparte los primeros valores con ‘dis-‘, entre ellos el que señala separación, como sucede en la palabra ‘digresión’; el término indica la acción y efecto de romper el hilo del discurso para introducir temas que no necesariamente tienen relación directa con el asunto principal. Además, decimos ‘digresión’, sin la S, por una razón etimológica: el vocablo deriva del latín ‘digressio’, que se traducía como “separación” o “desvío”. Diremos, pues, “Con tantas digresiones, resultaba difícil seguir el desarrollo de su disertación”.

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