Logros y desaciertos en economía

El oficialismo destaca la desaceleración de la inflación, el repunte de la construcción y del consumo. Los críticos alertan sobre la recesión en la industria y el rojo de las cuentas fiscales.

A cuatro meses de las elecciones presidenciales, la economía exhibe resultados para todos los gustos. Los candidatos oficialistas pueden levantar las banderas de la desaceleración de la inflación, el repunte del consumo y de las ventas minoristas, el crecimiento de la construcción y de la actividad agropecuaria.

Desde la oposición, podrían responderles señalando que la economía sigue en recesión, la industria está lejos de recuperarse y las cuentas fiscales exhiben un rojo cada vez más marcado.

Los spots publicitarios de los optimistas podrían hacer foco en que la recesión parece ir perdiendo fuerza. Para el Indec, la actividad repuntó 2% en marzo, mientras que para el Estudio Ferreres, la economía se recuperó en el último bimestre, tras doce meses de caídas interanuales.

Para Matías Carugati, del estudio Management & Fit (M&F), “la pobre base de comparación y el repunte de sectores específicos motivaron este dinamismo”.

Un factor fundamental que jugó a favor fue el buen desempeño del campo, que con una cosecha récord de 60 millones de toneladas de soja, suavizó la caída de otras actividades relacionadas, como almacenamiento y transporte. En menor medida, la construcción también comenzó a reactivarse. Con el impulso de las plantas petroleras, las obras de infraestructura y la refacción y construcción de viviendas, promedia un alza del 5,3% en el primer trimestre.

La industria, en cambio, no logra salir de la recesión. Para el Indec, acumula una baja de 1,5% en el año, y ya lleva 21 meses consecutivos de caída.
Del lado del comercio, las señales son ambiguas. Las ventas de los shoppings bajaron 1,4% en el año y en los supermercados la merma fue de 1,15%. Pero las ventas minoristas relevadas por CA ME aumentaron por cuarto mes consecutivo y acumulan un alza del 2%.

“Para los próximos meses esperamos un leve repunte de la economía”, sostienen desde M&F. En esta lectura tienen un rol fundamental la llegada de las paritarias, la estabilidad de la inflación alrededor del 2% mensual, o 27% anual, y la continuidad de la paz cambiaria.

“Esto permitiría una mejora del salario (real y medido en dólares), lo cual tendría un impacto positivo en el consumo privado. La situación económica podría terminar experimentando una suerte de 'verano', justo en el momento más indicado para el Gobierno, es decir, antes de las elecciones”, apunta la consultora.

Para explicar la disociación entre la economía real y la estabilidad financiera, Diego Giacomini, de E&R, sostiene que “el primer pilar de la estabilidad financiera es la contribución del ciclo político, que genera expectativas de cambio de rumbo económico con un nuevo gobierno.

El ciclo político funciona como una suerte de respirador artificial para evitar un escenario similar o peor a 2014, pero no alcanza para hacer crecer a la economía real”. A esto se agrega la política fiscal expansiva, la estabilidad del tipo de cambio y las tasas altas, que aquietan al mercado paralelo.

Desde el Banco Ciudad indican que si bien las paritarias van a sostener el consumo, a la vez podrían sumar presión sobre la brecha cambiaria. “Es de esperar que parte de la recomposición del poder adquisitivo se traduzca tanto en una mayor demanda de bienes, con implicancias sobre el nivel de precios, como en la demanda de divisas, ya sea vía la operatoria de dólar ahorro como a través de compras en el mercado paralelo, con potenciales efectos sobre la brecha cambiaria”.

A simple vista, el panorama parece más estable que hace un año. Gustavo Reyes, del Ieral, explica que “la recesión de 2014, junto con la tranquilidad del mercado cambiario, lograron desacelerar un poco la tasa de inflación. Este menor ritmo de aumento en los precios, junto con la tranquilidad en el mercado cambiario y expectativas favorables para 2016, permitieron un freno al proceso recesivo y una leve recuperación en el nivel de actividad”.

Las complicaciones surgen cuando se pasa de los fotogramas parciales a la película completa. El primer desfase salta a la vista al comparar los ingresos públicos con los gastos. La recaudación tributaria acumula un alza de 29,5% en 2015, mientras el gasto crece 40% en el año.

“Las cuentas públicas continúan siendo el talón de Aquiles de este Gobierno”, asegura Carugati. En el primer trimestre, el déficit primario marcó un nuevo récord de $ 32.434 millones; en tanto, el resultado financiero (una vez descontados los pagos de intereses de la deuda) fue deficitario en $ 57.750 millones.

En este marco, el Banco Ciudad pronostica que el déficit fiscal ajustado (neto de recursos extraordinarios provenientes del Banco Central y la Anses) superará cómodamente los 6 puntos del PBI. “La necesidad de recurrir a las utilidades contables del Central (por $ 79.000 millones, equivalentes al 17% de la base monetaria) tendrá implicancias en términos de pesos en circulación, presiones cambiarias y evolución de los precios, particularmente en la segunda mitad del año”, señalan.

La menor actividad económica impacta directamente sobre los ingresos tributarios. Así, el IVA y el impuesto al cheque crecen 26% en forma interanual, por debajo de la inflación.

“Para peor, las restricciones comerciales y las pobres perspectivas globales afectan los derechos de importación (que suben sólo 8%), mientras los de exportación caen 14%”, apunta E&R. De este modo, a pesar de una presión impositiva récord, el Gobierno no logra equilibrar sus cuentas.

Para Economía y Regiones, en la suba del gasto las partidas más dinámicas fueron las de intereses de deuda (con un alza del 82% anual), transferencias discrecionales a provincias (47 por ciento de suba) y jubilaciones (43 por ciento de incremento).

“Los subsidios al sector privado crecieron menos por la caída de los precios internacionales de la energía. En las provincias, la suba del gasto está vinculada a la reactivación de la obra pública en los meses preelectorales. El gasto en intereses de deuda subió, fundamentalmente, por un aumento de los intereses en moneda extranjera (178% interanual) y, en menor medida, por deuda en moneda local (43% interanual)”.

Para Reyes, “el deterioro de los fundamentos económicos plantea la necesidad de un plan integral que revierta la dinámica del último período, aunque es difícil que se vean avances en este sentido hasta las elecciones generales de octubre”.

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