Un interno de 22 años condenado por robo agravado fue salvajemente atacado en el penal Almafuerte tras ser confundido con un "angelito" de La Yaqui, la sindicada líder narco de Godoy Cruz. Tras golpearlo, le tatuaron en la cara la frase "Soy fiel a La Yaqui".
El ataque fue calificado como "histórico" por las autoridades penitenciarias y como un claro "mensaje mafioso". Según confiaron a Los Andes fuentes oficiales, Gustavo Marin estaba alojado en el penal San Felipe pero había pedido el traslado a la cárcel Almafuerte donde dijo tener conocidos que podrían hacer más llevadera su estadía.
Tras superar el proceso de admisión en el penal de Cacheuta, Marin ingresó el lunes pasado al módulo 3 de ese complejo penitenciario. Durante la noche del martes, cuando los penitenciarios realizaban el recuento, hallaron al joven ensangrentado y con el rostro deformado a golpes.
Internos de ese módulo lo habían encerrado en una celda y torturado durante largo tiempo. Tanto, que le realizaron tatuajes "tumberos" (caseros) en la cara. "Soy fiel a La Yaqui" se lee en la frente del reo. Sobre su nariz, otro tattoo reza: "La jefa", en alusión a Sandra Jaquelina Vargas, detenida en la cárcel de mujeres de El Borbollón por liderar una banda dedicada a la venta de drogas.
"Soy fiel a La Yaqui" se lee en la frente del recluso
"Lo que han hecho es aberrante. Además, (Marin) no es uno de los llamados angelitos. Creemos que lo han confundido", sentenció el jefe del Servicio Penitenciario provincial, Eduardo Orellana. El funcionario detalló que no existen en los registros penitenciarios evidencias de que Marin hubiera pertenecido a la banda de Vargas. En la Dirección de Inteligencia Criminal de la Policía tampoco, según precisó.
"No es uno de los llamados angelitos. Creemos que lo han confundido"
“Es un mensaje mafioso”, agregó Orellana y aseguró que los agresores ya están individualizados. Se sabe que quien sería el “artista” es familiar de un hombre asesinado por la banda que lideraba Vargas. Al estar convencido de que el nuevo compañero de pabellón era uno de los “soldaditos” de la jefa narco, lo atacó en complicidad con otros reclusos.
Marin fue condenado a 5 años de prisión por robo agravado por el uso de arma de fuego y lleva más de dos años tras las rejas. Tras el brutal ataque, el joven interno fue trasladado al sector de sanidad penitenciaria en el hospital Central, donde recibió curaciones en las heridas. Pero las marcas seguramente quedarán en su rostro por largos años a menos que sea sometido a un costoso y doloroso proceso de borrado de tattoos.
El director de las cárceles de Mendoza precisó que “es la primera vez que ocurre algo así en la provincia”. “Normalmente, un ataque hubiera terminado en un homicidio, pero esta vez quisieron enviar un mensaje mafioso”, concluyó.