Sólo se trata de argucias electorales que, en un afán por sumar votos, no hacen más que confundir a la gente, pero con un resultado asegurado: la futura intervención de la Justicia para dirimir, a través de los magistrados, lo que los políticos, por la típica avivada criolla, no supieron solucionar. Fue así que lo que sucedió en 2009 -y que ahora está en discusión por la resolución de la Corte- se repitió en 2011 y no se sabe qué es lo que puede ocurrir con las tres bancas en el Senado provincial (dos de la primera elección y una de la segunda).
No quedan dudas de que la implementación de las listas “colectoras” se aplicó con el solo objetivo de contener a algunos dirigentes díscolos, en una actitud oportunista que se contrapone con las exigencias de una ciudadanía que a lo largo de los años sólo exige transparencia y seriedad a su dirigencia política. Lo mismo puede decirse de las denominadas listas “espejo” o de las tristemente célebres candidaturas “testimoniales”, llevando en las listas a candidatos que se sabe de antemano que no van a asumir sus funciones, a pesar de haber sido electos.
A sabiendas de que están actuando sólo en su propio beneficio y en un afán por descargar culpabilidades, la dirigencia política intenta disfrazar de “ingeniería electoral” a ese tipo de actitudes que tienen como único objetivo mantener privilegios personales por sobre los intereses de la ciudadanía a la que dicen representar.
Así nos encontramos entonces con situaciones como la planteada con la decisión de la Corte Suprema de Justicia de la Nación que, al rechazar un recurso interpuesto por el Partido Justicialista, pone en dudas la legalidad de dos bancas actualmente ocupadas por dos legisladores de esa agrupación política.
Porque si se respeta lo que dice el máximo organismo nacional, esas dos bancas debieron ser ocupadas por representantes del radicalismo y cabría aquí preguntarse si pueden cuestionarse de algún modo las leyes que se votaron o las designaciones de jueces y funcionarios que necesitan el acuerdo de la Cámara alta durante estos tres últimos años. Por supuesto que lo que ha sido votado ya no puede modificarse, pero ¿había necesidad de llegar a este tipo de situaciones sólo por intentar sumar algunos votos?
En ese marco también, podría mover a una sonrisa si no fuera por la seriedad del tema, el hecho de que quien presentó el recurso en contra de la asunción de los dos legisladores justicialistas hace sólo tres años se ha sumado ahora al kirchnerismo y vota en conjunto todas las decisiones y proyectos del oficialismo. Una muestra más de la confusión a la que ha sido llevado el electorado.
Las colectoras, las testimoniales y las espejo fueron cuestionadas duramente por la coordinadora del Programa de Política y Gestión de Gobierno del Centro de Implementación de Políticas Públicas para la Equidad y el Crecimiento (Cippec), la que aseguró que ese tipo de estrategias perjudica la transparencia de las elecciones, porque las boletas combinan candidaturas de distintos partidos, confundiendo al elector y “desnaturalizando la voluntad de quien deposita su voto”.
Ha llegado la hora de que la dirigencia política alcance la madurez política que ha demostrado la ciudadanía y no intente en las próximas elecciones utilizar ese tipo de argucias electorales que, además de confundir, terminan siendo dirimidas por decisiones judiciales. Es el momento también de que esa ciudadanía castigue, a través del voto y en la soledad del cuarto oscuro, a aquellas agrupaciones políticas que buscan todo tipo de atajos en beneficio propio y no de sus representados.
