Las vacantes de Magistrados son ocupadas por los que ya trabajan en la Justicia

Desde que Alfredo Cornejo llegó a la Gobernación, nombró 22 magistrados de distintos fueros y niveles. Un detalle que llama la atención es que sólo tres de ellos son abogados que trabajaban como profesionales independientes.

Todos los demás son empleados del Poder Judicial o magistrados que rindieron ante el Consejo de la Magistratura para ser ascendidos en la carrera judicial.

El dato puede tener varias explicaciones. Tal vez a buena parte de los abogados les gusta el ejercicio independiente, aunque teniendo en cuenta los salarios que se pagan, parece extraño que no haya más postulantes de afuera de la carrera judicial.

Es más, es curioso que no sólo los nombrados o ascendidos ya se desempeñaban en la Justicia, sino que las ternas de aspirantes a un cargo vacante que remite el Consejo de la Magistratura al Poder Ejecutivo suelen estar conformadas mayoritariamente por secretarios, prosecretarios, defensores oficiales, ayudantes fiscales e incluso hasta un funcionario de la Corte.

Hay quienes arriesgan otra explicación. Los únicos que pueden estudiar para rendir examen y ascender en el Poder Judicial son los que ya trabajan en la Justicia; el abogado que debe patear la calle suele trabajar mañana y tarde. Así se fortalece el concepto de la “familia judicial”; los magistrados se renuevan con lo que ya está y se reiteran los rituales y también los vicios.

En total, el Consejo de la Magistratura ha remitido 27 ternas de aspirantes. En realidad no todas son ternas: si hay urgencia por cubrir una vacante se mandan uno o dos aspirantes al Ejecutivo para que decida a quién mandar. En cinco oportunidades el Ejecutivo devolvió al Consejo los aspirantes remitidos.