La voluntad dominada por el antojo

¿Cuántos habrán sentido esa irrefrenable necesidad de comer algo? Puede deberse a un déficit de nutrientes o una situación irresuelta en plano emocional. Se trata de la búsqueda de bienestar que activa el mismo proceso cerebral que las adicciones.

La voluntad dominada por el antojo
La voluntad dominada por el antojo

Partir al quiosco o revolver la alacena para buscar justo eso que tenemos tantas ganas de comer en ese preciso momento es algo de lo que pocos dirán que han estado exentos.

Esas ganas irrefrenables de comer esa cosita dulce o “picar”, lo que se conoce comúnmente como antojos está menos asociado al hambre que otras causas.

Un nutriente que falta o una necesidad orgánica pueden ser un disparador, pero por otra parte, el aspecto psicológico o el estado de ánimo suelen ser los que empujan a buscar eso que tanto nos gusta.

Rocío Río De la Loza, health coach, menciona que a veces se tiene la sensación de que los antojos dominan la voluntad. “Funcionan como si fueran una fuerza maligna que solo quieren que perdamos el control, pero en realidad no lo son. Son mensajes que nos envía nuestro cuerpo. Como una gran sirena que nos dice: 'necesito más nutrientes por favor', 'tengo sed' o '¡necesito dormir un poco!"

Por el ritmo de vida actual, muchas veces se cae en malos hábitos alimentarios, no se desayuna o se come a las apuradas lo que puede provocar estas reacciones por algún déficit.

Pero quizás lo que más hay que identificar es la conexión que existe entre estas necesidades y las emociones. Una mala situación laboral o de pareja, picos de estrés o de tensión, las exigencias de la vida diaria, frustraciones, incomodidad, soledad, poco descanso, entre otras situaciones pueden llevar a la búsqueda de alguna recompensa que devuelva el equilibrio.

El drama del dulce de leche

“El dulce de leche no me dura nada”, reconoce Ernesto, que al igual que mucha gente tiene una gran debilidad por él.

Lo suyo es verdaderamente irrefrenable. Asegura que al menos tres veces por semana se despierta por la madrugada con unas ganas terribles de comer algo dulce. Tan intensa es la sensación que aunque piensa que no tiene ganas de salir de la cama, ineludiblemente termina en la cocina.

“Anoche me pasó, tipo dos de la mañana me levanté y me comí como diez palmeritas con miel”, relató, pero asegura que no es hambre lo que siente. Reconoce que es una especie de atracón y que después necesita tomar medio litro de agua o soda.

Si se quiere el dulce de leche y el chocolate podrían estar en el top ten de los placeres para quienes tienen este tipo de necesidades. Le siguen de cerca “cualquier cosita dulce”, las harinas, snacks, tortas y desde allí la variedad es inmensa.

El  de los antojos es “asunto serio” en el plano doméstico. Si se pregunta a las mujeres la mayoría dirá que los tienen, pero que por otra parte tratan de controlarlo para cuidar la figura. En el mundo masculino también existen, pero quizás no tiene tantas “víctimas”.

Pero claro, satisfacerlos o no requiere ciertas estrategias: en el primero de los casos tener reservas domiciliarias de aquello que tanto gusta; en el segundo, todo lo contrario, lo cual implica tener que lidiar con la ausencia cuando el deseo apremia.

Andrea asegura que después de la siesta necesita comer algo dulce, preferentemente que contenga chocolate y que es lo primero que hace cuando se levanta de la cama. “A veces me preocupa que sea algún tipo de adicción; por eso, lo que hago para evitar tentarme es directamente no comprar cosas ricas”, afirma. El horario en que surge la “tentación” suele coincidir: además del mencionado, suele ocurrir después del almuerzo o la cena.

“Yo necesito algo dulce sí o sí después de comer”, cuenta Alejandra que además reconoce: “Cuando estoy con bajón inconscientemente salgo a comprarme algo, que sea para mí, de manera casi compulsiva, puede ser ropa o algo que me haga ver o sentir distinta. Me doy cuenta que es como un acto reflejo frente a una situación de insatisfacción”.

Cecilia tiene generalmente preferencias un poco menos calóricas ya que si bien necesita algo con azúcar dice que le gusta que sean frutas como ananá, frutilla, cereza o melón. Pero, por otra parte, también “necesita” comer algo más elaborado, mejor si son tortas de cumpleaños por lo que un artilugio es freezar porciones para tenerlas disponibles. En cambio, Viviana dice que prefiere no tener para no tentarse; por eso, muchas veces se encuentra revolviendo cada rincón de la alacena para ver que quedó por ahí.

Necesidades insatisfechas

De la Loza explica a Los Andes que el organismo necesita un cierto orden en cuanto a la alimentación y descanso entre comidas. Pero cuando las personas comen a cualquier hora o se la pasan “picando” puede suceder que no se reciban los nutrientes que se requiere y esta deficiencia nutricional es el disparador de la necesidad.

Por otra parte, lo que a veces pide el cuerpo es un mimo, por eso busca algo que le dé placer y bienestar o una caricia para sostener una situación que resulta difícil. “A veces unos abrazos apretujados pueden eliminar los antojos”, asegura. “Cuando alguien tiene un hobby, practica deporte, se siente satisfecho en su trabajo y tiene una relación estable es probable que tenga menos antojos que alguien quien padece en todas estas áreas de su existencia”, agrega.

Por otra parte, acostarse tarde o tener un descanso inadecuado implica más inclinación por los antojos o por picar algo, en particular si ya es tarde por la noche. Esto es así porque en horario nocturno el cuerpo realiza funciones metabólicas que producen las hormonas que regulan el hambre y la sensación de saciedad.

Para la nutricionista María Luz Vargas, querer algo dulce es bastante común porque el cuerpo necesita azúcar, “pero también puede ocurrir que quienes siguen un plan alimentario para descenso de peso tiendan a tener apetencia por aquello que tienen restringido”.

La psicóloga Alejandra Mellado, coordinadora de la Red Hospitalaria de Obesidad de la provincia, explica que los antojos están ligados al mecanismo de recompensa cerebral por el cual se busca placer y luego de haber comido se tiene una sensación de plenitud.

Esta satisfacción está vinculada de manera innata a lo dulce; pero no es exclusivo, sino que lo que se busca son alimentos con alta palatabilidad (buen sabor) dentro de lo cual también se incluyen las grasas. “Es como un premio, brindarse alguna gratificación para poder continuar, frente a una frustración, situaciones de mucha exigencia o estrés”, advierte.

Roxana Galeno, médica psiquiatra y especialista en Neurobiología, subraya que en cada persona intervendrán diferentes factores. Quienes están “bajoneados”  suelen buscar hidratos de carbono o chocolate .

“Esto es porque se disminuye la serotonina que se vincula a la necesidad de estar bien y la motivación, el chocolate la tiene y entonces al no producirla el cerebro la busca de manera externa”, detalla.

Por otra parte, quien está angustiado necesita gratificación y busca en la memoria algo que se la haya provocado, lo que generalmente encuentra en hidratos de carbono con grasas, lo que también incluye el chocolate.

Pero el problema es que el exceso puede generar un  efecto adictivo, porque estimula el circuito de recompensa que es el mismo  que interviene en las adicciones. “El control es la abstinencia -como con las drogas- que puede generar malestar los primeros días, por lo que hay que reemplazarlo por otras actividades gratificantes como salir a caminar”, recomienda la doctora.

Decodificar el mensaje que envía el cuerpo

La health coach Rocío Río De la Loza propone lograr decodificar el mensaje que el organismo envía a través de esta necesidad. Asegura

que hay que aprender a escuchar el cuerpo e interpretar qué sucede en nuestra realidad cuando se trata de una cuestión psicológica. 
"Cuando tenés un horario de comidas ordenado y has comido de manera balanceada es más fácil identificar la parte emocional", sostiene la profesional.

“Cuando se identifica la causa emocional, lo mejor es atender directamente esa situación. Si has peleado con alguien, resuelve el conflicto. Si es simplemente aburrimiento, puedes salir a dar un paseo, hacer algo que te gusta, visitar un museo, etcétera. Nutrir la parte no física del ser. Invertir tiempo para uno recibiendo un masaje, una pedicura, pasando tiempo con un amigo, leyendo un libro o algo por el estilo.

Muchas veces los reemplazos son simplemente acciones de amor hacia uno mismo, invertir tiempo en tu persona, las cosas que te traen felicidad y significado”, señala.

Por eso, propone algunos pasos para llegar a la comprensión de lo que sucede:

1) Preguntarse; ¿qué estoy realmente deseando y para qué? Si es el alimento o una cuestión afectiva. Es decir, comenzar a prestar atención a la conexión entre lo qué sucede en la vida, el estado de ánimo y los antojos.

2) Beber un vaso de agua antes de satisfacer el antojo para descartar que se trate de deshidratación.

3) Tener un sueño adecuado, ya que el sueño ayuda a regular los niveles de hormonas grelina y leptina, que son las que te hacen sentir hambriento y/o satisfecho.

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