La terrorífica historia detrás de la verdadera muñeca Anabelle

La dueña de la muñeca en el que se inspira la película dice que se movía y la agredía. Tuvieron que intervenir un cura y mediums.

La terrorífica historia detrás de la verdadera muñeca Anabelle
La terrorífica historia detrás de la verdadera muñeca Anabelle

Aunque se trata de la ficción de terror del momento, la película "Annabelle" está inspirada en una muñeca de trapo que existió y que fue parte de una camada de "Raggedy Ann Doll" que se vendió en EEUU en los 60 y 70.

A Donna, la dueña de la muñeca maldita en la que se inspira el spin off de "El conjuro", se la regalaron en 1970, cuando tenía 19 años. Lo hizo su madre para que Donna, que estudiaba enfermería, no se sintiera tan sola.

Pero Donna cuenta que empezó a ver cosas extrañas, como por ejemplo, que la muñeca aparecía en otros sitios de donde ella la había dejado, o adoptaba posiciones las piernas cruzadas o los brazos abiertos

La mujer creyó que alucinaba hasta que empezó a ver cosas peores: en la casa empezaron a aparecer notas que decían “ayudanos” o “Ayuda a Lou”.

La gota que rebalsó el vaso fue la muñeca con sangre en la boca. Allí la estudiante y su compañera de departamento llamaron a una médium que les dijo que el espíritu de una nena de 7 años llamada Annabelle Higgins había poseído a la muñeca.

La médium no terminó con la maldición: un amigo llamado Lou un día se quedó dormido en la casa de las estudiantes y no pudo levantarse a despertar. Dijo que vio a la muñeca ahorcándolo.

Donna entonces dejó de lado a la médium y acudió a la Iglesia, que contactó a Ed y Lorrane Warren, un matrimonio experto en fenómenos paranormales. La pareja aseguró que no era una nena de 7 años lo que estaba adentro de la muñeca, sino un demonio. Un cura bendijo la casa, el matrimonio se llevó a la muñeca y Donna empezó a vivir más tranquila.

La verdadera muñeca Annabelle ahora está en el Museo Oculto de Ed y Lorrane Warren, donde se exponen todo tipo de objetos malditos.

La muñeca está encerrada en una caja de madera, sellada con un cristal y con un cartel de peligro para los visitantes. Dos veces al mes, por las dudas, se le echa agua bendita.

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