La tecnología al servicio de la guerra

La ciencia y el arte de matar

Se podría argüir que esto siempre fue así. Desde cuando el hombre, en la remota  antigüedad, aprendió a trabajar la piedra, dándole la forma adecuada para clavarse en el cuerpo del animal o de otro ser humano. Cando descubrió los metales y la metalurgia,surgieron las espadas y las lanzas, los escudos y armaduras. El acero dio a la espada sus mayores virtudes. Más adelante, en el lejano Oriente, los chinos van a descubrir un polvo gris y de olor acre que imprimió una verdadera revolución en el arte de la guerra, pues permitía impulsar un proyectil y matar a distancia y con mayor eficacia, sobre todo cuando se la usó en la artillería.

Vale decir que la inteligencia humana, siempre estuvo dirigida a hallar el método y la tecnología más apropiada para eliminar al mayor número posible de otros seres humanos. Por cierto que este análisis no se funda en razones de orden moral, religioso o ético, sino que lo hará desde el punto de vista geo-histórico.

Con ese elemento como valioso auxiliar, el hombre pudo alimentarse, vestirse y soportar las gélidas temperaturas de cuando los glaciares cubrían buena parte del planeta y, también guerrear, conquistar nuevas tierras, expandir el mundo conocido, abrir y mantener abiertas rutas comerciales, etc. Los submarinos, sobre todo alemanes, dejaron un cementerio de barcos aliados y hasta de países neutrales en los fondos abismales del Atlántico.

Los carros de asalto, también jugaron un importante papel en ambas guerras, pero en especial en la Segunda. La aviación militar que tuvo una tímida participación en la Primera sobresalió en la Segunda. Desde bajo la superficie de las aguas un traicionero elemento de combate ataca sigilosa y traicioneramente a los navíos que transportan soldados, pertrechos y alimentos.

Las nuevas armas permitían matarse, de lejos sin verse, esto acontecía en la mayoría de los casos. En las trincheras, en cambio, luego de mucho vivir en condiciones inhumanas en esos fétidos pozos, salían fuera de ellas a luchar cuerpo a cuerpo con el adversario, a lanzazos, con la bayoneta en la punta del fusil. En este tipo de lucha, más, que un progreso se advierte un retroceso. Hay que tener en cuenta que la llamada Gran Guerra, fue fundamentalmente una "guerra de trincheras" en especial en el frente Occidental

La ciencia al servicio del guerrero

En las postrimerías, de la Segunda guerra se conoció el artilugio bélico de mayor poder destructivo, que haya conocido la humanidad hasta ese entonces basado en la fusión del átomo. Las dos bombas atómicas lanzadas sobre dos importantes ciudades japonesas borraron a éstas del mapa.

Las armas químicas y biológicas están terminantemente prohibidas por sendas Convenciones Internacionales, no obstante no es de extrañar que pese a ser firmantes de los tratados, algunos países mantengan en secreto reservas de productos químicos o biológicos, capaces de provocar incapacidad total o parcial del afectado.

Un cambio que aumentó la eficiencia de la infantería fue la invención de la pólvora sin humo en 1886. Ocurría que luego de varios minutos de intercambio de disparos, el humo impedía visualizar al enemigo y la intensidad del fuego disminuía. Con la pólvora sin humo este inconveniente no se producía y por lo tanto era posible sostener una lucha continua, sin interrupciones.

Vemos como la tecnología apoya permanentemente la capacidad de matar de los ejércitos. La artillería también incrementó su eficiencia tanto en lo que respecta al alcance como a la perfección del disparo, logrando cubrir distancias inimaginadas por los artilleros del pasado y una exactitud del disparo que sorprende por su precisión, tanto en tierra, como en la superficie de las aguas o por debajo de ella, disparos efectuados por submarinos. Este perfeccionamiento de la tecnología aplicado al "honroso" servicio de matar elevó a cifras increíbles el número de víctimas civiles y militares durante el siglo XX, casi cien millones.

Nuevas formas de guerra

En las sociedades democráticas actuales existe un fuerte rechazo a la muerte de sus hijos en lejanas guerras cuyos objetivos poco entienden. Esto explica porque los"cascos azules" de la ONU provienen mayoritariamente de los países menos desarrollados del Sur. Esta circunstancia explica, asimismo, la recurrencia a la utilización de "mercenarios", por parte de los países del Norte (Empresas militares privadas, le llaman ahora), para el cumplimiento de sus objetivos, no siempre muy legales.

Por otra parte, las democracias modernas intentan limitar las acciones de gran violencia en particular contra la población civil. Por ello se ha recurrido a los denominados "Ataques Quirúrgicos" u "Operaciones Focalizadas". A tal efecto, operando de acuerdo al modelo de las guerras coloniales, sólo se ataca a los grupos insurgentes, pero tratando de ganarse la confianza y el corazón de los civiles, para lo cual son generosos en la ayuda económica que brindan.

Me pregunto: ¿El lanzamiento de la "Superbomba" sobre un refugio del Estado Islámico, en el Norte de Afganistán se conjuga con esta estrategia? Los resultados de esta nueva modalidad en Irak y en Afganistán, no han sido muy satisfactorios para los EE.UU., que digamos.

En el contexto de la guerra globalizada contra el terrorismo, después del atentado contra las Torres Gemelas, el uso de "drones" para eliminar terroristas, es cada vez más utilizado. Lo mismo ocurre con las "operaciones especiales", en las que se trata de secuestrar o matar a los terroristas como hicieron con Bin Laden en 2011 o también con el líder de Libia Gadafi, quien fue asesinado mientras huía al desierto, disfrazado de beduino. Para el futuro se proyecta que estas operaciones "sucias", sean realizadas por robots.

En síntesis puede decirse que la tecnología, desde la más elemental a la más sofisticada, ayuda al hombre a ser "lobo del hombre," eso sí, con mayor hipocresía y cinismo como característica del mundo contemporáneo.

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.

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