La silla Paimio, de Alvar Aalto

En la Europa de los años ´30 la tuberculosis era una de las principales preocupaciones de salud.

Por todo el continente se construían sanatorios para tratar a los infectados con una rutina que incluía baños de sol y largas horas de descanso respirando aire fresco. De acuerdo con estos principios higienistas, Alvar Aalto proyectó en 1928 la silla Paimio.

El arquitecto concibió  este sanatorio como un proyecto integral, lo que lo llevó a definir un mobiliario específico. Así nació la silla número 41, conocida como “silla Paimio”. Su diseño responde a la búsqueda de la forma óptima para facilitar la respiración.

La silla fue concebida para las zonas de estar del sanatorio, donde los enfermos tenían que pasar su recuperación  descansando. Pero la Paimio, como el resto de la obra de Aalto, tiene una fuerte relación entre forma, función y el aspecto semiótico. La sinuosa lámina de abedul que forma el asiento y el respaldo guarda una estrecha relación con las tradiciones nórdicas de artesanía en madera y parece una referencia formal al paisaje finlandés, que el diseñador siempre citó como inspiración estética en su obra.

El modelo se inspiró en un diseño de Marcel Breuer, la silla Wassily, pero sustituyó el acero por madera curvada. Aalto llevaba tiempo experimentando, en colaboración con Otto Korhonen, con las posibilidades de tableros contrachapados aplicados al diseño de equipamiento. La idea había surgido tras haber estudiado los procesos de fabricación de los esquíes, y el resultado presentaba ventajas frente a las piezas totalmente  industriales que salían de la escuela de la Bauhaus en Alemania. La conductividad térmica de la madera era sensiblemente inferior a la de los perfiles tubulares de acero; además eliminaba los incómodos reflejos propios de este material y absorbía ruido en lugar de contribuir a su propagación. Estas ventajas determinaron la decisión de Aalto, junto con otro factor clave: el costo de la silla Paimio se mantendría dentro de parámetros razonables.

El resultado final fue una silla constituida por dos aros cerrados de madera laminada que forman su armazón y una lámina de madera curvada de abedul que resuelve a un tiempo el asiento y el respaldo. Sus formas de curva y contracurva le otorgan un valor escultórico que, unido al innovador uso de los materiales, ha hecho de ella un hito en el diseño de muebles.

Las piezas de mobiliario de Aalto sintetizan experiencias propias de los muebles modernos, vinculadas a los nuevos procesos industriales, y tradiciones locales. Esto le llevó a ser reconocido como el principal creador del entonces joven Estado de Finlandia, y uno de los arquitectos determinantes en la definición de una modernidad organicista propia en los países nórdicos.

En este diseño, Alvar Aalto introdujo una técnica que cambió la historia: la madera laminada. La silla, conocida por ser fácilmente moldeable (se puede plegar y doblar), cuenta con un diseño inspirado en las formas que encontramos en la naturaleza.

Aalto fue el diseñador y arquitecto más influyente del movimiento moderno escandinavo. Su obra abarca desde iluminación hasta sillas, sillones e incluso vasos y jarrones. En 1935 fundó Artek, firma que creó junto a su primera esposa también arquitecta Aino Marsio. Al respecto, señala Sigfried Giedion que “Este era un matrimonio singular como todo lo relacionado con él. Su secreto estaba basado en una profunda reciprocidad de contrastes. Aalto era infatigable, efervescente e incalculable. Aino era meticulosa, perseverante y contenida. A veces es bueno cuando un volcán está rodeado por un meandro silencioso”. Dicha empresa sigue actualmente comercializando sus diseños.

La silla tuvo una gran influencia sobre otros diseñadores, como es el caso de Charles Eames. El modelo actual está terminado en laca color blanco, mientras que el original era color abedul. La silla forma parte de la colección permanente del MOMA (Museo de Arte Moderno de Nueva York).

Profesora Titular FAUD/UM - Doctorando en Educación (*)

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