La rescisión del contrato de una esquina imprescindible

Al leer recientemente las noticias de una página universitaria, llama nuestra atención la incorrecta escritura de la palabra 'rescisión', al referirse al efecto de haberse anulado un contrato. La grafía errónea con que figura el vocablo era *recisión, quizás porque el periodista que redactó la noticia asoció, equivocadamente, ese término con la voz 'decisión'.

Si rastreamos en el diccionario la palabra en cuestión, nos encontramos con que 'rescisión' se define como "acción y efecto de rescindir"; vamos a buscar ese verbo y veremos que significa "dejar sin efecto un contrato, una obligación, una resolución judicial". Su etimología se encuentra en el verbo latino 'rescindere', que se traduce como "desgarrar, destruir, anular".

Ya en latín la ortografía del término incluía las dos consonantes -sc- y esa asociación de grafemas no se ha perdido en ninguna de las palabras que integran la familia, puesto que representaban dos fonemas distintos: la "s" equivalía a nuestra actual /s/ y la "c", a nuestra actual /k/; por eso, escribimos con -sc- las ya vistas 'rescindir' y 'rescisión' y los adjetivos 'rescisorio, -ria' ("que rescinde, que sirve para rescindir o que dimana de la rescisión") y 'rescindible' ("que se puede rescindir").

Algo similar ocurre con el verbo 'prescindir', cuya etimología latina nos lleva a 'praescindere', con el valor de "separar por anticipado"; hoy se define como "decidir no utilizar cierta cosa porque no se dispone de ella, ya por no ser necesaria, ya porque se la desprecia". Se construye con la preposición 'de': "Debí prescindir de ese diccionario porque estaba desactualizado".

También, "dejar de contar con una persona, especialmente para un trabajo": "Han prescindido de esos operarios porque su trabajo ya no es necesario". El tercer valor es el de "omitir o pasar por alto una cosa": "Voy a prescindir de tu crítica negativa para que mi autoestima no resulte dañada".

La familia de palabras de este verbo queda formada por el sustantivo 'prescindencia' y por el adjetivo 'prescindible' y su término complementario 'imprescindible'; de 'prescindencia' leemos que es la "falta de una cosa, el renunciamiento a ella o la falta de consideración de un asunto o aspecto": "A pesar de la prescindencia de esos temas básicos, se realizó la exposición oral".

En lo que se refiere a 'prescindible', la estructura del término, acabado con el sufijo de posibilidad '-ble', nos permite definirlo, aplicado a una cosa o a una persona, como "que puede prescindirse de ella": "La ausencia de esa persona no importa, pues es absolutamente prescindible". El término complementario es el adjetivo 'imprescindible' que, por el hecho de significar "que no se puede prescindir", toma el valor de "necesario, obligatorio".

El otro verbo en que se han conservado las consonantes -sc- es 'escindir'.

Para explicar la ortografía de todos estos verbos y de sus familias de palabras, hemos recurrido a la etimología latina, el verbo 'scindere' ("rasgar, cortar, hender"), pero deberíamos ir todavía mucho más lejos: la raíz indoeuropea *skei-, que tenía el valor de "cortar, rajar".

Esta raíz con la idea de corte está presente en innumerables términos que son usuales y en los que subyace la idea de separación; por citar solamente algunos, daremos 'abscisa' (coordenada horizontal que, etimológicamente, significa "cortada"); 'esquizofrenia' ("mente partida"), 'esquina' (que entra al español desde el germánico 'skina', como "barra de madera o hueso cortado"), 'esquí' (que proviene del nórdico antiguo 'skith', como "palo o trozo de leña cortada") y muchos otros vocablos.

Ortografía y etimología parecen ser hoy cosas de viejos, aburridas, obsoletas, hundidas en una cultura del esfuerzo que se ha perdido; sin embargo, la primera es, al decir de las academias, un bien social ya que es el único aspecto de la lengua que mantiene la unidad, sea cual fuere el lugar del mundo en que se escriba; en efecto, se puede diferir en la pronunciación de tales o cuales sonidos; se puede hablar con tonadas distintas según el lugar en que se habite; se pueden advertir diferencias en el significado regional de los términos; se pueden notar variantes en algunos aspectos morfológicos o admitir diferentes modos de ordenar la sintaxis; pero la grafía de los vocablos es una para toda la lengua, para todos sus usuarios y para todas las regiones del mundo.

Precisamente, esa garantía de unidad que da la ortografía se ve avalada por la historia de cada vocablo que, únicamente, es posible conocer a través de su estudio etimológico. Forma parte de la cultura y del interés de cada uno el conocer la ortografía y las razones históricas y etimológicas que la sustentan, pero no pueden soslayarse su enseñanza y aprendizaje.

La comodidad del "dejar hacer, dejar pasar", la rapidez de lo inmediato, el argumento de la falta de diversión no pueden continuar siendo las razones para que se escriba de cualquier manera o de modo irresponsable.

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