Las quejas del sector eran conocidas, aunque fueron plasmadas de manera impecable por la presidenta de la Coviar. Por primera vez, desde que se iniciaron los desayunos, esta corporación habló con mucha claridad de una situación que se venía gestando desde 2010 pero que hasta ahora había sido disimulada en estos encuentros.
En su discurso, Hilda Wilhelm señaló un reclamo claro por la inflación y el tipo de cambio, aunque no pidió devaluación sino un tipo de cambio diferencial. Fue un discurso duro que ningún presidente varón anterior se había animado a pronunciar.
Ante estos reclamos, los funcionarios ignoraron el tema inflacionario y relativizaron el tema del tipo de cambio. Pero lo destacable fue como tomaron el relato oficial y salieron a darles recetas a los empresarios para mejorar su negocio, ignorando que sin rentabilidad es imposible pensar en reconversión o inversión en tecnologías. Sobre todo, para los pequeños y medianos empresarios.
La realidad dura y cruel azota a los productores, mientras para los funcionarios la culpa es del mundo o de los supermercados. Dos versiones totalmente distintas y ninguna solución para un problema de actualidad.
Nadie podía esperar que los funcionarios, tanto nacionales como provinciales, hicieran un reconocimiento de la inflación, la cual es negada en forma permanente. Lo que molestó fue la soberbia con la que se respondió.
El ministro Casamiquela pidiendo a la presidenta de la Coviar no ser tan emocional, o el gobernador Pérez dándoles una lección de qué cupo de vino producir a quienes han caminado el mundo y saben mucho más que él, generaron molestias muy grandes.
Las soluciones de fondo las tiene la Nación y no habría que esperar nada de ese origen.