La pesquisa de la obra de Di Benedetto

"Escritos periodísticos.1943-1986", con selección, prólogo y notas de Liliana Reales, fue editado por la casa Adriana Hidalgo.

Uno de los últimos momentos de las jornadas de homenaje a Antonio Di Benedetto, que se realizaron a principio de semana en la Facultad de Filosofía y Letras, fue el correspondiente a la presentación del libro "Escritos periodísticos.1943-1986", con selección, prólogo y notas de Liliana Reales, editado por la casa Adriana Hidalgo.

La compiladora, mendocina pero radicada hace mucho en Brasil, es doctora en Literatura y actualmente se desempeña como profesora de Literatura de la Universidad Federal de Santa Catarina.

El arduo trabajo de preparación de "Escritos...", según reveló, le ocupó prácticamente más de tres años, uno de los cuales contó con una licencia especial de su universidad para dedicarse full time a la tarea.

El libro tiene casi 600 páginas, con un extenso prólogo de Reales, titulado "Rastros de una escritura". Uno de los apoyos que recibió para encarar la investigación se la brindó el anterior gobierno provincial, que puso a sus órdenes dos jóvenes becarios, quienes le ayudaron a pasar de la imagen al archivo en formato Word los textos del autor de "Zama", dispersos en distintas publicaciones, principalmente de Los Andes. Reconoció que en el momento inicial de su pesquisa en suelo cuyano le ayudó mucho el ex director del matutino, Jorge Enrique Oviedo, y también Jaime Correas.

El actual funcionario le propuso vincularse con la editorial A. Hidalgo, en Buenos Aires, lo que finalmente hizo y así logró interesar a sus autoridades.

El punto de partida de la relación con el sello fue un simple llamado teléfono a su editor, Fabián Lebenglik, quien no conocía a la investigadora.
Contó Liliana que el crítico literario y escritor Jorge Monteleone le dio una mirada final al extenso dossier de casi 600 páginas y "sacó algunos portuguesismos que se me habían pasado".

Y añadió: "Nunca había realizado un libro para la Argentina, por eso los apoyos recibidos, entre los que también se cuenta el de Noé Jitrik, fueron esenciales". Mencionó también a la Biblioteca Pública General San Martín como lugar esencial del rastreo de un hombre y sus crónicas. Otra institución que le abrió las puertas fue la Universidad Nacional de Cuyo.

El rastreo de la compiladora arranca con crónicas de un joven Di Benedetto de un poco más de 20 años, hasta sumar diversos textos a lo largo de los años, principalmente en este diario y en La Prensa.

Sobre una de las motivaciones para dar vida a la obra, manifestó: "Yo fui periodista antes de ser profesora universitaria, admiro mucho esa profesión e intuí que era necesario que los textos de Di Benedetto, aquellos escritos para el periodismo, abandonaran las hemerotecas donde están reunidos y salieran a la luz porque son parte de su obra. De este modo creo que hemos contribuido al establecimiento de su obra… Siempre podrán aparecer otros textos, hay muchos que no incluimos, lo nuestro fue una selección, pero tuvimos el cuidado de elegir los que estaban firmados por él o que teníamos la seguridad que había redactado pero no firmó, como el encuentro con Julio Cortázar".

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