La inflación que confunde

Mientras la economía no arranca, la inflación subsiste por los ajustes tarifarios más que por la emisión monetaria.

Por Rodolfo Cavagnaro - Especial para Los Andes

Argentina presenta un problema de inflación recurrente que arrancó con el gobierno de Cristina Fernández y que aún subsiste. El gobierno de Mauricio Macri adoptó medidas respecto del gasto para comenzar a bajar el déficit y a financiar el mismo mediante la emisión de deuda externa e interna para remplazar la antigua emisión monetaria.

Como complemento de estas decisiones, el Banco Central decidió aplicar una política monetaria restrictiva mediante la fijación de tasas de interés positivas en términos de inflación, como una forma de absorber la liquidez que podrá causar inflación y para evitar que presione la cotización del dólar, al que usa como ancla anti inflacionaria.

Ésta es la definición teórica del problema, pero de la aplicación de estas medidas surge que el dólar se mantiene estancado, la inflación no cede, las tasas no bajan y la economía se mantiene estancada porque no aparecen las inversiones privadas, a pesar del esfuerzo del Estado apostando de manera muy fuerte a la inversión pública.

Esto evidencia que la autoridad monetaria estaría aplicando una política errada a partir de las experiencias desarrolladas a partir de las propias decisiones del gobierno. Vale la pena hace un repaso.

Políticas del gobierno

El gobierno decidió financiar el déficit mediante la emisión de bonos en los mercados internacionales. De esta manera consiguió 50.000 millones de dólares, mientras que las provincias ingresaron otros 10.000 millones, a la vez que las empresas privadas tomaron deuda por otros 10.000 millones de dólares.

Después de la liberación del cepo cambiario, el tipo de cambio tuvo un fuerte ajuste pero generó una disparada de la inflación. A pesar que el Gobierno nacional fue terminando con la emisión monetaria, la inflación se mantuvo.

Además, el Gobierno tenía la necesidad de comenzar a eliminar los subsidios que se aplicaban a las tarifas de servicios públicos. Este retiro de subsidios implicó suba en las tarifas y este aumento impactó y sigue impactando en los índices de precios. Por eso se generan dudas acerca de la política monetaria aplicada por el Banco Central.

Es que sin emisión, la inflación se ve alimentada por los aumentos de tarifas y algunos discuten la política de tasas del Banco Central.

Algunos analistas estiman que si el BCRA decide bajar las tasas nadie espera un salto inflacionario y mucho menos una corrida hacia el dólar. Es que con la cantidad de dólares en el mercado, más los 13.000 millones que ingresarían por la liquidación de las exportaciones de granos entre abril y junio, nadie espera un aumento fuerte de la divisa.

La baja de tasas podría facilitar que los costos de los créditos disminuyeran y pudieran contribuir a mejorar los niveles de inversión. Una tasa superior al 20% desvía fondos de la producción hacia la especulación financiera y, además, sus ganancias no pagan impuestos.

El peso del gasto público

Una parte de los analistas sostiene que la causa de la inflación es, sustancialmente, el volumen del gasto público, sin importar cómo se financie. En realidad el gasto del Estado es el que impulsa la expansión monetaria. Si lo hace con emisión, el impacto es inmediato pero, como el gobierno eligió tomar deuda en dólares, causa un doble efecto. Por un lado, aumenta la oferta de moneda extranjera y atrasa el tipo de cambio, pero al transformarlo en pesos para pagar gastos, expande la cantidad de moneda en el mercado.

El Banco Central parece decidido a mantener bajo el dólar para usarlo como ancla anti inflacionaria, pero a su vez sube las tasas de Lebac al 24%, tomando obligaciones de intereses que le complican el panorama por el nivel de pesos que ellos mismos ponen en juego.

Si bien se nota un incremento importante en el gasto, también lo hay en los ingresos por lo que, desde el punto de vista técnico, el gobierno parece acercarse al objetivo de bajar el déficit pero seguirá existiendo. Y en cuanto al incremento del gasto, el 45% obedeció a pagos de la seguridad social y el 20% a transferencias para subsidiar tarifas públicas, que es otra forma de gasto social. También aumentó un 30% la erogación para inversión pública.

Visto de este modo, parece muy difícil bajar el gasto en forma abrupta sin generar impactos sociales, pero mantener el dólar achatado quita competitividad a las exportaciones mientras estimula las importaciones en condiciones de desigualdad, y las tasas de interés altas no estimulan la inversión ni el consumo. Algo tienen que hacer para salir de la trampa en la que se han metido.

El Gobierno ha encarado diversas medidas para intentar reactivar el consumo y está negociando planes de cuotas, por una parte, para zafar del fracaso del plan de Precios Transparentes. Pero, además, está negociando acuerdos sectoriales en los cuales se está comprometiendo a generar desgravaciones a diversos sectores. Entre ellas se puede mencionar a los autos, por compra de autopartes nacionales, o la propuesta de desgravación a los que construyan casas para alquilar.

Estas medidas son sólo parches que, a la vez que comprometen la situación fiscal, complican mucho más la maraña impositiva y crean distorsiones que ya han generado conflictos famosos en la Argentina. “La igualdad es la base de las cargas públicas” dice la Constitución Nacional, y generar beneficios sectoriales crea desigualdades que terminarán generando complicaciones. Es mucho más razonable hacer una reforma integral del sistema impositivo.

El gobierno tendrá que tomar decisiones y una de ellas es decidir si mantiene a la conducción del Banco Central que es la que equivoca los lineamientos de política monetaria poniendo objetivos de inflación casi imposibles de cumplir y así asfixia los niveles de actividad económica. El uso del dólar como ancla anti inflacionaria también es contraria a la prédica de un mercado cambiario de libre flotación toda vez que se manipulan las cantidades de dinero para influir en sus precios.

Quizás deberían plantearse objetivos de inflación más modestos, bajar las tasas de interés y facilitar las inversiones. Los precios mucho no pueden subir porque el poder adquisitivo de los consumidores no va a convalidar aumentos desmedidos. El dólar, sobreofertado, no tiene un gran recorrido alcista posible por lo que los excedentes en pesos harían bajar el costo del dinero y obligaría a los bancos a salir al mercado a financiar líneas productivas.

Lo real es que la herencia del nivel de gasto heredado es muy superior a lo que el mismo gobierno reconoció, pero sobreactuó en los beneficios sociales concedidos a los mismos que hoy hacen paro añorando al gobierno anterior, que los sumió no sólo en la pobreza, sino también en la esclavitud.

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