La herencia de Cristina

La herencia de Cristina no es el "modelo", agotado y fracasado, sino el cúmulo de problemas a resolver en los próximos cuatro años a partir de 2016. A medida que se profundizan se vislumbra la complejidad y en algunos, la falta de herramientas disponibles o las que existen, igual que los medicamentos, solucionan una patología pero crean varias colaterales no queridas. En este trabajo sólo se pueden exponer algunos, los más serios, pero restan numerosos más a estudiar por especialistas.

Inmoralidad y amoralidad
La inmoralidad está enquistada en todos los niveles del poder, desde los más altos. Su nombre es "corrupción". Significa corroer, corromper, desnaturalizar la sustancia. La corrupción política consiste en el abuso del poder en la función pública para usar los bienes del Estado en beneficio de intereses personales.

Se ha divulgado de tal manera que invade desde los más altos niveles del gobierno hasta los de menor jerarquía. Corrupto es el funcionario que delinque junto con el particular que contribuye a la corrupción. Aquí se detecta algo quizá más grave, cuando esta inmoralidad rota a la amoralidad pública. Esto es la ausencia de moral.

Un inmoral es el que sabe que lo que hace está en contra de la moral. El amoral es el que, aunque los conoce, prescinde de todos los valores morales y por lo tanto, considera a sus acciones más inmorales, que no las reconoce como tales, como necesarias para satisfacer sus intereses personales a costa de lo que sea.

Cuando la amoralidad llega al pueblo ya no le interesa la corrupción de los funcionarios ni candidatos, "roban pero hacen", se enriquecen pero "son nuestros líderes" y los votan sin que sus actos corruptos alteren sus índices de popularidad o "buena imagen". Si en nuestro país transitamos esta etapa entonces sufrimos un problema gravísimo: estamos muy enfermos.

En este caso se requerirán años o décadas para volver a la plena vigencia de la moralidad pública lo que debe ser afrontado por el próximo gobierno.

El principio de inocencia
Los corruptos y quienes los sostienen, afirman que los procesados, o denunciados, o sospechados de corrupción o de cometer delitos, no deben renunciar a sus funciones porque "deben ser considerados inocentes hasta que una sentencia los declare culpables", argumento muy utilizado por el kirchnerismo, manteniéndolos en sus cargos. Esto es falso de falsedad total.

La presunción de inocencia es exclusiva en el ámbito del Derecho Penal pero no de las faltas cometidas o la mala conducta del funcionario estatal en el ejercicio de su función. Los tribunales de la administración o los del juicio político o jury de enjuiciamiento no juzgan delitos ni dictan condenas penales.

Se limitan a sancionar o separar de sus cargos a los funcionarios o rechazar los fundamentos de la acusación. Si existiera la sospecha de comisión de delitos, además de las sanciones o separación de la función, deben remitir los antecedentes a los tribunales judiciales penales para que procedan.

Por tanto un Boudou, un Jaime, y tantos otros sospechados, hasta el propio presidente, no gozan de la presunción de inocencia ante sus graves faltas éticas y deben ser sometidos a los tribunales de la administración pública y luego a la jurisdicción penal competente si así correspondiere. La falta de resoluciones al respecto trasladará los problemas para que los resuelva el próximo gobierno.

Educación y salud
Están en íntima relación. Mi afamado amigo Abel Albino está enseñando en el país y en el mundo, que la alimentación y nutrición tienen que asegurarse desde el embarazo y en el primer año de vida de la persona que es cuando se desarrolla el 80% del cerebro humano que crece un centímetro por año (conferencia de Albino en el Vaticano y en todos los lugares que visita).

Si no es así, entonces los niños no tienen futuro y el país tampoco. Es inútil destinar a educación grandes asignaciones presupuestarias si el Estado no se preocupa por la embarazada y el lactante. Sin nutrición ni una buena alimentación son los que engrosan las listas de los "ni ni", no por ser pobres sino porque sus cerebros no se han desarrollado y peor aún, no podrán desarrollarse jamás.

La indigencia y la desnutrición nos golpean muy fuerte y no advierto ninguna medida ni empeño político en terminar con este flagelo. Este gobierno y los anteriores los mantienen como clientes porque los votan a cambio de dinero, por compra de votos, bolsones de comidas y planes sociales.

Un verdadero plan educativo sólo puede elaborarse a partir de la política sanitaria indicada que debe encarar en serio el próximo gobierno. Entonces sí será importante asignar a educación un porcentaje presupuestario no inferior al 6%.

Inseguridad
Los políticos en sus promesas y los gobernantes electos creen que la inseguridad se combate con más policías, más fuerzas de seguridad, más autos y más armas. Por supuesto que esto es necesario, pero no para combatir las causas del delito. Así sólo se atacan los efectos de la criminalidad pero no sus causas.

La desnutrición, la pobreza clientelar y la droga alimentan a las masas de delincuentes. Cuando algunos de ellos son entrevistados por periodistas, no saben hablar, son incoherentes, sufren atraso mental y es notorio que en general están drogados o son drogadictos.

La falta de nutrición y alimentación adecuada en su primer año de vida y en su niñez más la droga y falta de educación, producen como causa, estos estragos.

Sin perjuicio de sus responsabilidades penales si son imputables, discordando frontalmente con Eugenio Raúl Zaffaroni garantista y casi abolicionista del Código Penal, los gobiernos deben atacar las causas y de este modo quizá no necesiten tantos policías, ni autos patrulleros, ni armas para combatir el delito.

En esto Cristina no ha hecho casi nada y ésta es una herencia muy pesada para su sucesor.

La economía
Conocemos la grave situación económica en la que deja Cristina su gobierno, de lo que me he ocupado en numerosos artículos. Como síntesis digo: el crecimiento en base sólo al consumo, a la sustitución de importaciones, a vivir con lo nuestro y a nuestro encerramiento aislados del mundo, nos ha llevado a la altísima inflación (segunda del mundo), a la falta de inversión e ingreso de dólares, al cepo cambiario, a la falta de reservas, al déficit fiscal y comercial constante, al aumento de la pobreza y de la indigencia, etc.

El próximo gobierno deberá cambiar la política económica como tantas otras, para retornar Argentina al lugar de privilegio que tenía en el mundo hace un siglo.

La grieta, la desunión y el estilo
A millones en el mundo nos emocionó el Papa argentino, muy nuestro, cuando en setiembre de 2015, ante la ONU y representantes de 170 países, recitó aquellas memorables palabras del Martín Fierro "los hermanos sean unidos… ". Soy opositor a la Presidente y su régimen.

En general sus acciones de gobierno atentan, en mi opinión y la de muchos, contra el bien común. Pero lo que más me indigna es su prédica constante desde el atril y por cadena nacional, sin posibilidad de debate alguno, y sobre la base de su autoritarismo integrante de su ADN, el fomento de la desunión entre hermanos, el odio ante quien piensa diverso, la intolerancia del "enemigo", la falta de respeto a nosotros y a nuestros próceres, el comprender y aceptar que el "adversario, no enemigo" enriquece con sus ideas la democracia, y su falta de humildad que sustituye por una soberbia que no puede disimular y que nos obliga a no verla, no escucharla, cambiar de canal y en fin, no aceptar nada de lo que "relata" con faltas a la verdad presente e histórica.

El nuevo Presidente deberá restañar estas grietas y heridas, con un nuevo estilo y gestión de gobierno y abandonar para siempre el populismo, que tanto mal le ha hecho y hace al país. Soy de los que no cree que el kirchnerismo es peronismo. Aunque discrepo con muchas de sus ideas, estimo que el peronismo del Perón que se abrazó con Balbín y que dijo que "para un argentino no hay nada mejor que otro argentino" es hoy un movimiento democrático que, como tal, se debe respetar.

A partir del 11 de diciembre debemos marchar todos juntos, con nuestras ideas y discrepancias, pero unidos en la patria que es de todos y en la obtención del bien común, con humildad y fraternal consideración y respeto.

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