La guerra de las bolitas

La pelea por las bolillas blancas y negras en el Senado se convirtió en una fuerte pulseada entre Francisco Pérez y Alfredo Cornejo, en plena campaña electoral.

La guerra de las bolitas
La guerra de las bolitas

Por José Luis Toso - jtoso@losandes.com.ar

La política mendocina está a punto de  finalizar un tormentoso proceso de selección, evaluación y votación de nominaciones para distintos cargos propuestos por el Ejecutivo que requieren el acuerdo del Senado. La sesión especial prevista para el martes llega en medio de críticas y acusaciones propias de un proceso electoral que comienza a mostrar urgencias por la cercanía de la fecha de las primarias abiertas.

El principal referente opositor, Alfredo Cornejo, y el gobernador, Francisco Pérez, fueron los encargados de dar y recibir en el enrarecido clima que generaron las nominaciones enviadas a los senadores.

Sin duda, el Ejecutivo tiene la mayor responsabilidad por las turbulencias en virtud de la fecha elegida para enviar los pliegos. Si bien es cierto que nada impide que un gobernador proponga para la Corte y otros cargos de la Constitución a dirigentes de su propia orientación partidaria, tranquilamente Pérez podría haber buscado consenso entre oficialismo y oposición para ocuparse de los cargos vacantes en la Corte, la Fiscalía de Estado y el Tribunal de Cuentas en el segundo semestre del año, conociéndose ya el nombre del nuevo gobernador de la Provincia. Radicales y demócratas no cuestionan tanto los antecedentes de los propuestos, sino su militancia ininterrumpida durante años.

La composición del Senado obliga al oficialismo a un celoso control de la asistencia de la totalidad de sus miembros a la sesión del martes, para que Miriam Gallardo, Fernando Simón y Ricardo Pettignano sumen más bolillas blancas que negras. Aunque también hay que tener en cuenta que recelos y heridas abiertas luego del último cierre de candidaturas podrían deparar alguna sorpresa al cabo de la votación secreta de los senadores.

Voceros del oficialismo aseguraban ayer que no debería esperarse ninguna deserción entre los legisladores propios. Es que hubo en la semana muchas especulaciones con el argumento de un supuesto descontento del justicialismo del sur provincial por el cierre de listas y también entre quienes se pueden sentir afectados por la traumática salida de Matías Roby del gabinete de Pérez.

Si el oficialismo logra, finalmente, que no haya bolillas negras provenientes de sus propias filas, el otro aspecto a contemplar en virtud de la paridad existente con la oposición es la postura que adoptarán los senadores Simón y Pettignano, nominados por el Gobernador para la Fiscalía de Estado y el Tribunal de Cuentas, respectivamente. Si el número de senadores presentes para la votación secreta contempla la posibilidad de un empate, Simón y Pettignano no participarían porque para un eventual desempate estará presente el vice- gobernador Ciurca.

En cambio, si el número de legisladores llegase a ser impar, sí participarían los dos nominados, quienes se votarían a sí mismos por una cuestión de disciplina partidaria. “La postulación le corresponde al justicialismo y por eso los legisladores tienen que hacer lo que decida la conducción del bloque”, explicó un allegado al oficialismo para justificar una eventual “autovotación” de Simón y Pettignano.

De precandidatos y estrategias en el oficialismo. Si bien para el oficialismo local el enemigo a vencer es Alfredo Cornejo, la interna que se ha generado de cara a las PA SO de abril va marcando una interesante diferenciación de estrategias entre los precandidatos.

Adolfo Bermejo, fiel al estilo de su referente nacional, Daniel Scioli, parece querer escaparse de las escaramuzas que genera la gestión de Pérez con la oposición y camina por la provincia buscando instalar la fórmula que comparte con Diego Martínez Palau. No obstante, el maipucino confía en sortear el trance de las primarias y constituirse en el candidato del oficialismo. Se centra para ello en las propuestas de modo de mantenerse a prudente distancia del Gobierno, con el cual mantiene una relación normal, ni más ni menos. Lo suyo es puertas adentro de Mendoza, ya que sabe que no goza de ninguna simpatía en el cristinismo.

Guillermo Carmona, en cambio, quiere convertirse en el representante de Cristina Kirchner en la provincia. Está convencido, y quiere demostrarlo en la campaña, que la Presidenta no está en contra de la provincia sino solamente molesta con la dirigencia mayoritaria del peronismo que privilegió acuerdos entre los sectores tradicionales del PJ local y dejó de lado un acuerdo con el kirchnerismo. En ese sentido, ya es muy crítico públicamente de algunas medidas de la gestión provincial.

Mediciones locales han determinado que la pelea entre Pérez y la Casa Rosada por el tema de las candidaturas terminó perjudicando la imagen del Gobernador, detalle que no pasa inadvertido para Carmona y su sector kirchnerista local, que busca nacionalizar la campaña, mientras del lado de Bermejo se intenta una total provincialización alejada de los vaivenes políticos y económicos nacionales.

De todos modos, en el sector mayoritario del peronismo nadie piensa en mantener una disputa feroz con los restantes precandidatos, menos aún con Carmona. Saben muy bien que la situación financiera provincial requiere el mantenimiento de una relación aceptable con la Casa Rosada. La Provincia necesita garantizar el pago de sus obligaciones y para ello la percepción a tiempo de regalías y coparticipación federal son fundamentales. Las cuentas bancarias provinciales necesitan encontrarse operables ante cualquier eventualidad. En ese contexto, Carmona puede ser la llave que abra puertas en el hermético reducto cristinista. Una mano lava la otra...

Del lado del radicalismo. Alfredo Cornejo  por ahora prefiere eludir el debate innecesario pero sí confrontar con Pérez y su gobierno, como lo ha venido haciendo, entre otros asuntos, por las polémicas nominaciones puestas a consideración del Senado. El godoicruceño se ampara en las encuestas, que mayoritariamente le otorgan a la oposición las mejores chances para las próximas elecciones locales, porque, como ocurre a nivel nacional, una amplia mayoría de mendocinos quiere un cambio político a partir de diciembre. Pero muchos le sugieren a Cornejo no descansar en la lista de unidad que consensuó en su momento, ya que la interna del oficialismo hacia las PASO estaría marcando una intención de voto cercana al 40 por ciento hacia al oficialismo en su conjunto, un guarismo para nada despreciable si se lo toma como base para las generales de junio.

Con la discusión por los cargos que votará el Senado, Cornejo logró llevar al Gobernador a la confrontación directa. Tanto en el oficialismo como en la oposición están atentos para evaluar si esa puja resulta beneficiosa o no. El color mayoritario de las bolillas dirá que uno de los dos ganó, pero las heridas pueden ser mutuas.

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