La entrevista de Guayaquil y un problema de vocabulario

Al cumplirse el 195º aniversario de la “reunión cumbre” entre José Francisco de San Martín y Simón Bolívar, aquella que sellara la suerte de América, nos parece oportuno rescatar un trivial episodio en torno a las entonces secretas conferencias que ambos líderes mantuvieron durante los días 26 y 27 de Julio de 1822 en la ciudad de Guayaquil.

Resulta importante destacar que entre los libertadores ya existía un contacto epistolar e incluso la firma, a través de sus ministros plenipotenciarios, de un tratado de amistad y unión entre el Protectorado del Perú y la Gran Colombia, por el que ambas naciones comenzaban el camino de unidad latinoamericana, en el que coincidían plenamente.

Si bien el mayor interesado desde el mes de Febrero de ese año en la reunión era el propio Protector del Perú José de San Martín, lo cierto es que Bolívar esperó el cenáculo con ansias, prodigando halagos al libertador del sur, y expresando su deseo de “estrecharlo en sus brazos” y conocerlo personalmente.

Luego de meses de espera finalmente San Martín llegaba a las costas guayaquileñas y Bolívar anticipaba su recepción con una misiva donde expresaba el beneplácito de “poder abrazarlo en el suelo de Colombia”, dando por sentado de manera unilateral la anexión de ese territorio a la reciente nación fundada por él.

Así San Martín desde un primer momento pudo identificar que si bien la causa por la que luchaban el caraqueño y él era la misma: la libertad de América; sin duda era uno de los pocos puntos en común.
Iniciadas las reuniones secretas, allí entre cuatro paredes hubo un término utilizado por el Protector del Perú que molestó sobremanera al secretario del venezolano quien más tarde, en su correspondencia, tildó de grosero y vulgar a San Martín por el uso de la palabra "pellejerías" en dos ocasiones durante el encuentro.

José Gabriel Pérez, escribió al secretario de Relaciones Exteriores de Colombia el día 29 narrando el encuentro entre ambos líderes de la siguiente manera: “Al llegar a la casa, preguntó el Protector a su Excelencia (Bolívar) si estaba muy sofocado por los enredos de Guayaquil, sirviéndose de otra frase más común y grosera aún cual es pellejerías que se supone ser el significado de enredos; pues el mismo vocablo fue repetido con referencia al tiempo que hacía que estábamos en revolución, en medio de los mayores embarazos”.

“Se supone ser el significado de enredos”  decía el Secretario. ¿Pero por qué la molestia? Es que para el uso regional “pellejerías” correspondía a “cosas de rameras” ya que la palabra “pelleja” significa “prostituta” siendo para aquella zona de América un vocablo obsceno, en tanto que para otras regiones hispanohablantes el sentido difería, siendo el de “Padecimientos sufridos causados por la pobreza”; “contratiempos”; “situaciones difíciles”.

Según Pedro Luis Barcia en su “Ideario de San Martín” (2015) la acepción contemporánea al término sería “puteríos” que equivaldría cabalmente a las “pellejerías” venezolanas. Sin embargo, Pérez, entendió que el uso rioplatense que San Martín le daba al término era el de “enredos” o “líos”, sin embargo y pese a comprenderlo de ese modo evidentemente le molestó su uso, y por ello tildaría a San Martín de vulgar, en su relato; situación que ha sido utilizado por los detractores del Protector descontextualizando completamente el vocablo y sin tener en cuenta el significado que el Gran Capitán le asignaba respecto a las complicaciones en que estaban enredados en la lucha por la independencia de América.

Ya bastante “tirantes” estaban las relaciones entre dichos mandatarios de la República del Perú y la Gran Colombia en ese momento, por lo que imaginamos la sorpresa de los venezolanos ante el término utilizado por San Martín apenas comenzada la charla. Desavenencia inicial más que interesante a partir de un vocablo no sólo por lo que no se dijo, o se dejó entrever, sino por su aparente significado, malinterpretado sin duda en un primer momento, pero también prueba de las diferentes culturas y mundo al que ambos liberadores pertenecían.

Con la misma acepción de “enredos” o “problemas” el Gran Capitán volvió a utilizar el término en sus cartas años después al menos un par de veces más en sus misivas a su gran amigo Guido en las que le decía: “Por si quiere sufrir nuevas pellejerías…” y  “Admita usted la santa bendición de su nuevo prelado, con la cual recibirá la gracia que tanto necesita para libertarse de las pellejerías que le proporciona su empleo”.

Hoy, aquel vocablo que tanto sorprendió a Bolívar y su secretario ha caído en desuso, no así su significado representado por otros modismos utilizados a lo largo de todo el continente americano; particularidades de un pequeño detalle en un hecho histórico de tanta trascendencia como fue la Entrevista de Guayaquil que recordamos a través de esta curiosa anécdota.

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de Diario Los Andes.

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