La economía después de octubre

El año electoral que estamos viviendo ha tenido efectos negativos para la economía del país, ya que básicamente el gradualismo de la política económica del gobierno nacional se hizo aún más gradual.

Cualquier análisis de lo ocurrido durante lo que va del año comprueba que el gobierno ha tratado, como suele decirse, de "hacer la plancha". Se ha conformado con una leve reactivación, propia del ciclo económico, luego de la recesión del año pasado.

No obstante, debe rescatarse el gran esfuerzo del Banco Central, mediante la política monetaria para reducir la inflación que, siendo alta, alrededor del 20%, es la mitad de la del año anterior. Logro importante si se tiene en cuenta que la política fiscal, con aumento del gasto público, ha ido en sentido opuesto.

"El gobierno no ha implementado ninguna reforma estructural, ninguna reforma para mejorar la competitividad", dice Joachim Maier presidente de Mercedes-Benz de Argentina y presidente de la Asociación de Fábricas de Automotores (Adefa). Agrega que si el país quiere salir al mundo debe resolver "un combo que arrastra desde hace tiempo: mucho proteccionismo, poca competencia y demasiados impuestos". Lamentablemente porque poco o nada se avanza en la reformas de fondo necesarias para superarlos.

Un diagnóstico muy preciso y contundente de la situación lo ha hecho el economista Diego Giacomini, director de la reconocida Consultora Economía & Regiones, creada por Rogelio Frigerio actual ministro del Interior. En un reportaje en el tradicional semanario "El Economista" dice: "El estancamiento de Argentina y la caída del PBI per cápita que experimenta hace seis años (entre 2011 y 2016 cae 7%) se explica por lo fiscal. Argentina tiene una estanflación de oferta agregada por asfixia del sector público. El gasto público es 15 puntos mayor al del promedio de la región; la presión tributaria es 11% más elevada; el déficit el triple y el costo del capital también".

Agrega que tenemos las peores regulaciones de la región tanto en el mercado de trabajo como en el comercio interno e internacional. La consecuencia es que el sector privado no crece porque está ahogado por el sector público y no tiene incentivos para aumentar la producción e invertir. Éste es el nudo gordiano que el gobierno tiene que desatar. Difícilmente pueda hacerlo con parsimonia gradualista, menos aún convocando a algún acuerdo con los que a lo largo de los años hicieron el nudo.

El déficit fiscal total que incluye la carga de intereses de la deuda es del 8% del PBI. Pretender reducirlo, al igual que el peso del gasto, apostando al crecimiento de la economía es un camino que necesita décadas, además de ser incierto.

El gobierno gana tiempo financiando el déficit con deuda. No sólo los economistas más serios dicen que esta vía es insostenible en poco tiempo más; lo dice el sentido común y la historia del nuestro país. Ese camino recorrido varias veces termina siempre en una crisis y un default. Mientras tanto, el sector financiero nacional e internacional hace buen negocio cobrando intereses que ningún país con buena economía paga, incluidos vecinos como Bolivia o Perú.

La Consultora citada hace también una preocupante referencia a la situación de la inversión, base del crecimiento económico. Apunta que en la región la relación inversión/PBI es del 23% y el ahorro, que financia esa inversión, ronda el 22-23%. En Argentina tenemos un sector público que tiene un desahorro de 8 puntos porcentuales, que es el déficit fiscal. Eso hace que el ahorro total de la economía ronde el 14% y la inversión total esté en ese nivel. Esto explica el muy bajo o nulo crecimiento de la economía. Pensar que la falta de inversión la cubrirán las inversiones extranjeras, sin hacer la reformas estructurales que hemos mencionado, es una fantasía, es poner "el carro delante de los caballos".

Después de octubre el dilema económico del gobierno es claro: o encara las reformas o seguiremos vegetando.

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