La curiosa plaza de los cinco nombres

Aún tras una completa remodelación, la plaza Sarmiento conserva una memoria de gestas, fusilamientos, homenajes y conciertos. Pasó por cambios de estructura y denominaciones diversas, hasta que, en 1966, se erigió allí el monumento al Maestro de América.

La curiosa plaza de los cinco nombres
La curiosa plaza de los cinco nombres

Actualmente, la plaza Sarmiento (ubicada entre las calles Lavalle, Buenos Aires, José Federico Moreno y Montecaceros), está siendo  remodelada en su totalidad.

El predio tiene una gran historia que data del siglo XVIII, cuando se la denominó Plaza Nueva. La misma fue testigo de grandes acontecimientos y tuvo, a través de los años, varios nombres hasta llegar al actual.

La nueva plaza colonial

Luego de la llegada del fundador Pedro del Castillo se realizó el trazado la nueva ciudad. Entre las parcelas que se delinearon, se dejó un amplio terreno como plaza, que luego se llamó Plaza Mayor; a su alrededor se ubicaron los edificios administrativos y dos iglesias.

Con el tiempo, la ciudad creció y se extendió hacia los cuatro puntos cardinales. En el sur se trazó otra plaza que se denominó “Nueva” en el límite urbano.

Algunos investigadores afirman que, en el siglo XIX, esa plaza congregaba a las milicias locales para instruirlas en el manejo de las armas. Recordemos que la milicias eran ciudadanos que se militarizaban en caso de emergencia y tenían el objetivo de defender la ciudad en forma voluntaria. En la Plaza Nueva, estas tropas eran convocadas por las autoridades los días lunes, miércoles y viernes con el fin de adoctrinarlas.

Testigo de fusilamientos

Varios historiadores afirman que en la Plaza Nueva fue fusilado el coronel Lorenzo Barcala.

Se sabe que un grupo de federales estaba tramando una conspiración con el objetivo de separar y aislar a Buenos Aires y al gobierno de Rosas. Inmediatamente fue convocado el unitario Barcala quien, luego de haberse retirado, vivía en la provincia de San Juan.

El general Aldao fue informado por varios espías acerca de una confabulación en Chile y en otras provincias contra los federales; en los informes, se deslizaba que Barcala era uno de los cabecillas del levantamiento revolucionario.

Inmediatamente, el militar rebelde fue extraditado a Mendoza,  interrogado y acusado de sublevación.

El día 30 de julio de 1835 fue sentenciado a la pena capital por el tribunal y ejecutado al día siguiente.

En la mañana del 1 de agosto el pelotón de fusilamiento marchó con su oficial a cargo y el prisionero hacia la Plaza Nueva para su ejecución, en el mismo lugar donde instruía a sus tropas en 1816. El tambor marcaba el toque de fusilamiento. A las 11 de la mañana, el “negro héroe” afrontó la muerte con valor.

Con nombre de Buenos Aires

Antes del terremoto de 1861, se dice que la plaza cambió su nombre por el de “9 de Julio” y, luego de la reconstrucción de la ciudad, se la llamó “de Loreto” por encontrarse allí el templo religioso.

A partir de fines del siglo XIX, la misma pasó a denominarse "Buenos Aires" y su remodelación incluyó una fuente en el centro del lugar.
Allí, entre semana, una multitud se reunía para escuchar a la banda de música que deleitaba a los vecinos del barrio con sus canciones.

Pasaron varios años para que, en 1919, durante el gobierno de José Néstor Lencina, mediante el decreto 739, la plaza Buenos Aires pasara a llamarse Lima en honor a la capital del pueblo peruano. Pero a fines de los ‘20 volvió a tomar el nombre de Buenos Aires.

En varias ocasiones la plaza estuvo abandonada y sirvió para que se produjeran asaltos a los transeúntes.

En la década del ‘40, se dictó la Ley 1.595, por la cual se designó con el nombre de Domingo Faustino Sarmiento a la plaza Buenos Aires. La misma ley disponía erigir un monumento en su honor.

Monumento a Sarmiento

Durante años, una comisión pro-monumento a Sarmiento integrada por distinguidas personalidades de la cultura y la educación mendocina trabajó en el proyecto:  recaudó fondos para la ejecución del deseado monumento al “Maestro de América” avalado por la ley provincial N° 3321.

La obra fue encargada al destacado escultor Luis Perlotti y el costo de la misma fue de  $ 1.800.000 moneda nacional. La provincia aportó unos $ 500.000 y el resto fueron donaciones de ciudadanos y escolares para ese fin.

La obra fue traída y armada en el predio y el 19 de noviembre de 1966, quedó inaugurada.

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