La conocí en el patio del colegio

Ella se acercó y me dijo directamente:

-¿Vos sos el que escribe cuentos para la revista del Centro de Estudiantes?

Quedé asombrado ante la pregunta. Francamente creía que nadie leía mis historias. Salí de mi sorpresa y le contesté que sí, que efectivamente era yo el autor de esas líneas.

-Me gustan mucho- me dijo. --¿Tenés a mano algún cuento nuevo o algo que no hayas publicado?- preguntó.

Por suerte, siempre cargaba conmigo en la mochila el cuaderno con los relatos que escribía. Abrí el cuaderno en el último, que había terminado de escribir hacía un par de horas nomás, que trataba de un asesinato, y se lo di.

Mientra ella comenzaba a leer, me asaltó la duda sobre si le gustaría o no. Rara vez le mostraba mis textos a alguien. Sólo los publicaba cuando yo me sentía seguro de que no eran, según mi parecer, una soberana basura.

Tardó en leerlo en un par de minutos. Tampoco era tan largo el relato. Me lo devolvió y me dijo:

-Está muy bueno, de verdad-.

Le di las gracias y noté como una especie de pudor ante el halago. También noté como se le comenzaba a dibujar una leve sonrisa, muy particular, muy sutil…  solo se le movía imperceptiblemente hacia uno de sus costados, parte de sus labios.

Veo un interesante cambio de estilo- me espetó sin más.

– ¿En serio?-. pregunté.

No podía creerlo. Alguien se fijaba en mis cuentos y los analizaba.

–Sí. Ahora tu estilo es escribir bien- remató y soltó la carcajada.

En vez de enojarme, reí con ella. Al fin había encontrado a alguien con más sarcasmo que yo. Y en ese instante lo supe. Me había enamorado por primera vez.

Fuimos inseparables durante toda la secundaria. Obviamente fuimos creciendo y nuestros caminos comenzaron a bifurcarse por búsquedas diferentes. Igual siempre nos mantuvimos en contacto. Ella se fue a otras latitudes, a construir sus sueños. Yo me quedé por aquí. Tal vez con los mismos sueños, pero con sutiles diferencias de lugar.

Ahora, ya partió definitivamente. Sé que la volveré a ver en otro plano. Estoy seguro. Hasta luego.

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