La bombonera

Se fue Bauzá vino Sampaoli, y la cosa siguió igual por no usar la palabra peor. Estamos colgando de la cuerda floja y la cuerda cada vez está más floja.

Jorge Sosa - Especial para Los Andes

Las grandes preocupaciones nacionales que ocupan la portada de los diarios en estos momentos son: el caso Maldonado (que de todos modos debe resolverse), las elecciones que se acercan (aunque todavía no pueden hacer proselitismo ya lo hacen) y el partido contra Perú de la Selección argentina.

Hasta el presidente Macri, con todas las ocupaciones que tiene, anda con la preocupación encima porque Argentina se clasifique para el Mundial: que perdamos pero adentro del torneo y no afuera.

Se han intentado cambios para que la cosa funcione pero no ocurre. El empate contra Venezuela nos dejó más desubicados que rabino en el Vaticano. Se fue Bauzá vino Sampaoli, y la cosa siguió igual por no usar la palabra peor. Estamos colgando de la cuerda floja y la cuerda cada vez está más floja.

Dentro de las acciones mágicas para que se nos dé el triunfo está el cambio de estadio. Van a abandonar el tradicional escenario de estas pujas, el Monumental de River, para jugar el partido en la Bombonera y uno se pregunta ¿Por qué? ¿Qué tiene la Bombonera que no tenga otro estadio? ¿Poseerá algún fluido misterioso que caliente un poco el pecho a los jugadores? ¿Producirá alguna atmósfera especial que oriente la pelota hacia el arco rival? De ser cierto esto, Boca no perdería nunca en su estadio y ha perdido varias veces.

Digo yo, cuando Boca pierde varios partidos seguidos ¿cambia de equipo o de estadio, ah? Dicen que la Bombonera tiembla, pero un temblor bien puede ser provocado por una emoción benigna y profunda, pero también por el miedo.

Dicen que la gente está más cerca y eso hace que los jugadores escuchen bien el aliento que baja de las tribunas, pero si la cosa viene mal también van a escuchar bien cerca los insultos que bajen del mismo lugar.

No importa el escenario donde se realicen las competencias. Es como si del Potro dijera: no quiero jugar en esa cancha de polvo de ladrillos, quiero una de polvo de baldosas; como si San Martín hubiera dicho: no me gustan los campos de Maipú prefiero pelear con los españoles en Viña del Mar, así los derrotamos y después nos damos un bañito de esa exquisita agua fría que tiene Chile.

¿Te imaginás que el indio Solari decida no actuar en los campos de Olavarría porque no le gusta, que prefiera actuar en los campos de Córdoba? ¿Qué va a pasar con el recital? ¿Va a ser distinto? ¿Va a cantar mejor? ¿Las canciones se emitirán de más esplendorosa manera?

Es cierto que la cancha de Boca provoca ciertas sensaciones que otros estadios no provocan, pero porque en la cancha de Boca está la hinchada de Boca, la famosa 12. Eso es lo que la hace diferente. A no ser que la AFA se decida a contratar a la 12 para que aliente durante el partido con los peruanos.

La cuestión es que el estadio para el partido con los de la tierra de los incas se va a jugar en la Bombonera porque, según los melonudos hombres de la AFA, ese escenario nos da ventajas que otros no dan. Mejor no nos fijamos en los antecedentes, porque fue precisamente en La Bombonera, elegida entonces por iguales motivos, donde perdimos la clasificación para el Mundial de México de 1970 y precisamente con Perú.

Mientras tanto los delanteros argentinos siguen haciendo goles en el fútbol europeo, y muchos. Entonces uno se plantea seriamente: al partido contra Perú había que jugarlo en el Camp Nou o en el estadio del Manchester. En una de ésas, se inspiran los muchachos.

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