Juan Garau Capó fue distinguido por su trabajo en la tierra y su solidaridad

Llegó con su familia desde el Valle de Uco hace muchas décadas y es un antiguo y conocido vecino de la Calle Larga de San Rafael. Una vida entre cultivos.

De oficio agricultor, Juan  Garau Capó (88) fue distinguido por su vida de trabajador de la tierra por el Rotary Este de San Rafael. Éste es uno de los pocos premios que ha recibido y el mayor para él es haber obtenido de la tierra lo que le pidió: mantener a toda su familia y ayudar a quien pudo.

Los que lo conocen sostienen que es un hombre “de principios y muy solidario”. Nació el 28 de setiembre de 1928 en Tunuyán. Hijo de Juan Garau y Catalina Capó, ambos inmigrantes españoles oriundos de Mallorca.

Con sus hermanos Margarita, Clemente, Catalina, Francisco y Barbarita, Juan vivió su niñez en el paraje de Casas Viejas, San Carlos, y luego en la estancia El Cepillo, donde cursó sus estudios primarios.

Recuerda que precisamente en el Valle de Uco un día leyeron con su familia en un periódico que estaban a  la venta o “en renta” unas tierras en Calle Larga de San Rafael. Poco después decidieron trasladarse hacia ese paraje y concretar el alquiler que les permitió empezar a cultivar las tierras. Hicieron una plantación de chacra y con el fruto del esfuerzo pudieron pagar las tierras arrendadas y transformarse en propietarios.

Cumplió el servicio militar en la base de El Plumerillo, donde realizó un curso y se recibió de piloto. Como anécdota cuenta que cuando se inauguró la cancha de fútbol de Atuel Norte tuvo el honor de sobrevolar la cancha y tirar la primera pelota.

Contrajo matrimonio en 1953 con Magdalena Mateo. Tuvieron dos hijas, Norma y Viviana, de las que nacieron 6 nietos y 7 bisnietos. En 1966 murió su padre y las tierras fueron divididas entre sus herederos. Los que vivían lejos decidieron vender su parte y Juan fue comprando paulatinamente el resto sumándolo a sus tierras; de esta manera logró reunir nuevamente en sus manos las hectáreas originales.

Después de la muerte de su padre se trasladó a vivir a San Rafael. Alquiló una vivienda hasta que en 1975 pudo comprar su casa en la calle Independencia, donde también alojó a tres de sus sobrinos para que pudieran estudiar.

Continúa hasta hoy viajando todas las tardes a la finca para controlar los trabajos y siempre allí lo espera su empleado de toda la vida y ahora su gran amigo el “Pelado” Giménez, quien tiene la misma edad que él y continúa viviendo en la finca.

Aclara en sus relatos que sus cultivos son viñas y frutales. Para la época de vendimia, recuerda, durante mucho tiempo manejó su propio camión para llevar la uva a la bodega Resero de Salto de las Rosas, donde pasaban toda la noche en fila para poder descargar y volver a la finca al otro día y llenar de nuevo el camión.

En 1976 compró la bodega hoy llamada “Nueva Sierra Nevada SRL” donde elabora sus vinos.

Supo hacer muchas amistades y ellas mismas lo califican de persona ejemplar, como esposo, padre, abuelo, bisabuelo, suegro, tío y hermano, y también padrino porque cuenta con 9 ahijados.

Vive siempre dando gracias a Dios por todos los beneficios recibidos. Le encantan los almuerzos familiares y los disfruta como un niño junto con Magdalena, su compañera incondicional. Los domingos los llena con  encuentros familiares o visitas que hace a sus sobrinos que viven lejos de San Rafael para “mantener la unidad familiar”, dice.

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