Jorge Marziali: “Canto contra la estupidez humana”

Fue periodista pero se lo ganó el canto. Después de haber recorrido la canción argentina de punta a punta y de haberse convertido en el juglar del país, Jorge Marziali regresa a su tierra natal sin pelos en la lengua.

Anda caminando por las callecitas de Guaymallén, donde pasó una infancia de pelota de trapo y guitarreo. “Mis tíos hacían rimas con todo”, ríe. E improvisa una con el nombre de su interlocutora. “Por eso cuando estaba en segundo grado y la maestra pidió una composición, yo le salí con una coplita”. En esa evalución- recuerda Marziali- “estaba prohibido escribir en verso”, pero la maestra rompió las reglas y le puso un 10.

-Aparte de los recuerdos, ¿qué te pasa cada vez que pisás de nuevo tu Mendoza natal?

- Me da un ataque de responsabilidad. Puedo hacer el mismo espectáculo que hago en otros países pero acá es como que te está mirando tu mamá.

Eso siente el trovador ahora que se subirá al escenario del Independecia para presentar “La fiesta interior”. Y explica: “Es la fiesta que llevo adentro pero puesta en escena. La alegría del canto compartido”.

Claro que rememora las guitarreadas mendocinas, a las que volaba cuando salía de ejercer su trabajo de periodista en la redacción.

- ¿Qué le dio el periodista al cantor?

- El poder de síntesis, la observación, la curiosidad en ejercicio permanente...

Eso continuó en Buenos Aires, adonde partió en el ‘76 luego de que “me reventaran la casa”. Igual no le interesa explayarse en el tema.

- ¿Por?

- Es que suena a que tenés más autoridad para hablar y se hace de eso una trivialidad.

- ¿Alguna vez fueron censuradas tus canciones?

- Sí pero ya en democracia. Fue en un Festival de Cosquín. Prohibieron mi canción “Los obreros de Morón”, en la versión de Alfredo Ávalos.

- ¿La razón?

- Hay una parte en la que la letra menciona a Perón, pero sin adjetivarlo. 
  "Si discuten algún tema/se deschavan con sus lemas /si viviera votarían por Perón", dice la famosa canción dedicada a los trabajadores del conurbano.

- ¿Entonces cómo ha sido tu relación con el Cosquín?

- Es un negocio que no tiene que ver con el arte. Más bien una plataforma turística para darle empuje a una localidad. Tuve una mala experiencia cuando estaba Julio Mahárbiz, pero porque era un milico disfrazado de folclorista.

- Hay varios de esos...

- Sí, pero prefiero no explayarme tampoco sobre el asunto. Uno sabe que tiene que cinturearla. Sabe que hay festivales donde te dan poco tiempo porque después viene un grupo de cuarteto. Y bueno, si no te gusta no vayás. Igual a Cosquín he ido muchas veces y he sido jurado. Mi relación ahora es muy buena.

A Jorge tampoco le parece que lo encasillen en la música folclórica. No exclusivamente. “Yo pienso que hago una canción de raíz argentina”. En su recorrido, pues, ha acumulado un repertorio de resfalosas, cuecas, zambas.

- ¿Y cuál es tu vínculo con la tonada?

- Hago tonadas. Pero creo que tiene que revisar su temática. Nunca pueden zafar de la farra, el vino, el compadre...Me refiero a lo que he escuchado actualmente. Por supuesto que hay autores inmensos también. Pero si uno le hace, por ejemplo, una dedicada al Hidalgo Alfonso Quijano, entonces te dicen que eso ya no es tonada

En “La fiesta interior” hay ritmos del norte, del centro y del sur.

- ¿Y cómo reflejás en las líricas el momento actual (político y social) que atraviesa el país?

- Va más allá de eso. Canto contra la estupidez humana de todas las épocas. Porque lo que estamos viviendo ahora no es más que la repetición de cosas que ya han pasado. Son los nietos y bisnietos de aquéllos los que ahora detentan el poder. Impera una ideología retardataria, con respecto al respeto del ser humano. Estamos atrasando treinta años. ¿Y por qué? Los medios tienen mucho que ver...Ya no son los tres poderes que te enseñaba la maestra en Educación Cívica. Ahora está primero el poder de los medios; segundo el judicial; tercero el ejecutivo; y el legislativo directamente no existe. Pero todos esto son habladurías de un cantor.

El camino del cantor

Poeta y compositor, Jorge Marziali empezó a andar camino en la música argentina desde mucho antes de su primer recordado disco "Como un gran viento que sopla", aparecido en el 83.

"Los obreros de Morón", "Cebollita y huevo", "Este Manuel que yo canto" y "Coplas de la libertad" se convirtieron en infaltables de las peñas y guitarreadas.

Así, Marziali marcó huella propia en la música criolla. Y se lanzó a recorrer el país, alternando sus recitales, con charlas y conferencias en universidades, escuelas y centros culturales.

En 1986, el disco "Marziali cerca nuestro" lo afirma en la nueva canción argentina. Y sus temas viajan a Uruguay, Chile, Venezuela y México.

Su tercer disco es de 1990,  "Marziali de diario", llega con portada de Hermenegildo Sábat y presentación de María Elena Walsh. Y, luego de componer la banda sonora del largometraje "El general y la fiebre", dirigido por Jorge Coscia, debuta como actor.

El canto popular es su elemento. “Me gusta recordar lo que Violeta Parra decía: ‘Inventen ritmos, el arte es un viaje sin plan de vuelo”.

Con "El niño de la estrella", ganó el primer premio para el rubro "Canción" en el certamen organizado por la Federación Universitaria Argentina (FUA) y la Multisectorial de Apoyo a Cuba, sobre el tema "30 años de la muerte del Che Guevara".

En 1999 edita "Miradas", su cuarto álbum. Y en octubre de ese mismo año es declarado "Maestro del Alma" por la Secretaría de Cultura del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.

En el 2000 aparece "¿Y por qué?", un disco con 12 canciones para niños. Y en el 2004 edita "Padentrano", un trabajo en el que profundiza su visión de la música argentina de raíz criolla.

Marziali es autor de obras de nuestro cancionero popular como "Cebollita y huevo", "Los obreros de Morón", "Este Manuel que yo canto", "Coplas a la libertad", "El Cuchi musiqueador", "El niño de la estrella", "La Sixto violín", "Cuando Perón era Cangallo", "Así hablaba don Jauretche" entre muchas otras que reflejan nuestra realidad, historia, amor, tristezas y alegrías de nuestro país y América Latina.
Antídoto contra el pesimismo

Con esta puesta, el destacado cantautor mendocino regresa después de muchos años al escenario del Teatro Independencia.

"La fiesta interior" es un espectáculo poético musical escrito y protagonizado por el mismo Marziali, que ha seleccionado ritmos y poemas de la Argentina profunda y los ha ensamblado en el marco de una dinámica que permite un concierto cargado de alegría.

Desde el candombe rioplatense hasta la tonada cuyana, Marziali muestra la variedad rítmica que caracteriza a la canción popular, además de hacer un paneo sobre distintas modalidades lingüísticas de nuestro país: acentos esdrújulos heredados de los diaguitas en La Rioja o Catamarca junto al más puro lunfardo porteño y la ternura del parsimonioso decir norteño.

Este concierto ha sido presentado en Buenos Aires, Córdoba, Neuquén y otras capitales del interior con distintos formatos instrumentales.

En esta oportunidad, Marziali ha convocado a maestros como Gonzalo de Borbón (piano y guitarra), Marcelo Sánchez (bajo y coros), Polo Martí (guitarra), Marita Londra (quena y voz), y Nahuel Jofré (canto y guitarrón) para armar un tejido instrumental lleno de belleza y variedades tímbricas.

"La fiesta interior" es también una manifestación del alma nacional que en cualquier circunstancia histórica mantiene viva la alegría y la esperanza, por sobre pesimismos y desazones que impiden la mirada hacia un futuro que deberá encontrarnos unidos y cantando.

La entrada será un libro a beneficio de las Bibliotecas Populares de Mendoza.

La ficha

Jorge Marziali "La fiesta Interior"
Día y hora:
hoy, a las 22.
Lugar: Teatro Independencia (Espejo y Chile, Ciudad) 
Entradas: Un libro para donar. 

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