"Escuché que mi esposa gritó y me di cuenta de que algo pasaba. Entonces fui a la habitación y busqué mi arma", resume el hombre de 62 años que el jueves por la noche abatió a uno de los cinco delincuentes que entraron a su casa de Colonia Segovia en Guaymallén.
Les robaron el dinero que tenían de la cosecha.
Aunque hoy tienen en la puerta a un policía, la familia que fue víctima del robo está atemorizada y pide que no se publiquen datos que los identifiquen. Temen que amigos del sujeto que perdió la vida en medio del atraco vuelvan y les hagan daño.
Sus miedos tienen fundamentos: hace dos años sufrieron un asalto tan violento que el dueño de casa terminó en coma. Y el jueves fueron víctimas de una entradera de la que participó una gavilla que tenía bien planeado el robo: los cinco que entraron a la casa estaban armados, muy exaltados y violentos, y otro se quedó afuera esperando en un vehículo para huir.
Se cree que ya habían estudiado los movimientos de la familia porque esperaron la hora justa para entrar.
Minutos después de las 21.30, una mujer de 34 años estacionó su camioneta Kangoo en la puerta de su casa de calle Buena Nueva. Hacía minutos que había salido de su trabajo y sabía que la esperaban para cenar su hija de 14 años, su hermano y sus padres.
Casi mecánicamente, abrió el portón de rejas, entró con el vehículo y se bajó a cerrar. En ese momento y en la oscuridad -la zona es rural y no hay luces en la calle- fue emboscada por cinco sujetos, todos armados.
Con ella caminaron hasta la puerta de entrada y la tiraron al piso; durante el resto del atraco, uno de los ladrones se quedó con ella, apuntándole con un arma.
El resto de la gavilla aprovechó el momento en que su mamá abrió la puerta para recibirla. Pero en vez de con su hija se encontró de frente con cuatro ladrones armados, dos de ellos encapuchados, y, por instinto, lo primero que hizo fue gritar.
Muerto en la habitación
"Fui y busqué mi revólver -un calibre 22- y cuando miré hacia la puerta de la habitación vi a uno de los ladrones, que estaba armado. No dudé y disparé. Era mi vida o la suya", dijo el dueño de casa.
La bala, según testigos del hecho, hirió a Jorge Araujo (24) detrás de una oreja y le provocó una muerte inmediata. Su cuerpo quedó en el umbral de la puerta de la habitación, a su lado estaban su gorra y una pistola calibre .40.
Pese al disparo, el robo siguió su curso. Los tres ladrones que quedaban adentro amenazaban a la familia mientras le pedían a gritos dinero.
Así que la dueña de casa fue hasta donde tenían guardados sus únicos ahorros y se los entregó: la familia vive del trabajo en el campo y tenía entre 10 mil y 15 mil pesos, dinero con el que se alzaron los ladrones.
La fuga
Los delincuentes sólo iban por el dinero. Ni siquiera intentaron llevarse ningún objeto de valor ni tampoco el vehículo.
Por eso, cuando tuvieron la plata en sus manos, corrieron hacia la puerta y salieron.
"En ese momento nosotros cerramos. Pero parece que cuando estuvieron afuera se dieron cuenta de que faltaba uno de ellos y volvieron y nos gritaban que abriéramos. Patearon la puerta hasta romperla y por los agujeros que hicieron nos gatillaban pero ninguna de las balas salió. Como no pudieron abrir y nosotros les dijimos que habíamos llamado a la Policía se fueron", agregó el hombre.
Nadie sabe en qué vehículo ni hacia qué lugar escaparon, primero porque a esa hora en la calle no había nadie y además porque la casa está en medio de fincas y descampados que les sirvieron de escondite.
Cuando llegó la Policía, sobre la mesa (ya estaba preparada para que la familia se sentara a cenar) encontraron el arma del dueño de casa. A unos metros estaba el cuerpo sin vida de Araujo.
Otra vez víctimas
La zona donde vive la familia es rural. Pero, de a poco, las inmediaciones se están poblando de barrios privados y además hay decenas de salones de fiestas.
"En esta parte hay casas muy distantes entre sí. Y además los focos de las luminarias de la calle están quemados", cuenta un vecino.
Hace dos años, la familia que el jueves fue asaltada también sufrió un atraco violento. Asaltantes se llevaron una suma de dinero pero además golpearon al dueño de casa con tanta saña que el hombre quedó en coma y aún hoy tiene secuelas de ese ataque.
Como es la segunda vez que son víctimas y tienen miedo, por estas horas están pensando en abandonar el lugar en el que viven desde hace más de dos décadas.