Inspirados por un opiómano francés

La Filarmónica de Mendoza inicia su temporada sinfónica con una exuberante obra de Berlioz. Dirige Gustavo Fontana, que fue elegido por tercera vez para comandar el organismo. Julio Lonigro será el solista. A las 21.30.

Un artista en trance opiáceo, visiones fugitivas de una mujer amada y no correspondida, valses desenfrenados, escenas pastoriles, asesinato, cadalso y más sangre, muerte y corcheas endemoniadas, huesos de esqueletos sacándose chispas entre sí. Un réquiem y un aquelarre. Todo tiene lugar en apenas una hora de música.

Si es que, como con las películas, hubiera dentro de la música clásica un altar reservado para las obras “de culto”, ésta sería una. Ya sea porque es una de las más visitadas del repertorio (dada su exuberancia tímbrica) o porque Stanley Kubrick usó fragmentos en dos de sus películas más famosas, como “El resplandor” y “La naranja mecánica”.

Y cuando la Orquesta Filarmónica de Mendoza, bajo la dirección de Gustavo Fontana, la toque esta noche, se desafiará a sí misma: "Es muy difícil de tocar, es muy difícil de dirigir y es muy difícil de digerir también".

-¿Qué pasa ahí?

- ¡Hay tanta cosa pasando a la vez! Berlioz da un paso adelante en cuanto a llevar a los instrumentos a sus límites. De hecho, en el final hay una sección para vientos que es prácticamente intocable a la velocidad que él pide que se haga. Y no es que no lo pueda tocar la Filarmónica de Mendoza, la de Berlín tampoco lo hace...

Pero sí, basta de prólogos: hablamos de la “Sinfonía Fantástica” Op. 14 de Héctor Berlioz (1803-1869), la obra con la que nuestra orquesta abre su calendario sinfónico. Recordemos que la apertura oficial fue el 17 de febrero con un programa tanguístico al lado del bandoneonista Rodolfo Mederos.

Pero ahora, Fontana se explaya sobre una pieza que viene de 1830 y cuyo título oficial es “Episodio de la vida de un artista, sinfonía fantástica en cinco partes”:

“Es una obra icónica -dice tajante-. Es la primera con un programa escrito real (es decir, la primera obra cuya música es netamente descriptiva), más allá de la Sexta de Beethoven que tiene su connotación pastoral y demás, acá hay un programa escrito por el compositor, donde a partir de su adicción al opio, a partir del desengaño amoroso, busca respaldo donde puede. Está dividida en cinco partes, usa el ‘leitmotiv’ antes de que Wagner lo hiciera, y todo respetando la estética clásica”.

Así Fontana repite la cábala de empezar el año con pesada artillería orquestal: en el 2015 la Sinfonía N°1 de Gustav Mahler, el año pasado con la quinta de este mismo compositor...

Hoy completan el programa la obertura de “Las bodas de Fígaro” (Mozart) y el “Concierto para clarinete y orquesta” op.36 en Mi bemol Mayor de František Krommer. El solista aquí es Julio Lonigro.

Los adelantos

Ésta es la primera fecha de una temporada en la que también habrá lugar para la Sinfonía N°3 “Heroica” y la N°9 “Coral” de Beethoven, la N°2 de Mahler, “Resurrección”.

En 20 de abril actuarán en el Centro Cultural Kirchner con un programa dedicado a Antonín Dvorák(Sinfonía N°9 “Nuevo Mundo” y el “Concierto para cello y orquesta”, con Matías Longo como solista).

Antes de eso, y en el marco de Música Clásica por los Caminos del Vino, es probable que encabece el programa el poco interpretado oratorio “Cristo en el Monte de los Olivos” Op. 85 de Beethoven.

Para más adelante, se está terminando de definir la representación de “La Traviata” (Giuseppe Verdi), que había sido anunciada para la temporada pasada pero que, por las dificultades propias de la complejidad del género, se postergó.

“Acabo de tener una reunión justamente con Héctor Rosas, director de Actividades Artísticas de la Secretaría de Cultura, y nos lo propusimos como un hito para este año. Inclusive ya charlamos con algunos de los solistas y quienes preparan el coro. Posiblemente toda la producción esté también en San Juan dos meses antes”, explica Fontana.

Entre los solistas que nos visitarán, se destaca Pinchas Zuckermann, violinista y violista israelí, el 25 de agosto.

Otra novedad tiene que ver con la vuelta de tuerca que se le dará a los ya clásicos conciertos didácticos. Yendo un paso más allá en la formación del público, Fontana quiere apostar por complejizar la escucha del público: “El concepto está más cercano al de los famosos ‘Conciertos para la Juventud’ que organizaba Leonard Bernstein con la Filarmónica de Nueva York”, anticipa.

“La idea es que los chicos se lleven más que una experiencia orquestal, que entiendan elementos del reglamento, por decirlo de alguna manera, para disfrutar de otra manera: saber lo que es una melodía, la armonía, la diferencia entre la armonía y el ritmo, la función que cumplen los instrumentos en determinada época histórica, etcétera”, explica.

-Es el tercer año consecutivo que la orquesta te elige como su director.

-Así es. Un amigo me decía: “Qué lindo ser reconocido por tus pares”, que son los músicos. El tema es que no se hace fácil llevar adelante un proyecto donde cada año tenés que renovar esa posibilidad. Una cosa es planificar de acá a tres años, y otra cosa es planificar tres años año tras año. Por un lado, me satisface muchísimo;  haber sido elegido nuevamente quiere decir que la orquesta valora el trabajo hecho.

Pero también yo les decía a los músicos que se imaginaran rindiendo concurso una vez por año para revalidar su trabajo. Quiero decir: Yo trabajaría igual teniendo tres años por delante como teniendo uno, en cuanto a esfuerzo, pero sí se trabajaría distinto sabiendo que tenés tres años por delante, organizaría incluso mi vida personal de otra manera.

El viernes que viene, Fontana se presentará por primera vez en la Ballena Azul del CCK, y también dirigirá por primera vez la Sinfónica Nacional (donde fue trompetista asociado).

El programa lo trae, de alguna manera, también al oeste, ya que estará acompañado por el pianista y compositor mendocino radicado en Nueva York Emilio Solla, que estrenará dos obras con influencias jazzeras, folclóricas y de la música ciudadana (“Ñandú” y “Astoriana”).

-Te vemos merodeando siempre otros géneros, como el tango, el folclore, el jazz. ¿Hay un límite en esta expansión?

- No, el límite siempre es uno mismo. En música, como dijo Montserrat Caballé, somos todos principiantes. Me gusta mucho usar la orquesta como puente, porque al tener esa diversidad, esa paleta de colores tan grande, y al tener músicos flexibles (los músicos mendocinos están muy acostumbrados a acompañar a artistas que no son del género clásico) me parece que son universos absolutamente conectables. Debería hacerse más.

-Sin embargo, muchos piensan que algunas adaptaciones no suenan bien del todo, ¿qué pensás?

-Eso depende mucho del lápiz del arreglador. He escuchado arreglos de música española, por ejemplo, alucinantes. Es una tarea compleja y  absolutamente distinta a la del compositor. El arreglador, además de un artista, es un artesano.

“Además, como yo toqué música popular con un instrumento que da para eso, como la trompeta, no me cuesta demasiado emprender el tango, el jazz, el folclore con la música de afuera”, aclara.

Y no se despide sin antes anticipar que para el 2018 tiene proyectos en Armenia, Polonia y Salvador de Bahía.

La ficha

Orquesta Filarmónica de Mendoza, dirigida por Gustavo Fontana
Solista: Julio Lonigro
Fecha y hora: Hoy, a las 21.30
Lugar: Teatro Independencia (Chile y Espejo)
Entradas: $100 (general) y $60 (jubilados y estudiantes)

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