En el interior, detrás de la particular fachada de ladrillo visto, los muros de las galerías del Museo Emiliano Guiñazú - Casa de Fader lucen antiguos frescos decorativos y algunas ornamentaciones que se descubrieron en 2013 y se estima podrían ser obra de Fernando Fader.
Sin embargo, estas paredes están dañadas y en el pasado se les clavó listones de madera para cubrirlas con placas de yeso. Los murales que pintó el artista en el salón principal también evidencian un importante grado de deterioro.
Aún más, existe otro daño que no resulta evidente a simple vista y es que la estructura edilicia, de más de un siglo de antigüedad, se ha visto afectada por los sucesivos movimientos sísmicos y la humedad.
De ahí que el gobierno provincial decidiera iniciar la restauración de este espacio patrimonial y hacerlo en dos etapas: la primera incluirá la consolidación y refuerzo estructural, y la segunda la puesta en valor de los elementos arquitectónicos y pictóricos del museo.
La obra tiene un presupuesto total estimado en unos 28 millones de pesos y un plazo previsto de ejecución de 18 a 20 meses, que se empezarán a contar desde que se firme el contrato de adjudicación. Así, el Emiliano Guiñazú, que permanece cerrado desde 2012, abriría sus puertas nuevamente como Museo Provincial de Bellas Artes a fines de 2018.
Durante el anuncio que se hizo ayer en Drummond, luego de recorrer la casona, el gobernador Alfredo Cornejo expresó que saben que se trata de una inversión importante y que no siempre la cultura es una prioridad.
También manifestó que en los últimos años se han concentrado los esfuerzos en sumar nuevos lugares -como el Espacio Cultural Julio Le Parc-, lo que consideró debe ser celebrado, pero no se mantuvieron los ya existentes.
En este sentido, opinó que es una vergüenza que la Casa de Fader esté tan abandonada, pese a que hace dos décadas se viene insistiendo en la necesidad de una recuperación.
Marcelo Nardecchia, director de Patrimonio Cultural y Museos de la provincia, explicó que en una primera etapa se instalará una nueva estructura en los cimientos y un sistema de encadenado, para que la edificación cumpla con los reglamentos vigentes.
También se reforzarán los muros de la fachada y los torreones, y se repararán fisuras y grietas. Mientras se realizan estos trabajos, detalló el secretario de Cultura, Diego Gareca, se trasladarán las 42 obras pictóricas de la colección de Fernando Fader y las diversas restantes de reconocidos artistas nacionales e internacionales a un edificio de la Secretaría que ofrezca buenas condiciones de conservación.
Una preocupación adicional es que los depósitos del museo no tienen la temperatura y humedad adecuadas para preservarlas.
Ya en una segunda etapa se abordará la puesta en valor de los murales de Fernando Fader que ornamentan el salón principal; tarea que se encargará a especialistas en restauración de murales. También se recuperarán los pisos, muros y cielorrasos, y se renovarán las instalaciones eléctricas, sanitarias y de climatización.
El equipo de expertos que se designe para la tarea será el encargado de evaluar qué elementos de la ornamentación interior pueden conservarse, como también cuáles de las modificaciones al estilo original -por ejemplo, los techos flotantes que generaron una carga adicional a la estructura- se retirarán.
En esta instancia también se recuperarán los jardines, con una extensión de 1,5 hectáreas, para que puedan ser utilizados una vez más como un museo cielo abierto.
Más de un siglo de historia
Emiliano Guiñazú hizo construir, en 1892, una casona de veraneo en Mayor Drummond, Luján, que fue escenario de diversas reuniones sociales. En 1906, le encarga al artista plástico Fernando Fader que realizara algunos trabajos de decoración de la vivienda.
El pintor plasmó los murales que hoy se pueden apreciar en el hall principal y, mientras se abocaba a ello, se enamoró de la hija mayor de Guiñazú, Adela, con quien se casó.
En los ‘40, Narcisa Araujo, viuda de Emiliano Guiñazú, decide donar la casona a la provincia para que se convirtiera en un museo que llevara el nombre de su esposo.
En 1946 se traslada a este sitio el Museo Provincial de Bellas Artes y el gobierno le encomienda a Julio Suárez Marzal la tarea de remodelación del espacio, quien además propuso incorporar los jardines como salas de exposición al aire libre.
Entretanto, se decretó que el museo se denominara “Emiliano Guiñazú - Casa de Fader”; espacio que fue inaugurado el 11 de abril de 1951.