Productividad es una de las palabras que más se escuchan al hablar de economía. Tanto, que el Gobierno se encuentra empeñado en la realización y firma de convenios sectoriales -Estado, gremios y empresarios- para mejorar la productividad.
En este sentido, el Ranking de Productividad de Competitividad Sectorial de la Argentina, que realiza la consultora Abeceb y que desarrollamos en esta edición, presenta un escenario para discutir la situación de 22 sectores manufactureros.
El trabajo de Abeceb señala que “el buen desempeño de los sectores de mayor competitividad se explica en gran medida por factores de carácter sectorial, ya sea relativos al capital o al trabajo, el acceso a los insumos/materias primas o a la estructura particular de la industria. En cambio, los aspectos sistémicos, como el ambiente macroeconómico, el marco regulatorio e institucional, la estructura de base y aquellos relativos a la innovación, no contribuyen positivamente”.
Los más competitivos
El sector Alimentos se destaca como el más competitivo del país, en base a un amplio mercado interno y una gran inserción internacional de sus productos signada por la elevada diversificación de sus destinos. Argentina resulta en este rubro un jugador relevante a nivel internacional, erigiéndose como el tercer abastecedor de alimentos del mundo. Como sucede a nivel global, las más importantes subindustrias (como la molienda o los lácteos) se localizan en las cercanías de los centros de producción primaria, lo que permite minimizar los costos de la materia prima, en especial los logísticos. De todos modos, uno de los grandes desafíos de Argentina en materia de alimentos es incrementar las exportaciones de productos procesados.
Para eso, dice el informe, existen retos tanto para el Gobierno como para el sector empresario. El Estado deberá trabajar para atender debilidades en materia de competitividad sistémica, centrando la acción sobre ejes como la reducción de costos de transporte y de la presión impositiva. A su vez, será clave la apertura de nuevos mercados de exportación y la consolidación de los actuales destinos, profundizando la inserción exportadora en países del Mercosur. Por su parte, el sector privado tiene el desafío de mejorar los niveles de productividad y eficiencia en varios rubros, por ejemplo, a través de la modernización tecnológica de los procesos productivos.
El sector de Bebidas también marca un buen desempeño relativo, explicado en buena medida por sus altos niveles de innovación, una estructura de base adecuada y buenos indicadores en materia laboral, a partir de bajos niveles de informalidad y costos laborales unitarios relativamente competitivos.
En tercer lugar se encuentra el sector de Insumos metálicos básicos, donde se destaca la presencia de importantes empresas extranjeras, líderes a nivel mundial. Esto permite que Argentina se consolide como uno de los principales exportadores de productos siderúrgicos, destacándose particularmente en el segmento de tubos sin costura.
El sector Farmacéutico se ubica en la cuarta posición del ranking, con un buen posicionamiento relativo en estructura de base y variables sectoriales referidas a trabajo y capital. La industria farmacéutica tiene una larga historia en el país, lo que ha permitido el surgimiento de laboratorios nacionales que son jugadores regionales y que poseen una fuerte integración vertical.
El quinto sector más competitivo es el de Productos de Petróleo. Su buen desempeño se asocia en gran medida, al igual que en Alimentos, a la ventaja competitiva existente en materia de recursos naturales, pero también intervienen factores sistémicos, como una buena estructura de base, y niveles relativamente elevados de innovación.
Los de abajo en general, “el pobre desempeño en materia de competitividad de los sectores de este grupo implica la necesidad de contar con la protección de la política comercial para su supervivencia”, ya que “estas ramas se enfrentan al desafío de lograr mayor competitividad o reconvertirse hacia otras actividades”.
Los rubros Calzado e Indumentaria resultan los menos competitivos, dando cuenta de deficiencias en materia de informalidad y productividad, así como en indicadores de capacitación de personal, inversiones, acceso a financiamiento. La baja escala de la industria también juega en contra. Se trata de sectores sensibles, dada su elevada participación en el empleo privado: estas dos ramas emplean casi 200.000 personas, 11% del empleo industrial total.
El sector Maderero también marca un pobre desempeño ya que, sin grandes inversiones en los últimos años, no ha podido desarrollar sus capacidades productivas a pesar de la disponibilidad de materias primas. Además, presenta elevados niveles de informalidad, baja productividad e intensa utilización de una estructura vial y logística deficitaria.
Maquinaria de oficina muestra una elevada dependencia de las importaciones, con poco valor agregado a la producción, ausencia de innovación y altos salarios. En particular, se trata de un sector con escasos niveles de investigación y sin generar patentes propias.
La industria Autopartista también se encuentra entre las menos competitivas por muchos factores. Los más importantes son: altos costos laborales y logísticos, una escala ineficiente que incrementa la incidencia de los costos fijos y precios de insumos por encima de los internacionales. A nivel sistémico impactan la falta de acceso al financiamiento y una estructura impositiva que aplica impuestos en cascada (ingresos brutos), encareciendo el costo de la producción local versus el de los componentes importados.
Respecto d estos sectores, la conclusión del estudio de Abeceb no es muy alentadora: “Dado que la administración actual apunta a integrar la economía argentina a los mercados internacionales y a las cadenas globales de valor, estas ramas se enfrentan al desafío de lograr mayor competitividad o reconvertirse hacia otras actividades”.