Incierto escenario para la producción caprina

Preocupa el alza en el costo de alimentos, medicamentos y alquileres. La acción de predadores ha contribuido al achicamiento de las majadas en Mendoza.

Incierto escenario para la producción caprina
Incierto escenario para la producción caprina

El clima ha traído resultados dispares para los productores caprinos mendocinos. Mientras que en Lavalle las lluvias han dado un respiro a los campos y generado pasturas naturales, en el Sur y el Este la carencia de agua ha dejado serias consecuencias. Además los productores aseguran que el alza en el costo de los alimentos y de los alquileres de la tierra ha terminado por darles la estocada final a la producción de este año.

De hecho, la situación climática  se erige claramente como uno de los factores que habrán de incidir, en el largo plazo, en la sostenibilidad de los esquemas productivos del secano y aun el de los valles cordilleranos, donde tienen lugar las veranadas de los caprineros del suroeste. Pero a la falta de alimento por las recurrentes sequías se suman otros problemas, como el costo de alimentos, medicamentos y alquileres y la acción de los depredadores, todo lo cual ha venido achicando drásticamente las majadas  y mellado la voluntad de puesteros que ven cómo la siguiente generación comienza a alejarse del campo.

Alivio en Lavalle

En el noreste de Mendoza, las lluvias de verano mejoraron las condiciones de los campos y renovaron las expectativas de los crianceros en poder recuperar parte de lo que les venía negando la sequía, al menos en términos de mejora en la receptividad de los campos.

Mario Ricardo Ortiz, presidente de la Asociación Ganadera Centro Cuyano de Lavalle, revela que en esa zona, donde está promediando la temporada de parición, los índices de preñez han mejorado bastante con respecto al año pasado. De todos modos, apunta que han disminuido los planteles de cría porque “veníamos de épocas de mucha mortandad de animales y el productor ha quedado con pocas cabras. Los que han podido comprar forrajes han aguantado un poco más. En estos años de sequía la mayoría de la gente ha perdido entre  30% y 40% y algunos hasta el 50% de sus majadas”.


Sin embargo, Ortiz se esperanza: "Como ahora ha llovido, ha salido mucha comida, inclusive semillas que se ve que hacía años que estaban enterradas y nunca habían germinado, y eso ha mejorado el ánimo de la gente, que ya estaba gastando las últimas monedas". 
El productor de Lavalle está convencido de que los ganaderos de la zona no podían seguir tolerando la situación del campo un año más. La situación habría exterminado a los productores.

Cree que “se van terminando los años de sequía y esperamos que en los años que vienen siga mejorando el clima; ahora hay que tratar de aumentar los piños”.

El Sur, preocupado

Por razones que tienen que ver, fundamentalmente, con el manejo de los piños, los sureños están en una etapa del ciclo productivo distinta a las de sus pares lavallinos. En Malargüe está promediando el período de gestación de las cabras, que comenzarán a parir a principios de octubre.

Sifredo Aguilera, que tiene sus animales en el suroeste del departamento, dice que “estamos preocupados por las condiciones climáticas. Casi no ha llovido, ha nevado muy poco y se está complicando porque a siete meses de comenzado el año no hay nieve en la cordillera y, si seguimos así, nos va a faltar agua. Hace dos o tres años que no cae la cantidad de nieve que era habitual y no llueve como antes”.

Para Aguilera, este año la preñez ha sido buena y por ahora la gestación viene sin pérdidas. Pero la  preocupación del productor es que llegue el frío y algún temporal en agosto-setiembre, que coincide con el mes previo a la parición. Este (junto con las primeras semanas de lactancia de los chivitos) es el momento cuando las cabras necesitan estar mejor alimentadas, por requerimientos propios de ese proceso biológico. Pero como el estado corporal de esas madres no es el óptimo, porque este invierno tienen menos comida, las bajas temperaturas podrían agravar la situación, al punto de hacerlas abortar. Por eso no descarta que en este ciclo pueda llegar a caer la producción.

Reconoce que, como contrapartida, con un menor régimen de nevadas ha disminuido -en los campos del oeste de Malargüe- el problema de la mortandad de animales, ya que muchos quedaban tapados por la nieve.

De todas maneras, alerta sobre el hecho de que “la cordillera se va quedando sin nieve y nosotros nos vamos a quedar sin agua”. Esto implica una complicación adicional. Porque los cabriteros llevan sus piños a los valles cordilleranos para mejorar el estado de los animales y permitir que se recupere el campo en el llano, donde pasan la mayor parte del año. Esa veranada empieza en diciembre y suele extenderse hasta abril. Si falta nieve, habrá menos agua y menos pasturas, y el resultado de ese pastoreo estival no será el mismo.

El Este pide más apoyo

Los productores caprinos de La Paz, al igual que los del Sur, esperan el inicio del ciclo de pariciones para comienzos de octubre. Al referirse al estado de las majadas, Marcelo Becerra -que es miembro de la Asociación Ganadera Zona Norte- comenta que las lluvias de principios de año mejoraron bastante los campos, pero esto sólo alcanza para paliar el problema. Aclara que si la situación es más o menos manejable, es sobre todo por la acción de las organizaciones  que hay en el departamento del Este provincial. “Nosotros podemos acceder a alimentos, que ayudan a sobrellevar estas crisis provocadas por la escasez de lluvias y, consecuentemente, de pasturas naturales”.

El mesurado optimismo del dirigente paceño se debe a que “los productores quedaron en situación muy comprometida a partir de la sequía de 2009, cuando algunos perdieron hasta el 60% o el 70% de sus animales”. Advierte que la pasaron peor los ganaderos más chicos, que son los que tienen menos herramientas para defenderse.

“Muchos tuvieron que malvender sus animales y su campo, en algunos casos, para irse a vivir al pueblo. Desde entonces, los que quedaron se fueron recuperando, pero no han llegado a reponer el ganado que tenían hace cinco años. El panorama va a seguir complicado, porque cada vez se encarecen más los alimentos, entre otros ítems”, indica Becerra.

Y agrega: “La sequía de 2009 fue un llamado de atención, porque muchos productores tenían el campo abierto, lo sobrecargaban y no podían medir su producción, y a partir de ese momento muchos comenzaron a llevar un control más cercano”.

El riesgo del éxodo

Sifredo Aguilera comenta que en los últimos años, en las explotaciones sureñas, los nacimientos se mantienen en niveles similares. Pero reconoce que las majadas son menos numerosas que hace una década aproximadamente. En ese retroceso influyó el cambio del clima (menos lluvias y nevadas); la acción de predadores como pumas y zorros y el costo del alquiler de los campos. Sobre este último punto asegura que los piños van mermando porque cada vez cobran un mayor porcentaje, por la cantidad de animales que tenga. Denuncia que “hay productores que viven para pagarle al terrateniente y, aparte, no se ha regularizado la tenencia de la tierra”.

Al recordar otras épocas, relata: “Antes, mi padre le pagaba al que venía a cobrar, pero se vivía tranquilo. Era otra forma de vivir. En esos años se cazaba el zorro y, además de evitar que hiciera daño en el piño, era otro ingreso para el productor, que podía vender la piel. Antes había uno o dos meses de caza, y no se terminaron. Ahora que están protegidos, hoy uno deja 50 cabrillas para que sean madres al otro año y cuando va a ver sólo le quedan 20. Es una situación terrible para el productor”.

Insisten en la importancia de organizarse y participar

El criancero Sifredo Aguilera forma parte de la Cooperativa Agrícola Ganadera Las Vegas Ltda., que nuclea a 22 productores malargüinos, pero involucra a unas 70 familias. Suman alrededor de 3.000 vientres, aparte de los animales para consumo, que comercializan a partir de una estrategia común generada desde la cooperativa.

“Integrarnos nos ha permitido salir a comercializar en mejores condiciones”, asegura. Explica que “tenemos la matrícula que nos habilita para faenar en el frigorífico de Malargüe y comercializamos dentro de la provincia”. Detalla que “si lo comparamos con las condiciones de venta anteriores a la integración, hemos mejorado el ingreso en alrededor de 30% pero además de eso, el beneficio está en que, cuando a uno lo conocen, se abren otras puertas para seguir buscando nuevas posibilidades comerciales”.

En la otra punta de la provincia, los ganaderos lavallinos siguen tratando de organizarse en un esquema de economía solidaria, aunque van más despacio que sus pares del Sur. Mientras tanto, acaban de ratificarle su confianza a Mario Ricardo Ortiz para que siga al frente de la Asociación que los nuclea.

“En estos dos años vamos a tratar de mejorar algunas cosas que tal vez no hicimos bien”,  dice el productor reelecto como presidente de la entidad, quien asegura que le preocupa mucho el estado de las pasturas.

Por su parte, Marcelo Becerra, de la Asociación Ganadera Zona Norte (La Paz), asegura que “los productores han entendido que es necesario agruparse, lo que les ha permitido recibir ayuda”.

Señala que algunas de las entidades de la zona manejan fondos rotatorios, constituidos inicialmente con recursos provenientes de la Mesa Caprina Provincial, donde los productores están teniendo una amplia participación, y pueden acceder a ciertas capacitaciones, a conocer ideas y proyectos que se llevan adelante en otros departamentos, para poder implementarlos en su territorio.

Aclara Becerra, sobre este punto, que “son particularmente los hijos y nietos de productores -al menos los que deciden seguir en el campo- los que muestran mayor predisposición al cambio”.

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