El primer ministro de Hungría criticó ayer a los líderes de Alemania y la UE por la falta de medidas de urgencia a la hora de enfrentar la crisis migratoria en el continente, mientras en su país reinaba el caos luego de que cientos de inmigrantes entraran a primera hora en la principal estación de trenes del país cuando la policía dejó de custodiar el edificio.
En una espiral de confusión, los inmigrantes se subieron a los trenes en la estación de Keleti de la capital húngara a pesar de los anuncios de que no habría servicio hacia Europa Occidental. La empresa de ferrocarriles húngara dijo que había suspendido los trenes directos desde Budapest hacia el oeste “en aras de la seguridad del transporte ferroviario”.
Muchos inmigrantes, que no comprendían ningún idioma europeo y no recibían consejos de agentes húngaros, se amontonaron parados en un convoy a la espera de algo mejor.
En su lugar, el tren se detuvo al poco tiempo al noroeste de Budapest en el pueblo de Bicske, en donde decenas de policías los esperaban para llevar al cargamento humano a uno de los campos más grandes para personas en busca de asilo: una instalación abierta llena de gente que muchos de los migrantes habían abandonado días antes.
Los migrantes desilusionados comenzaron a corear “¡Campo no!” en árabe, algunos intentaron huir a pie por las vías y una familia se sentó a un lado de las vías y solicitó apoyo a los periodistas.
Cuando la policía le pidió a la prensa que se retirara de las vías y a la familia que se pasara al interior, el esposo, en evidente desesperación, perdió control emocional. Arrojó a su propia esposa e hijo a los andenes, se sentó a su lado y comenzó a pegarse a sí mismo en la cabeza mientras se quejaba de la falta de disposición de Hungría de permitirles viajar al oeste.
La policía con cascos y armaduras rodeó a la familia y separaron al hombre de su esposa e hijo. Los agentes lo habían esposado mientras sollozaba, su pecho contra el pavimento, y se lo llevaron alzado. La mujer y el niño fueron escoltados lejos del andén, pero no fueron detenidos.
Otros inmigrantes pelearon con la policía y se abrieron camino de vuelta a los vagones del tren, en donde permanecieron horas parados bajo el sofocante sol. La policía entregó agua a los inmigrantes, pero muchos aventaron las botellas con el temor de que los policías hubieran puesto drogas en el agua para sedarlos.
La pregunta de cómo resolver el drama humanitario en Hungría se debatía intensamente ayer en Bruselas en una reunión entre líderes de la UE y el primer ministro húngaro, Viktor Orban.
Hungría, que durante meses hizo poco para evitar que los solicitantes de asilo se dirigiesen al oeste, ahora dice que no permitirá que más inmigrantes avancen hacia el interior de Europa.