Gustavo André: pueblo de trabajadores a las puertas del desierto

El distrito se encuentra a unos kilómetros al norte de Costa de Araujo. Viñedos, olivares y chacras, entre la vegetación autóctona.

Antes de entrar en la zona del secano lavallino, flanqueado por el río Mendoza y la ruta provincial 142, al norte de Costa de Araujo, se encuentra el distrito de Gustavo André, uno de los pocos pueblos donde la tranquilidad tiene marca en el orillo y se disfruta como "en los viejos tiempos".

Una recorrida por los barrios aledaños al centro cívico permite acceder a gente amable, mansa de toda mansedumbre, pero esencialmente trabajadora.

El encuentro con Los Andes se forjó en el salón comunitario del barrio Tres Olivos, uno de los tantos cercano al área de edificios públicos del lugar.

Además de esa pequeña barriada, de 19 casas, están los barrios La Floresta I, II, II y IV, núcleo que suma 70 viviendas; La Esperanza (en El Quince, con 20 unidades), y El Sameauta, con 18 hogares, donde además hay una posta sanitaria y la escuela primaria San Martín de Porres. Otro conglomerado habitado es el Virgen del Rosario, que suma 36 hogares.

En el sector de reparticiones oficiales se encuentra la delegación municipal, el destacamento policial, un CDR (Registro Civil) y enfrente a esas dependencias, la escuela primaria de doble turno Ramón Arrieta, que alberga un Cens en horario nocturno.

Dentro del ya citado La Floresta se radicó un colegio secundario polimodal, José Miguel Graneros (nombre en homenaje a un docente fallecido), que fue inaugurado en 2001.

En opinión de una vecina, Viviana Noemí Palacios (41), la presencia de ese establecimiento de educación media "ha impedido que muchos jóvenes migren a otras partes (especialmente a Costa de Araujo), y continúen estudiando y residiendo en el terruño".

El amplio espectro educativo se completa con la primaria Joaquín Costa, en El Quince, sobre la 142, y la escuela cabecera con el nombre del patrono, Gustavo André, que se ubica en la zona conocida como Cultural, que comparte el techo con un CCT (Capacitación para el trabajo).

Su directora, Rosana Oviedo, nueva en el medio, se ha integrado con mucho afecto a la comunidad, y con otros colegas y trabajando en red, planea un proyecto turístico para el área, que será presentado a las autoridades civiles. En el establecimiento, un colaborador imprescindible es el celador Timoteo Guaquinchay, descendiente de huarpes, y fiel defensor de las tradiciones lugareñas.

Remembranzas

En la reunión con el cronista, además de Palacios, se encontraban Ismael Biatriz Villegas (75, agricultor), Domingo Villegas (60, empleado municipal), la esposa de este último, Tránsito González (55, ama de casa).

Todos coinciden en que el primer testimonio debe ser ofrecido por Ismael, por su antigüedad en el pueblo.  Nacido en Lagunas del Rosario, hace 53 años que vive en André. "Cuando me establecí con mis padres, todo era descampado y había solo un poco de tierra cultivada. Un generador eléctrico daba luz 3 ó 4 horas en la noche. Carecíamos de líquido potable. El agua, para bebida y usos sanitarios, la obteníamos de los canales y la pasábamos a piletas de decantación. Los que podían tenían destiladeras de piedra pómez".

Su primer trabajo, cuando era veinteañero, fue el de cortador de carne, cubriendo un radio de 20 kilómetros, en un carro tirado por una mula.

Domingo actualizó los datos sobre el abastecimiento de líquido potable. "Anteriormente, como dijo mi tocayo, la tomábamos de los cursos de riego… Más adelante se empieza a comprar el agua en tanques, hasta que llegamos a épocas recientes en que el suministro es por red, a través de perforaciones de pozos con bombas, obra del intendente Roberto Righi".

Viviana Palacios agradece haber podido estudiar, aunque a costa de gran esfuerzo. Le llevaba2 horas de colectivo llegar al instituto donde se recibió de preceptora e igual tiempo para regresar.

Tránsito González, como otras mujeres de la comarca, disfruta las tareas del hogar y esa confianza que brinda la buena vecindad. "La vida -señala- es tranquila, con la ventaja de que cuando salimos, los vecinos nos cuidan la casa. Además de ayudar a mi hija con mis nietos, hago el pan, las conservas, dulces y la sopaipilla; todo el gasto es para nosotros".

Por otra parte, la localidad tiene una tradición en el trabajo artesanal, uno de cuyos representantes es Remigio Villegas, experto en cuero, quien hace 3 años fue distinguido por la calidad de sus productos en la Fiesta del Poncho, en Catamarca. 
La realidad agraria zonal está definida por grandes extensiones de viñedos, olivares y chacras, regados por canales impermeabilizados.

A esta altura de su recorrido, el río Mendoza pasa a ser un cauce seco y los pobladores añoran las épocas en que traía importantes volúmenes, que beneficiaban los campos y la cría de animales, el ganado caprino en especial. "De tanto en tanto nos gustaría que liberaran un cupo, pero sabemos que estamos en crisis hídrica", confió el también agricultor Ulises Villegas (37), hijo de Ismael.

La zona logró imponer un festival provincial, el del Cosechador, Canto, Danza y Guitarra, que ya dispone de predio propio, sobre la ruta 142, cerca del Cristo que marca la bifurcación para entrar al pueblo. Se realiza en marzo, después de la Vendimia, y tiene una tradición de 25 años. La gente de la comisión organizadora está mejorando el terreno, de 6 hectáreas, para permitir el acampe de los visitantes. Se dispondrá de forestación, una pileta y otras comodidades. Además, en ese mismo sitio se planea levantar un pequeño barrio.

Un belga visionario

Gustavo André (Bélgica, 8 de octubre de 1850 - Buenos Aires, 28 de julio de 1924) fue un ingeniero agrónomo belga. El sitio Wikipedia señala que creó en Lavalle una colonia agrícola mediante regadío, que recibió su nombre. Cursó sus estudios superiores en la Universidad de Lovaina, graduándose de ingeniero agrónomo en 1875.  En 1908 formó en Lavalle,  extensa colonia, transformando tierras áridas e incultas, en un vergel, con viñedos, frutales y otros cultivos.

Dos clubes y servicios de salud

El lugar tuvo cine y necesita una farmacia en el pasado, y como contó Ismael Villegas, el lugar tuvo un cine, que abrió sus puertas a finales de los '40, administrado por la familia Albacete.

El terremoto de San Juan, de noviembre de 1977, quebró su estructura de abobe y cerró para siempre. Salvo los veteranos, pocos lo recuerdan.

Un servicio que los habitantes quieren volver a tener es el de farmacia. Y además piden a las autoridades que se prevea con tiempo el reemplazo del doctor Alfredo Sícoli, médico rural muy querido, porque ya es inminente su paso a la jubilación.

En materia deportiva este rincón lavallino tiene 2 clubes, Cultural y Centro Deportivo, dedicados al fútbol, y un playón municipal techado en el centro cívico.

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