Gonzalo Geller: que vivan los feos

El autor santafesino viene a romper el molde: humor, crítica social y metafísica, en “El imperio de los feos”.

Gonzalo Geller acaba de presentar su última novela bajo el sello La Gota.  Con "El imperio de los feos", el santafesino supera ya la veintena de novelas.

Encontrar un texto que te haga reír, te incomode y a la vez te haga pensar, no es algo demasiado común en tiempos donde  la industria editorial (y el facilismo) buscan fórmulas efectistas que no arriesguen demasiado. En este contexto Geller viene a romper el molde: humor, crítica social y metafísica, un cóctel explosivo con el que el escritor abandona la zona de confort y sale a interpelar al lector.

¿Qué sucedería si existiera un mecanismo de poder transversal a todos los otros bajo los cuales nos desenvolvemos cotidianamente?

“El imperio de los feos” tiene como protagonista a Roberta, una chica que se revela ante el asedio de los lindos y su manejo de la belleza como forma de capital. Una propuesta de inversión nietzcheana,  revolución marxista y cuestionamientos freudianos. El trabajo de Geller propone una lectura tan amplia como crítica.

-¿Cómo trabajás con el humor desde la literatura?

-Tuve un maestro en la adolescencia que me enseñó ciertas técnicas para trabajar  con el humor, yo lo fui ampliando con lecturas concienzudas de Bajtin, Freud, algo de Nietszche, y con estudios concretos como por ejemplo, con la obra de Quino, pero vivo en estado de tormenta de ideas, todo el tiempo estoy observando cómo ocurre el humor.

-¿Que se plantea de fondo en el humor?

-No sé qué hay detrás pero te puedo contar qué hay en el humor. En las tragedias griegas, el personaje principal queda, atrapado entre dos sistemas de reglas, de forma tal que, haga lo que haga, va a ofender a uno u otro dios. Ésa es la visión que heredamos de la tragedia: una cosa o la otra. Hay que elegir. El humor suspende esa elección. Hace convivir cosas que no podrían convivir. Las pone a todas juntas y suspende ese juicio tajante. Cuando sorprende inesperadamente, una energía que explota,  la risa. Pero también es porque libera esa presión cotidiana, ¿no?

-¿Esa epojé del juicio, es el punto de partida del texto?

-Creo que tiene que ver más con tratar de ver los dos puntos de vista, un dialogismo,  simplificando todo a dos puntos de vista, y hacerlos hablar entre sí, pero no para que uno resulte vencedor frente al otro.  En ese sentido funcionaría como una suspensión, pero no meramente una suspensión, creo que más como un ida y vuelta, me gustaría pensar que es algo que está en movimiento todo el tiempo en la novela.

Que genere esta situación de que no sabés de qué lado ponerte. Porque capaz que no tenés que ponerte de ninguno.

-¿En "El Imperio" pasa de este modo?

-Con los feos pasó otra cosa, empecé a entender el sistema de fealdad/belleza como una forma de injusticia, de opresión, que tiene que ver mucho con el movimiento de los capitales. La belleza como un tipo de capital era una idea que cerraba.

-¿Cómo sería esa idea?

-Hay que partir de la premisa de que la belleza no es algo intrínseco a las cualidades físicas de la persona sino algo que se  atribuye socialmente. Y así como el planeta está lleno de abundancia, pero unos pocos se apropian de esa abundancia por la fuerza, todos somos atractivos, pero se nos obliga a aceptar que unos lo son más que otros. Simplificando mucho. Entonces hay gente estigmatizada en un extremo y personas deseadas por muchos. Hay una especie de revolución en la novela, sí. Los feos toman el poder, pero bueno, se repite un poco la historia de las revoluciones de izquierda.

-¿Cómo se da esa revolución?

-Es la historia de Roberta, una chica estigmatizada como muy fea, los albañiles le gritan en contra… Pasa por muchas injusticias por su condición de fea, y en un momento se da cuenta de que no tiene por qué pasarlas. Reacciona drásticamente frente al asedio de los lindos, y ahí se convierte en la abanderada de los feos.

-¿Cuál es la distancia a mantener respecto del chiste fácil? No es sencillo hacer literatura con humor sin caer en lugares comunes.

-A ver... ésa es una buena pregunta. No sé si hay que mantener una distancia. A veces un chiste fácil funciona, pero hay que hacerlo funcionar. Voy a decirte una cosa sobre el lugar común, está muy desprestigiado. El chiste, muchas veces, necesita velocidad y partir de un lugar común, te ayuda a ganar esa velocidad. Supongo que la línea que mencionás se puede trazar en la diferencia entre el lugar común como punto de partida, y el lugar común como punto de llegada. El lugar común es algo maravilloso, es un compendio cultural riquísimo si lo tomás como algo a desenmarañar.

-¿Cómo reacciona la gente ante estos planteos?

-Tuve el placer de ver que la gente entendía la ironía, y que podía reírse de las cosas terribles que dicen y hacen los personajes de estas novelas.

Incluso personas que, en la vida real, son víctimas de esas actitudes (el protagonista de "Con el asado, no", por ejemplo, discrimina a las mujeres obesas, y por suerte todo el mundo entendió que lo que hago es denunciar y ridiculizar esa discriminación). Muchas personas se identifican con este planteo, incluso con la ironía, que a veces es una forma de resistencia.

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