Flamenco Mirabelli: “La crítica no me molesta”

El actor y director de teatro mendocino radicado en Buenos Aires habla en primera persona sobre "El verdadero hombre de cristal", su segundo libro donde retrata personajes de ficción y realidad desde su original perspectiva.

Su espacio de inspiración. El bar es mi lugar. La mayoría de los libretos los escribí en bares. Hay gente que necesita aislarse y a mí en el tumulto, se me ocurren cosas, tal vez un ruido es un disparador. En silencio no puedo estar. Tengo miles de bares, pero en el Bar del Mercado, en San Telmo he escrito muchísimo; tiene una barra larga, me hice amigo del dueño.

Paso muchas horas en los bodegones, me encanta, tengo una vida muy particular con los bares. Cuando voy a Mendoza también, pero trato de salir a la siesta, cuando no hay nadie. Me gusta ver la quietud y el momento cuando arranca todo.

Hombres en su espejo. Hace 20 años que hago teatro y tengo muchos libretos y personajes. El primer libro era de situaciones y personajes en los bares.

Y el segundo libro que publique hace poco, "El verdadero hombre de cristal", lo diagramé con 50 personajes. Una gran mayoría son verdaderos y otros inventados por mí, siempre alusivos a Mendoza y a Buenos Aires.

Tengo algunos como el Flaco Suárez, el Loco Juan, el Barloa. Y tengo mucho de acá, como Jorge Guinzburg. A nivel personal es un viaje de cómo veo esos personajes.

Y el título nació de un encuentro con Pipo Cippolatti, cuando me lo encontré de casualidad en la Asociación Argentina de Actores. Había un hombre mirando televisión, como si fuera invisible. Y surgió de ahí la frase, la dijo él y y lo incluí en el libro.

“Se sentó a mi lado, lo vi y me quedé callado. Es un personaje querido, escuchado y aplaudido. Los dos vimos lo mismo, los dos sentimos lo mismo, el comentario fue mutuo, después nos reímos. La escena siguió, seguimos compartiendo. Cada uno dijo lo suyo, los dos asentimos. Se fue ese personaje, diminuto y atractivo. Se fue Pipo, un grande y distinto”. Ese es el fragmento dedicado.

Ficción vs realidad. En el Barloa hicimos un espectáculo que se llamaba "Alto Peti" con Carolina March. Estaba lleno el bar y la gente comiendo, tomando y no nos dieron ni la hora. Ni porque había una mujer actuando. Nunca hubo quien hiciera teatro en ese lugar. Nos dieron unas monedas, un desastre. Ni un artista callejero ganaba tan poco. En ese espectáculo de humor salíamos con unos mamelucos de colores, con escopetas de agua, una locura.

Con el Loco Juan tengo una anécdota que siempre recuerdo. Él iba al Americanto o algún festival y nosotros, con unos amigos, íbamos a una despedida.

Lo encontramos en el medio de la ruta con su casco amarillo, lo subimos al auto y después de insistirle, terminó con nosotros en el medio de la despedida. Es un recuerdo alucinante, bailando en el medio de todos.

Hay un personaje que se llama El Quemador de Tostadas, que me gusta mucho y a la gente también. Es el típico que se manda todas, pero al final siempre está.

Pero para mí el personaje que me va a quedar es el que voy a hacer. Nunca volví a repetir un espectáculo, salvo “Alto Peti”, que lo seguí acá en Buenos Aires.

A mí me gusta el tema de la rima cuando escribo, es un ritmo a tierra. Tengo muchos trabajos que no concuerdan. A veces por ahí pongo una palabra mal escrita, pero a adrede. Y la gente se queda enganchada con eso.

El artista. Una vez me describieron como un actor punk y me gustó. Yo  salgo de las estructuras, pero no queriendo. El ser independiente te lleva a eso. El año pasado cumplí 20 años con el teatro, golpeé cinco millones de puertas, fui a miles de lugares y estos últimos diez años solo hice producciones mías.

Desde la independencia hacés lo que querés; estoy acostumbrado a la lucha constante. Aunque vayan dos personas, lo hago igual. No me quedé en que me fue mal. Me pasó de tener poco público y es un embole. Yo no creo en esos que dicen: “Pero todo aporta”.

Hay cosas que no aportan y no me voy a acostumbrar a eso. Creo que es una de las pocas virtudes que tengo: la crítica no me molesta.

El tiempo me dio eso, de estar convencido de lo que uno quiere. No estar pendiente de lo que pensará el otro.

Cuando uno está convencido, es más fácil. Por eso, si te va mal, seguís. En cinco años hice más de cien funciones con “Chico Bestia” y siempre me fue bien.

Ahora tengo un personaje, que será mi próximo unipersonal, se llama Fli Funk. Hice cinco años "Chico Bestia", que era musical y raro; este lo quiero hacer con el funk. Siempre mi idea es mezclar la música, el vestuario y la actuación. Ahora voy a hacer un personaje más de humor, no tan irónico.

Soy un remador, terminé el segundo libro y estoy pensando el tercero. Eso me mantiene vivo, tener proyectos que me apasionan.

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