Fichas, un producto que resiste a la mecanización

Tanto las de metal como las de plástico tienen una demanda sostenida pero están lejos de lo que se comercializaba hace una década. Cómo sobreviven al nuevo paradigma.

Algunas vienen en forma redonda, otras es posible encontrarlas con bordes cuadrados o simplemente llegan al tacto en sus límites hexagonales, ellas son las fichas para cosecha. Tienen un rol fundamental en la vendimia porque son parte del jornal de los trabajadores de la viña.

La matricerías que tienen a su cargo la producción de las fichas en metal como aluminio y en plástico, tienen visiones algo encontradas sobre el pulso de las ventas. Para una firma la actual temporada es baja en la demanda si es comparado al balance del año pasado, para otra la demanda de sus fichas se mantiene a ritmos normales.

Así en el caso de Matricería Cuyo “los pedidos éste año se han triplicado con respecto a la temporada anterior”, explicó Cecilia Jusza, de Matricería Cuyo. Si bien la actual situación luce muy auspiciosa, el año pasado casi no vendieron fichas. “La ficha es un gasto grande y muchos buscan alternativas usando fichas prestadas”, puntualizó Jusza.

Normalmente el ciclo de ventas según la empresaria debería empezar a principio a diciembre y termina en Semana Santa. En cambio éste año empezaron los pedidos a mediados de enero y ya casi está terminando.

Según Jusza éste pulso de las ventas si bien viene mejor que el 2016, está muy lejos de la buena performance comercial que tenían hace cinco años atrás. Y muestra sus propios números de producción: “Hace 5 años teníamos tres balancines para hacer fichas y trabajar 9 horas por día y ahora tenemos un balancín que trabaja sólo 2 horas por día”, explicó Jusza.

Desde Visual Printing una firma enfocada en producir fichas de cosecha hechas en material plástico, Martin Herrera afirmó que la demanda viene bien en comparación al año pasado y ha tenido un incremento del 15%.

La fortaleza para la firma está dado por el precio que logran vender sus fichas donde cada pieza tiene un precio de $ 0,35, lo que significa que un pedido de 10 mil fichas tiene una venta de $ 3.500 más IVA.

En cuanto a cómo funciona la adquisición de las fichas de cosecha sus compradores pueden ser desde las bodegas las que se contactan con las matricería, pasando por particulares que poseen a su cargo cuadrillas de obreros, fincas que poseen empleados, hasta pequeños cultivadores que luego las venden.

Si son de metal el precio de las fichas para la cosecha cuesta en forma unitaria $ 2 lo que según el precio establecido por Matricería Cuyo, da que mil fichas tienen un precio de $ 2.300 más IVA. En ése caso en particular el incremento tiene relación al aumento del precio del aluminio que está dolarizado.

“Tienen un precio más elevado que las de plástico pero al ser de metal es imposible falsificarlas”, aclaró Jusza. Y agregó: “las fichas plásticas pintadas las pueden hacer en cualquier imprenta. En nuestro caso hay un balancín templado de matrices que no lo tiene cualquier empresa. A su vez debemos tener un registro de firmas de todos los propietarios así nadie puede replicar las fichas de otros. Las cuadrillas generalmente trabajan con gente a su nombre”.

Sin embargo ha pasado que algunos cosechadores han querido hacer estafa, pero es un ciclo que según las matricerías está muy controlado.

La fabricación de las fichas de metal es un proceso que consta de cortar el aluminio en tiras con una guillotina, después con un balancín se cortan las fichas en forma lisa y luego se estampan con otro balancín que tiene una matriz templada de acero es un trabajo que hace un operario con la máquina una por una.

Según cada empresa los factores que apuntalan la comercialización de sus fichas son diversos.

En el caso de Matricería Cuyo, el futuro viene dado por las cosecha más artesanal de los vinos Premium, donde cada racimo es más cuidado que la cosechadora mecánica.

“Son esos proyectos los que más van a despertar la demanda de fichas porque privilegian el trabajo humano que el de las máquinas”, sintetiza  Jusza.

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