Fanatismos, de un lado y del otro

Quien ayer peleó duramente contra los excesos del kirchnerismo, hoy se asombra de que muchos de los que pelearon junto a él, hoy se han vuelto fanáticos de los excesos del macrismo.

Por Julio Bárbaro - Periodista. Ensayista. Ex diputado nacional. Especial para  Los Andes

Son muchos, demasiados, los que combaten el fuego con nafta. Absurdo, ellos se la pasan hablando mal de los fanáticos, y lo ejercen con un apasionado fanatismo. Algunos que no necesito nombrar  fueron compañeros contra el kirchnerismo.

Yo enfrentaba ese fanatismo para intentar un espacio de paz, una sociedad sin grietas insalvables, de viejos adversarios que se puedan despedir como amigos.

Pero de pronto descubro que lo de ellos no iba por esos lados. Hacen kirchnerismo conservador, o liberal, o macrista, o cómo diablos sea, fanatizan lo que tocan, dan clases de verdad en un curso donde nos cuentan que a veces dudan. Pero es trampa, no dudan nunca, hablan “ex cáthedra”, justo ahora que el Papa Francisco humanizó a la iglesia ellos te bajan línea desde una verdad absoluta.

Si lo peor del kirchnerismo era su dogmatismo, ¿a qué diablos se debe que tantos de sus ayer detractores hoy se embanderen de similar manera? Escucho amigos de ayer que no soporto hoy. ¿Seré yo? Según ellos, Perón nació para perseguir la guerrilla, fundar las tres A y alguna estupidez  por el estilo que en lugar de definir el lugar de Perón en la historia solo describe la estatura de sus detractores.

Asombra este fanatismo según el cual si destruyen la memoria de Perón podrán instalar la figura de Macri, Carrió o algún prócer sustituto por el estilo.

Si no se enojan y no nos hacen enojar, en ese caso podremos avanzar hacia un encuentro por encima de la grieta. Lo absurdo es que imaginen que el haber derrotado a Cristina les sirva para pasar por encima de la memoria de Perón y las propuestas del  Papa Francisco por el mismo precio.

Lejos están de ser lo mismo la Iglesia y el peronismo, pero lo cierto es que una caterva aburrida de liberales ateos se enfrenta enajenada con la fe de las mayorías.

Se me ocurre, sin necesitar una encuesta que lo pruebe, que la mayoría de los católicos poco y nada tienen que ver con el peronismo. Y los peronistas, hay de todo como en botica. Los únicos que son iguales,  de maqueta, son los supuestos liberales que dicen que el Papa es populista, y ya que estamos, peronista.

Si quisieran pacificar, aislarían a los violentos para construir una sociedad democrática. Si la cosa es más pequeña, casi de enanos, para ganar una elección necesitan, según asesores demasiado bien pagos, quedarse solo en el lugar de la verdad.

Igualito a mi Santiago decía una poesía inspirada. Pegan al montón como para ver que lastiman.

El poder es el culpable, ser oficialista te convierte en irascible y dogmático, en liberal un poco fascista, en uno más que cree ser el dueño de la verdad. Un kirchnerista más, en versión  liberal, un supuesto pensador que viene a decirles a los pobres, “yo estudié para que Ustedes me voten, no lo hacen y encima pretenden que los vote a Ustedes”. Síntesis según mi opinión, de las cosas que dicen a los gritos mucho de los nuevos. En la misma medida que se afirman y le toman “el gustito” al cargo, en esa misma medida, van generando un relato dogmático liberal elitista y de señores que intentan educar a los pobres.

Perdí muchos amigos con el kirchnerismo, muchos más de los que había perdido cuando en los setenta eligieron la violencia. Eso era imaginable, nunca habían terminado de asumir la derrota. Pero que hoy no pueda ni siquiera escuchar a algunos compañeros de la lucha contra el kirchnerismo, eso sí que no estaba en mi horizonte.

Es cierto que Macri no da para prócer, ni la coyuntura ni los votantes lo necesitan, pero no por eso hay que demoler los altos para encumbrar a los bajitos. Si cada vez que aparece alguien que sobresale lo echan, hay una idea de la mediocridad convertida en creativa.

Nunca imaginé que un montón de mediocres diera un lúcido. Estoy decidido a defender la democracia, pero déjenme pensar que va más allá del grupo de Ustedes, y que sin ser del Pro me incluyan en el amplio y respetable mundo de los que pensamos distinto.

Yo sigo teniendo como enemigo al autoritarismo kirchnerista aun cuando en los últimos días necesité sumar a algún supuesto liberal a la lista de los fanáticos insufribles.

Para pacificar necesitamos aprender de Daniel Barenboim y no del agresivo y oscuro Loris Zanatta que es la contracara de Ernesto Laclau.

A ver si nos entendemos, no pueden reivindicar el pacto de la Moncloa sin entender que se necesitaba de un comunista con la coherencia y humildad de Santiago Carrillo y un conservador de la estatura de Manuel Fraga Iribarne. Grandeza de ambos lados, como cuando se encuentran Balbín con Perón. Lo otro son variaciones sobre un mismo tema, una manera diversa de continuar la confrontación, ahora cambiando el bando que nos gobierna.

Debemos tenerlo en claro, Hitler fue de derechas y Stalin de izquierdas. Ambos fueron dictadores, lo que importa o daña no es la ideología sino la concepción con la que se ejerce el poder. Digo esto porque hay ya muchos del Pro que se han vuelto kirchneristas, en la manera en que sostienen su verdad, que eso es lo esencial de la maldad, de la enfermedad que intentamos combatir. Si de pronto descubrieron que los liberales son los buenos y los populistas somos el mal, si esa es la verdad a la que arribaron, hasta pueden ganar una elección, pero tengan por seguro que eligieron  continuar el camino del fracaso del cual no logramos salir.

La corrupción por grave que sea, es muy inferior a la soberbia. La soberbia es  el peor de los pecados, de ese no se salvan ni los ateos. Y menos ellos, que ni a Dios respetan.

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