Tras las críticas que deslizó el martes la presidenta, Juan Carlos Fábrega renunció ayer a la presidencia del Banco Central y Alejandro Vanoli asumirá en su reemplazo.
Era la crónica de una renuncia anunciada, sus peleas con Axel Kicillof le costaron la salida. Pero la novedad trascendió al mediodía en el mercado y cayó como un misil: la Bolsa se desplomó un 8,2%. Los banqueros creen que se abrirá una etapa de mayor intervención sobre el mercado financiero.
En la city porteña se vivieron ayer momentos de tensión. Los banqueros que conocen a Fábrega sabían que no había manera de que tras las duras acusaciones de Cristina la noche previa, él siguiera al frente de la entidad. Fábrega se llevó una sorpresa no grata el martes cuando Cristina de Kirchner lo acusó indirectamente de filtrar información a los bancos sobre medidas oficiales, datos que a las entidades, según afirmó, le permitieron importantes ganancias.
No fue casual que las cámaras oficiales lo enfocaran en el preciso momento que la Presidenta afirmaba: “Parece ser que se filtró información y algunos bancos manejaron información privilegiada y que cuando todos los bancos compraban dólares ellos vendían, como el Patagonia, el Supervielle, el Macro, el Mariva y el Itaú”.
El hasta ayer presidente del BCRA no se esperaba la embestida presidencial. Fábrega había estado reunido con Cristina de Kirchner durante la tarde del martes, en donde discutieron medidas para forzar a los agroexportadores a liquidar la soja retenida e incrementar de esta manera el ingreso de divisas al mercado local.
De hecho Cristina también atendió en su discurso a los sojeros a quienes acusó de ser parte de una “maniobra para forzar una devaluación”. Ayer por la mañana, como todos los días desde que asumió al frente de la entidad, Fábrega ingreso a su despacho y se ocupó de tareas cotidianas. Luego llamó por teléfono a la Presidenta y le informó de su decisión, y a diferencia de otras veces, en esta oportunidad le expresó que su salida era irrevocable. Redactó la renuncia y a las 15 se la envió. Luego abandonó la entidad.
En el propio kirchnerismo reconocen que la salida se debe a su enfrentamiento constante con el ministro de Economía. Ambos asumieron al mismo tiempo, y desde entonces mantuvieron una permanente disputa ideológica. Kicillof se negaba rotundamente a llevar adelante un ajuste. Fábrega, en cambio, pretendía subir las tasas y reducir la emisión con la que se financia el gasto público. El hasta ayer presidente del BCRA le manifestaba a los banqueros que se sentía atado de pies y manos porque Kicillof se negaba a tomar medidas para combatir la inflación y achicar el gasto “y Cristina lo deja”, solía lamentarse quien reconocía como “amigo” de Néstor.
Fábrega se convirtió ayer en el tercer presidente del Banco Central consecutivo en dejar su sillón antes de completar su mandato. Durante su gestión ocurrió una brusca devaluación, la inflación llegó al 40% interanual, las tasas de interés permanecieron negativas y la financiación del déficit fiscal a través de la emisión no cesó. La batalla la ganó el ministro de Economía.
Pese al temor de los banqueros, Fábrega no será reemplazado por un hombre del círculo de Kicillof (por la tarde se hablaba de Pablo López), si no por el titular de la Comisión Nacional de Valores (CNV), Alejandro Vanoli. “El que saca no pone”, resumió un funcionario.
“Es muy mala noticia”, opinó un banquero. El nuevo titular del BCRA cosechó la apatía de algunos importantes jugadores del mercado cuando el año pasado ideó la ley de mercado de capitales con la que el Gobierno buscó tener un marco legal para poder intervenir en las empresas cotizantes. De allí que se ganara la simpatía presidencial.
Mientras se aguardan novedades en cuanto a las designaciones en la CNV (suenan fuerte Hernán Fardi y Karina Bermúdez como los reemplazantes), Cosme Belmonte y Eduardo Barbieri confirmaron que seguirán en el directorio pese a haber sido nombrados por Fábrega.
El vice de la CNV, denunciado en la Justicia
Hernán Fardi, vicepresidente de la Comisión Nacional de Valores (CNV), ex director de la ANSeS y amigo de Amado Boudou, quedó ayer a cargo de ese organismo, mientras está investigado por la Justicia por una denuncia hecha por el diputado de Unión Popular (UP) Claudio Lozano.
En el 2008, Lozano denunció que Fardi como subgerente de Operaciones en la ANSeS compró de acciones de Mirgor para ese organismo cuando, al mismo tiempo, “era accionista de la empresa”.
Para Lozano habría una “clara incompatibilidad del cargo que ostentaba en la ANSeS - y las acciones que tenía en Mignor”.
Además, ayer también se conoció que el diputado dijo que denunciará a Fardi por supuesto enriquecimiento ilícito, ya que en su declaración jurada de bienes dijo tener bienes por casi $ 2 millones en Miami pero la suma de los inmuebles a los que aparece vinculados llega hasta más de 13,5 millones, entre otras sospechas.
Empresarios "preocupados"
Ayer al mediodía y antes que se oficializara la renuncia de Fábrega los empresarios se congregaron en una charla poco convocante del Consejo Interamericano de Comercio y Producción (CICyP). Pero el invitado, el candidato a presidente en Uruguay, del opositor partido Nacional, Luis Lacalle Pou, no podía ser más oportuno. Mientras los banqueros e industriales se escudaban en el anonimato para advertir su temor “por el rumbo que está tomando el gobierno”. O aventuraban que “tampoco habrá arreglo en enero” con los fondos buitres y anticipaban que “el clima que se genera desde la Casa Rosada provoca una caída mayor de la actividad”, Lacalle señalaba que “Uruguay es un país de certezas”. Lo aplaudían con fuerza Alejandro Bulgheroni y su esposa Betina, amigos del candidato, Héctor Méndez, Carlos de la Vega y Gustavo Weiss.
En el Alvear y como si tuviesen que darse apoyo mutuo estaban los banqueros acusados por Cristina, como Jorge Stuart Milne, del Patagonia luego vendido al Itaú y Jorge Brito, del Macro a quienes se acercaban desde Adrián Werthein, Guillermo Stanley, Alfredo Piano, Tomás Sánchez Córdoba y Daniel Llambías. Brito señalaba: “Espero que las denuncias lleguen a la Justicia”. Sergio Massa, fue directo. “Lo primero que hay que hacer es terminar con la inflación”, decía.
Y Ernesto Sanz se disculpó en medio de la comida para llegar al Congreso para el debate que cambiará las reglas de juego del negocio petrolero. En el almuerzo, el número dos de la embajada de EE.UU, Timothy Stater conversó con la suegra del canciller Timerman, Lily Sielecki.