Exenciones y excepciones

El disertante va leyendo su discurso y, de pronto, vacila al tener que pronunciar una palabra: le parece extraña o, por lo menos, similar a otra que no expresaba el mismo concepto. Se trató del vocablo ‘exención’ y el término asociado era ‘excepción’. ¿Qué tienen en común y en qué difieren estas dos voces?

Si tomamos el sustantivo ‘exención’, vemos que se relaciona con el adjetivo ‘exento’: el diccionario académico nos da la definición del primero como “efecto de eximir” y como “franqueza y libertad que alguien posee para eximirse de algún cargo u obligación”. Se da la expresión ‘exención fiscal’, usada en derecho para aludir a la ventaja fiscal de la que por ley se beneficia un contribuyente, en virtud de la cual es exonerado del pago total o parcial de un tributo. El adjetivo ‘exento’ posee tres acepciones: una es la de “libre, desembarazado de algo”; lleva siempre a su lado la preposición ‘de’: “Este enfermo ya queda exento de cuidados” y “Quiero que usted quede exenta de toda sospecha”. La segunda acepción nos dice “que está libre de una carga, culpa o compromiso, en especial cuando es de carácter legal o impositivo”: “El precio de venta está exento del impuesto al valor agregado”. Vinculado a ese concepto de libertad, se da el tercer valor del vocablo: “Que está libre de algo negativo o molesto”, como en “La operación no queda exenta de los riesgos de todo trámite financiero”.

¿De dónde provienen los significados de los términos planteados? Provienen del verbo ‘eximir’, con su forma pronominal ‘eximirse’: “liberarse de una carga, culpa o compromiso”. Precisamente, ‘exento’ es el participio irregular de estos verbos y alterna con el participio regular ‘eximido’. Todos recordamos qué quería decir “eximirse en una materia”: era alcanzar el promedio de calificaciones necesario para liberarse de rendirla en un examen complementario.

En una pronunciación apresurada, ‘exención’ se escucha parecido a ‘excepción’. Los significados de este término son los siguientes: “acción y efecto de exceptuar”, siendo ‘exceptuar’ el verbo que significa “excluir algo o a alguien de la generalidad de lo que se trata o de la regla común”. Por eso decimos, por ejemplo, “La excepción de esa regla de acentuación la constituyen los monosílabos de doble función”. La segunda acepción, similar a la primera, es “cosa que se aparta de la regla o condición general de las demás de su especie”: “En ese ambiente tan hostil, la amabilidad en las relaciones solamente se da por excepción”. La tercera acepción se da en la esfera del derecho, pues es el “título o motivo jurídico que el demandado alega para hacer ineficaz la acción del demandante, como el pago de la deuda, la prescripción del dominio, etc.”; en relación con ese apartarse de la generalidad, se da, dentro de la misma familia de palabras, el adjetivo ‘excepcional’, que equivale a decir que algo se encuentra fuera de la regla común, que se aparta de lo ordinario o que ocurre rara vez:  “Que te haya pedido disculpas constituye una actitud excepcional en él”.

Y ya que hablamos de términos similares, alguien me ha planteado recientemente cuándo se debe usar ‘aprender’ y cuándo, ‘aprehender’. En una pronunciación rápida, los dos términos se escuchan iguales; además, poseen la misma etimología. Sin embargo, su escritura y sus significados son diferentes. En cuanto a la etimología, los dos verbos derivan del latín “apprehendere”, cuyo valor era, por un lado, “tomar, apoderarse de algo”, pero, por otro lado, “comprender”. Esto nos explica que ‘aprender’ sea en nuestro idioma “adquirir el conocimiento de algo por medio del estudio o de la experiencia”, como “Aprendo siempre más en la clase presencial que en la virtual” o “Es necesario aprender a extraer lo positivo de cada experiencia”. También, ‘aprender’ puede ser equivalente a fijar algo en la memoria: “Repetía maquinalmente aquellas definiciones aprendidas en el viejo manual”. Nos explicamos, entonces, la noción de ‘aprendiz’, como la persona que está aprendiendo un arte u oficio; también, la definición de ‘aprendizaje’, como el resultado de la acción de aprender, manifestado en la adquisición, por la práctica,  de una conducta duradera.

En cambio, el verbo ‘aprehender’ se ha mantenido fiel al primer valor significativo que hallábamos en la voz latina, pues equivale a “tomar, asir, apresar, prender a alguien, o bien algo, especialmente si es de contrabando”: “Tras una compleja operación, la policía logró aprehender a una importante banda de narcotraficantes”. Añadimos, como producto de la observación cotidiana, que este verbo es favorito en el léxico policial, con el sentido de “capturado, detenido, hecho preso”:

“El sujeto aprehendido tiene un frondoso prontuario”. Pero no siempre es tan tajante la división entre ‘aprender’ y ‘aprehender’, ya que este último verbo puede también significar “captar algo por medio del intelecto o de los sentidos”: “Sus métodos son imprescindibles para aprehender la realidad que nos rodea”.

Así como ‘aprendizaje’ denotaba el efecto de ‘aprender’, hay un sustantivo que denota la acción y efecto de aprehender: ‘aprehensión’, como en “Se ha procedido a la aprehensión de un ladrón”.

Existe otro sustantivo, muy parecido a ‘aprehensión’, con valor diferente. Se trata de ‘aprensión’, que queda definido como “escrúpulo, recelo de ponerse alguien en contacto con otra persona o con algo de los que pueda venir contagio, o bien de hacer o decir algo que pueda ser perjudicial o inoportuno”: “Revisaba cada cosa por su aprensión a contraer alguna enfermedad por falta de higiene”. También, ‘aprensión’ puede ser equivalente a “opinión, figuración, idea infundada o extraña”; en este sentido, se usa generalmente en plural: “Eso no es verdad, son aprensiones tuyas, nada más”.

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