Entre ciegos, sordos y no tan mudos...

Los Juegos Olímpicos le mostraron a la provincia que es hora de ponerse a trabajar mancomunadamente entre gobierno, deportistas y dirigentes.

Pasaron los Juegos Olímpicos y en Mendoza hicieron que se ampliara una grieta que desde hace un tiempo viene hiriendo a nuestro deporte.

La división entre gobierno y dirigentes sumó un nuevo capítulo con la decisión de ambas partes de hacer un reconocimiento simultáneo hacia nuestros representantes en Río de Janeiro (el voleibolista José Luis González, la balonmanista Macarena Sans, la velerista Celita Tejerina y el rugbier Axel Müller).

Por otra parte y, como dejaron claro los protagonistas, las partes no están pensando en el beneficio de los deportistas sino en ganar “una pulseada” que no nos llevara a ningún lado.

Por eso, será muy bueno que desde esta semana se comiencen a limar esas asperezas. Qué, con la voluntad de los deportistas de colaborar para solucionar los inconvenientes, se empiece a pensar en un nuevo ciclo olímpico. Porque desde que se apagó el pebetero en Río de Janeiro, todo el deporte mundial comenzó a transitar las Olimpíadas de Tokio 2020. Acá sería bueno recordar que Olimpíada es el tiempo que transcurre entre un Juego Olímpico y el otro.

Este gobierno provincial, por coyuntura, tiene un desafío enorme de cara al futuro y es apuntalar a nuestros jóvenes representantes porque el deporte provincial, y también el nacional, está a las puertas de un momento irrepetible; Buenos Aires organizará los Juegos Olímpicos de la Juventud en 2018 y Argentina -por ser su organizador- tiene asegurada una plaza en cada disciplina, Después será el turno de los Panamericanos de Lima 2019 donde se decidirán muchas clasificaciones para los Juegos de Tokio 2020. Entonces habrá que trabajar sin pausa para tratar de conseguir acrecentar la representación mendocina en esos tres importantes eventos.

Revisar el pasado y discutir si fue bueno o malo haber tenido cuatro deportistas en Brasil, ya no es importante.  Personalmente creo que la representación mendocina en Río fue buena. Porque había seis o siete mendocinos con posibilidades y de ellos, cuatro tuvieron su lugar.

“Tejerina, Sans y Müller hicieron historia, porque fueron pioneros en sus deportes”, me hacía ver Mauricio Videla los otros días con mucho fundamento. Uno que quedó afuera por muy poco fue Federico Villegas en bicicross, pero eso tuvo que ver con una inoportuna lesión y también hay que tener en cuenta que el proceso de implosión que sufrieron Las Leonas conspiró con la posibilidad de que Macarena Rodríguez siguiera como capitana y, después de mucho tiempo, no hubo mendocinas en el seleccionado nacional de hockey sobre césped.

El famoso plan estratégico que plantea la Confederación Mendocina de Deportes (Comede) y que desde hace un tiempo duerme en algún cajón del ayer Ministerio de Deportes, hoy Subsecretaría, podría ser el cimiento para que la situación sea la esperada.

Llevar el deporte a las escuelas, como primer paso para un cambio cultural, como propone el gobernador Alfredo Cornejo podría ser beneficioso en un futuro próximo, pero la realidad indica que no alcanzaría en el mediano plazo.

Mendoza quizá tendría que  plantear la posibilidad de buscar alguna solución para darle un apoyo económico a nuestros deportistas. Algo similar a lo que es el Enard a nivel nacional (el ente que sustenta con el aporte de los celulares y que ha servido para que Argentina tuviera una de sus mejores campañas Olímpicas de la historia). Algo que lo disfruta el macrismo, pero que es mérito de la gestión kirchnerista.

Porque los logros no se consiguen el día de la final, sino que son el corolario de un proceso de trabajo de por lo menos cuatro años.

En un país en el que estamos acostumbrados a vivir del Estado, esta muestra de democratización es fantástica. Más viendo todo lo que pasó con el fútbol, donde la pelea por los fondos fue furiosa.

Todos deberíamos hacer un análisis si está bien que al fútbol se le sigan dando casi 2.000 millones de pesos al año, para que se mantenga una estructura que en Río de Janeiro hizo aguas. “¿Si le damos los millones al Garraham y que el fútbol junte tapitas?”, leía días atrás en un cartel y la verdad que es para pensarlo.

Porque el fútbol ya dejó de ser un deporte para convertirse en un gran espectáculo, donde cada uno atiende su juego. Un ambiente cada día más complicado, ¿será porque cómo siempre se ha dicho es una muestra gratis de nuestra sociedad? Un informe del diario La Nación habla de lo complicado que es para los chicos hoy convivir en un vestuario entre los que vienen de clases bajas y los que se criaron en una familia de clase media. Ahí también debería ser necesaria la intervención del Estado.

Bienvenido el reclamo de los deportistas. Era hora que se hicieran sentir. Más allá de que algunos, con liviandad, aseguran que nuestros olímpicos no deben recibir apoyo porque “son profesionales”; la verdad es que los chicos no han recibido ayuda.

“Varias veces me hicieron presentar una carpeta de antecedentes y nunca me dieron ni un pasaje de colectivo para poder ir a Buenos Aires”, contó Macarena Sans.

“En Córdoba los deportistas reciben al menos 1.500 pesos, que ayuda con la nafta para ir a entrenarse. Acá ni eso”, dice Axel Müller.

“Nunca de mi Federación me llamaron ni para felicitarme por estar convocado a la Selección”, cuenta el sanrafaelino ‘Pepelui’  González.

El deporte está en las bases, en los clubes de barrio. Eso es cierto, pero también en los atletas de alto rendimiento, porque ellos son el modelo para los más chicos. Entonces apoyar a unos y no a los otros, es jugar con la manta corta.

Paremos entonces la pelota. Que el gobierno, los deportistas y sus dirigentes se siente por fin a la mesa en nuestra provincia e inicien un cambio de la realidad.

Creo que estamos conviviendo con ciegos que no quieren ver la realidad, sordos que deciden no escuchar para no tener que afrontar los hechos y mudos, aunque ahora no tanto, porque hacen escuchar su descontento.

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