Encontró la felicidad en una escuela de circo

Julieta Mastrapasqua Evans vive en Italia y trabaja como Community Manager. Antes se desempeñó en la Agregaduría Económica Argentina, también en ese país. Dice que los viajes se han vuelto un hábito y que ha aprendido a vencer los miedos en cada partida.

Julieta Mastrapasqua Evans, de 26 años, escribe desde la capital italiana con una fuerza y una energía que desbordan sus palabras, que saben transmitir todo lo que está viviendo, pero al mismo tiempo dejan lugar a a imaginación que vuela con la gracia de un acróbata.

Hace 8 meses vive en la “reina” Roma. Su actual y último trabajo consiste en manejar las redes sociales de la Scuola Romana di Circo -que la llena de felicidad, según sus palabras-, pero también por las noche ejerce de moza en un bar romano.

Antes, durante 7 meses, trabajó en la Agregaduría Económica de Argentina en la capital italiana comandada por aquel entonces por Guillermo Moreno durante 2015.

“Vinculábamos empresarios argentinos e italianos para fomentar relaciones comerciales, eventos turísticos, culturales, de promoción. Además de seminarios, jornadas de reflexión política, reuniones con universidades, con organizaciones cooperativas y de investigación”, cuenta la mendocina.

Agrega que tuvo la oportunidad de conocer la agrupación de argentinos en Italia, a algunos “compañeros” que viven allí y hasta al mismísimo papa Francisco. “Fue una lista interminable de experiencias inolvidables. Todo lo iba anotando. A la escuela se va con cuaderno”, describe Julieta emocionada y sin dudas reviviendo aquellos días.

“De esa oficina (o unidad básica como me gustaba llamarla) me fui desbordada de aprendizajes, con fuerzas de acción, con fuerzas de pueblo y con fuerzas de amor”, agrega la joven hija de Beatriz que es profesora de Historia y de su papá Sergio, empresario Pyme -a quien lo acompaña Giovanna- y hermana de Antonella su “campanita de luz”.

El viaje

“Nací en familia trabajadora, soñadora y peronista. En 2011 comencé a trabajar en la Pyme familiar ‘Margot’ y luego en la Confederación General Económica de Mendoza”. Por otro lado, daba clases de tela y trapecio. Durante sus vacaciones, mostrando su costado viajero, siempre rumbeaba con mochila al norte argentino, al imperio Inca o a algún destino del Mercosur.

En 2013, se recibió de licenciada en Administración en la UNCuyo luego de realizar un intercambio en Economía en Corea del Sur gracias a una beca nacional. En marzo de 2015, habiendo renunciado y con algunos ahorros de la acrobacia en Vendimia y ayuda familiar, se fue un mes a Europa para visitar a grandes amigos.

“El mes de viaje culmina con una propuesta laboral totalmente inesperada, soñada para quien vive el amor por la militancia y la patria. Una oportunidad para no perder. Tenía el pecho sin palabras en el aeropuerto Fiumicino y no lo podía creer”, describe apasionada.

Cuando regresó a Mendoza tras ese periplo, comenzó a organizar su partida al Viejo Mundo, una vez más. “La familia y mi compañero me esperaban emocionados para abrazarme y despedirme otra vez”, asegura.

“Ventas, mudanzas, entregar mi espacio de acrobacia Vuelo del sur, abrazos, mates, reencuentros fugaces. Sin querer, o queriendo, el sueño de viajar, vivir y volar que venía gestando hacía algunos años, se volvía realidad. Lo imaginé sola, con amigas, con novio. Y sucedió como sucedió”, admite.

Lo ancho del mar

Para Julieta, Argentina siempre está presente en su corazón, ya sea por la gente amada que la visita o por los avatares que vivió la patria hace unos meses. “Las PASO, las elecciones generales, el balotaje y la estrecha derrota del oficialismo. ¡Cuánta procesión por dentro!

Creo que el Atlántico se volvió aún más ancho por esos días”, confía la mendocina y añade: “Creo que fue el momento más difícil que he vivido en la distancia, pero los pueblos toman un descanso, retroceden, vuelven a avanzar y, empoderados, resisten”.

La chica dice que los viajes se han vuelto hábito, como le sucede al viajero aventurero. Mucho tren y mucho vuelo de bajo costo están a la orden del día. Es que ella piensa que viajar es la mejor inversión si uno tiene la posibilidad de subirse a un medio de transporte y viajar.

“Creo que soy una bendecida. Puro aprender y vencer miedos en cada partida. Viajo sola casi siempre, pero acepto que a veces me vendría muy bien un compañero de mate y caminata”, exclama.

Según asegura, Italia ya es parte de su corazón, porque es un país infinito lleno de magia. “Su cine -“conocí a Roberto Benigni apenas llegada”-, su café -“mi creciente dependencia”-, sus ferrovías, aprender la pasta, sus cantos por provincia, mi nonno Sergio. Y mi mejor amiga hermana, Clara, que vive acá también. Vaya atesorada coincidencia”, relata emocionada.

Por último, indica que su corazón está inflado por tanta gente diversa y bella con la que se cruza. “A veces necesitaría inspirar hondo. Hace meses que estoy subida en un tren de alta velocidad; dentro mío hay ¡tanto nuevo!... Mezcla de nostalgia, alegría, vuelo y mucho crecimiento. Tal vez el nido celeste y blanco me espere con esta calma del alma que, en contraste, tan bien me hará”, finaliza.

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