En una impresora 3D, fabrica prótesis y las regala

Fernando es mecánico de automóviles y a través de esta tecnología fabrica sus propios repuestos. Así descubrió que puede ayudar a otros construyéndoles prótesis mecanizadas a muy bajo costo. “No me importa una moneda, se los hago gratis”, dice.

En una impresora 3D, fabrica prótesis y las regala
En una impresora 3D, fabrica prótesis y las regala

Cuando un hobby se transforma en una acción solidaria la gratificación se multiplica y ese es el caso de Fernando Morales, un joven alvearense propietario de un taller mecánico, que casi por casualidad descubrió una buena manera de ayudar a los demás.

Es que a través de una impresora 3D puede fabricar prótesis mecanizadas, una alternativa capaz de cambiarles la vida a personas que, por distintas circunstancias, no cuentan con sus miembros superiores o inferiores.

“No conseguía un repuesto para autos, buscando en internet encontré que una impresora 3D era capaz de fabricarlo y podía resultar la solución. Me costó bastante, pero la compré hace un par de meses. Casualmente, en televisión, me llamó la atención una nota en la que aparecían unos jóvenes que con la misma máquina construían manos y la historia realmente me atrapó”, recuerda Fernando, quien permanentemente se capacita en electrónica y robótica.

La impresión 3D convierte gráficos en objetos físicos; a diferencia de la tradicional, que imprime sobre una superficie plana, en la 3D se crea un objeto con volumen. En este caso el proceso se inicia a partir de un archivo digital, se dibuja el 3D, se exportan los archivos, la impresora comprende el dibujo y mediante un rollo de un plástico especial, lo transforma en un objeto. Aunque los materiales que se pueden utilizar todavía son limitados, el potencial es enorme.

Una de las ventajas del sistema es el bajo costo: se estima que el precio de una prótesis ronda los 1.000 pesos, un valor ínfimo si se tiene en cuenta que viene a reemplazar piezas con la misma funcionalidad, pero valuadas en miles de dólares. Lo más complicado de conseguir es el material a utilizar, un plástico especial que sólo se adquiere en Buenos Aires a unos 400 pesos el kilo.

“Le cambias la vida a un niño en un minuto. De no poder siquiera abrir una puerta, puede hacer su vida con normalidad, desde lo más simple hasta poder agarrar una pelota o ir pescar, es increíble”, asegura Fernando, mientras trabaja minuciosamente en su impresora en la fabricación de una prótesis pensada para un joven de 20 años.

Cambiar la vida

La primera prueba había sido destinada a un niño de 7 años y si bien prefiere ser cauteloso y no generar falsas expectativas, la intención es donarlas a quienes lo necesiten. “No me importa una moneda, cuando un alvearense lo necesite, se lo voy a hacer de manera gratuita”.

Desde que se conoció la noticia le han llegado cientos de inquietudes, especialmente por las redes sociales, con el objetivo de conocer más sobre el método y sus aplicaciones, e incluso profesionales de la salud se han acercado para contactarlo con especialistas que puedan ayudarlo en la construcción. “Recibo a diario preguntas, sugerencias y el apoyo de la gente, como así también me cuentan de personas que necesitan prótesis. Esto que me genera un poco de presión porque, por ahora, lo tomo como un hobby”, dice Fernando.

En un principio la intención era asistir sólo a niños, pero ha conocido numerosos casos de adultos que tienen la misma necesidad y cuya posibilidad de obtener un diseño mecánico simple y económico, le permitiría mejorar su calidad de vida. “Nos hemos comprometido a trabajar en una prótesis para una persona de casi 40 años, a la que le han amputado una de sus piernas, seguramente no será fácil, pero lo vamos a intentar”, confía.

Además de la fabricación de prótesis, la impresión 3D permite el diseño de casas a escala y hasta la cara de un hombre. Esta tecnología llega a límites difíciles de imaginar hace sólo un par de años, lo que representa para algunos una nueva revolución industrial y para otros (muchos), una nueva oportunidad.

Motor de la solidaridad

La historia de Felipe, un niño de 11 años que nació sin dedos en su mano izquierda, fue la que motivó al alvearense Fernando Morales a incursionar en el amplio mundo de la impresión 3D.

Gracias a la tecnología y la buena voluntad de un grupo de amigos, la vida de este pequeño cambió en sólo un par de días. Gino Tubaro y Rodrigo Pérez Weiss son quienes desarrollar una mano artificial. Ambos son socios en la firma Darwin Research, que funciona en un bar ubicado en la zona del porteño barrio de Palermo.

Estos emprendedores respondieron al pedido de la madre de Felipe y le permitieron al pequeño olvidarse de sus limitaciones físicas. En la fabricación de la mano participó un estudio de diseño y costó U$S 2 mil, reduciendo significativamente el precio de la prótesis que necesitaba el niño, que rondaba los U$S 40 mil.

Si bien no es un método nuevo, este fue la primera experiencia de este tipo en el país con una impresora 3D.

“Tuve la oportunidad de estar en contacto con ellos, y rápidamente se pusieron a mi disposición. Intercambiamos información, me asesoran de manera permanente y mediante una fundación, con la que colaboro, me han enviado material para realizar las prótesis. Es un trabajo sumamente valioso el que realizan”, indicó Fernando Morales.

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