En seis meses cayeron 36% los envíos de mosto

Se dejó de exportar U$S 31 millones. La tonelada pasó de U$S 1.200 en enero de 2014 a 800 dólares en junio de 2015.

En los primeros seis meses del año, en comparación con el primer semestre de 2014, la industria del mosto dejó de exportar U$S 31 millones, según estadísticas del Instituto Nacional de Vitivinicultura.

Las causas de la caída de 36% -en valor- de las exportaciones de jugo concentrado de uva en el acumulado a junio van más allá del problema de competitividad de la macroeconomía de Argentina, responden más a los precios que se están pagando por el sulfitado y a que las exportaciones de concentrado no reaccionan.

Las exportaciones de mosto pasaron de 87 millones de dólares FOB en enero - junio de 2014 a 56 millones de dólares FOB en 2015. En ese mismo período, según destacó Sergio Colombo, gerente de la Cámara del Mosto, el precio pasó de 1.200 dólares la tonelada en enero del año pasado a 800 dólares la tonelada en junio de 2015, lo que deja una pérdida de valor de 33% y de 60% respecto de 2013, cuando estaba a 2.000 dólares la tonelada. Más allá de esto, un punto a destacar es que el volumen ha tenido una mejor performance. En el período recién mencionado, sólo bajó 8,7%, pasando de 459.716 hectolitros en 2014 a 419.470 hectolitros en el primer semestre de este año.

También complican el escenario el mosto producido en Estados Unidos y el mosto de manzana, el cual hoy presenta precios en el mercado internacional más bajo que el de uva, ubicándose en los 700 dólares la tonelada. Pero además -destacó el especialista- hay un segundo fenómeno -que puede traer consecuencias severas- cual es la caída en la demanda de edulcorantes naturales.

A estos fenómenos se suman dos consecuencias que van de la mano. Una de ellas es cómo las monedas de los competidores -principalmente China- han sido devaluadas frente al dólar, permitiéndoles así contar con productos más económicos, mientras que el peso argentino continúa transitando la misma senda en los últimos años, imposibilitando competir en valor.

Sobre este panorama es que Colombo aseguró que hoy los productores están trabajando con rentabilidad cero o a pérdida. Esto, sumado a lo que está sucediendo en el gigante asiático, complica aún más a los exportadores mosteros, que no logran mejorar su competitividad en los principales mercados a los que se destina este producto e igualar el precio que ofrece China por su mosto.

“El mayor impacto podría verse en Estados Unidos, principal mercado de destino del jugo concentrado de uva -el 30% de la producción va allí- y también de manzana”, finalizó.

Para Carlos Iannizzotto, gerente de la Asociación de Cooperativas Vitivinícolas (Acovi), “el precio internacional hoy del mosto no es extremadamente bajo, el problema es que si nuestro tipo de cambio fuera el correcto, la situación comercial de las empresas sería bastante diferente”. Sin embargo, para este dirigente, el negocio del mosto es muy volátil y depende de lo que produce China y su valor, por ende. “En este contexto macroeconómico, es muy complicado”, sentenció.

Ante esta tormenta perfecta, Juan Carlos Pina, gerente de Bodegas de Argentina, explicó que la industria del mosto a lo largo del año ha ido perdiendo competitividad.

“Como todos los commodities -a diferencia de otros productos-, su demanda se sostiene sólo por el precio internacional, y en este sentido es que depende del jugo concentrado de manzana, el cual no sólo está más barato, sino inclusive su precio puede seguir bajando por la actual devaluación del yuan”.

Este dirigente mencionó, además, que es importante que este producto -así como todos- se trabajen desde el viñedo para que vuelvan a ser competitivos. “Tenemos que pensar en una vitivinicultura en la que el producto que salga del viñedo sepamos hacia dónde va y (su destino) no dependa del valor de ese año”, agregó.

Coincidió con las declaraciones de Colombo, a lo que agregó que lo que sucede a nivel internacional se completa con la tormenta perfecta interna: inflación, aumento de costos y tipo de cambio atrasado. Es por esto “que es importante rever la producción primaria para mejorar la productividad”.

“Hoy estamos limitados a sobrevivir, por lo que se han suspendido todos los planes de inversión y los presupuestos están constreñidos al día a día”, remarcó Colombo.

Acuerdo Mendoza-San Juan

Actualmente, la elaboración de mosto es la única herramienta de control de oferta que posee la vitivinicultura argentina, a través del Acuerdo Mendoza-San Juan.

Este instrumento de política tiene por objetivo controlar la oferta de vinos para equilibrarla con la demanda, y de esta manera conseguir precios que sean rentables para los productores y elaboradores. Esto se consigue enviando un porcentaje de la uva ingresada a bodega para la elaboración de mosto, que luego se termina exportando.

Por tanto, si la demanda por exportaciones de jugo concentrado de uva continúa en el nivel actual, este mecanismo de regulación de oferta resultaría insuficiente para lograr su objetivo, ya que habría un importante excedente de mostos, tal cual quedó demostrado durante la última temporada, cuando se intentó diversificar el 35% y sólo se llegó al 24,5%.

Juan Carlos Pina, gerente de Bodegas de Argentina, indicó: “Lo que pasó este año no es más que un manotazo de ahogado de los productores, que vieron que el vino blanco o tinto manejaba precios más altos y se volcaron a producir esto en lugar de mosto”, remarcó.

Sobre el remanente que quedará de concentrado de cara a la nueva vendimia, Iannizzotto sostuvo que “podemos encontrarnos en una temporada con precios mucho más bajos que este año.

Por lo que creo conveniente que de manera urgente el Gobierno provincial y el Fondo Vitivinícola se enfoquen en que a las bodegas que no cumplieron con el porcentaje se les haga pagar la multa o envíen su vino a destilar”. Es por esto que agregó: “El sobrestock para 2016 puede llegar a quebrar a la industria”.

Finalmente, el gerente de Acovi no quiso dejar de decir, con relación al Acuerdo Mendoza-San Juan, que este instrumento -luego de 15 años- es fundamental para sostener la oferta y demanda y fortificar el precio; por ello, “creo lógico que el porcentaje sea el correcto y se exija cumplimiento por parte de las bodegas”.

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