En Malargüe todos hablan del hombre que ofició de “sereno”

Ocurrió a pocos metros de la torre del reloj. Los vecinos advirtieron que una librería había quedado abierta: uno de ellos llamó al cerrajero y lo esperó horas leyendo un libro.

A veces los actos más simples llaman la atención cuando deberían ser lo cotidiano. Esto es lo que sucedió en Malargüe, donde un grupo de vecinos se dio cuenta de que la dueña de un local comercial no lo había cerrado con llave y decidieron avisarle y quedarse en el lugar a cuidar que a su regreso nada le faltara.

El departamento tiene más de 36.000 habitantes y es el más extenso en territorio de la provincia. Ubicado a 420 kilómetros de la capital mendocina, algunas de sus historias son dignas de contar, e imitar.

Patricia Chávez es una vecina de Malargüe, tiene su comercio -una librería- a poco más de 100 metros de la torre del reloj del Cincuentenario y días atrás se llevó una sorpresa. Por el mismo trajín diario, olvidó cerrar con llave la puerta de ingreso de su librería y se retiró a su hogar, para luego emprender viaje a Mendoza. Allí comenzó la historia.

Según el testimonio de Patricia, ella había viajado hasta la ciudad de Mendoza y recibió un llamado de su vecino Daniel Martínez, un hombre conocido en el barrio y ya mayor de edad. Él le avisó que su local había quedado abierto.

“Una clienta que ni sé su nombre empujó  la puerta y vio que estaba abierta, llamó y como nadie respondió le avisó a otro vecino, Daniel Dubrowsky. Fue él quien le avisó a don Daniel Martínez, que se encargó de llamar un cerrajero y se quedó sentado frente a la puerta, leyendo, haciendo de sereno como él dice, hasta que todo quedó solucionado”, relató Patricia. Su vecino Daniel Dubrowsky es fotógrafo y registró el momento, para luego regalarle la foto a la propietaria de la librería.

Patricia tiene este comercio en Malargüe desde hace varios años y esta historia la marcó, por lo que le agradeció a los involucrados y se mostró muy contenta por poder vivir en un departamento con valores y costumbres que no se ven en todos lados.

A modo de anécdota, expresó que “lo gracioso de todo esto es que me di cuenta que no estaba angustiada, todo lo contrario: estaba tranquila porque sabía que nada me iba faltar”.

Patricia explicó a Los Andes que ella le alquila a Martínez desde hace cinco años el salón donde funciona su librería y lo conoce desde hace muchos años.

También comentó que cuando el hombre, conocido en el barrio como ‘El Pelado’, llamó al cerrajero tuvo que esperar varias horas y en esa espera tomó un libro y no malgastó su tiempo.

En un principio había trascendido que ese libro era el “Martín Fierro” pero en realidad la obra elegida por don Daniel para amenizar la espera fue “La vida de Gardel”.

“Me pone muy contenta que esta forma de actuar de mis vecinos se conozca, así mucha gente puede saber lo que pasó o se entere del buen gesto de mis vecinos, y en especial de Daniel Martínez”, concluyó la mujer.

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