En 40 años el consumo per cápita de vino bajó 70%

Pasamos de 77 litros en 1974 a 23 en 2014, según el INV. Cambio de hábitos, nuevas bebidas y productos poco innovadores, entre las causas.

En 40 años el consumo per cápita de vino bajó 70%
En 40 años el consumo per cápita de vino bajó 70%

Sin lugar a dudas, uno de los problemas que tiene la vitivinicultura posee una raíz estructural: los argentinos tomamos menos vino. Datos del Instituto Nacional de Vitivinicultura (INV) indican que mientras en 1974 se consumían 77,2 litros per cápita, en 2014 esa cifra descendió a 23,68 litros, eso significa que el consumo se desplomó 69% en cuatro décadas.

La sensible disminución en estos años no fue gratis para la industria y dejó como saldo la erradicación de viñedos y productores fuera del sistema.

“La constante irrupción en el mercado de bebidas como: aguas saborizadas, jugos listos, concentrados o en polvo, con agregados de vitaminas, cervezas de distinta graduación alcohólica, artesanales, gaseosas comunes o sin azúcar, hacen que hoy la variedad de bebidas que tiene el consumidor sea infinitamente más amplia que en la época en que se consumían más de 90 litros per cápita, en la década del 70 y sólo 8 litros per cápita de cerveza”, grafica Juan José Canay, presidente de Bodegas de Argentina.

Para Alberto Arizu, director comercial de Bodega Luigi Bosca, la caída de consumo se debe a cambios de hábitos y “en cierta forma, como industria no estamos atendiendo las necesidades de los nuevos consumidores. La industria vitivinícola tiene aún una mirada productiva del negocio y no estamos atendiendo las señales de los consumidores.

Creo que el principal cambio debe darse desde esa mirada. No podemos seguir produciendo vinos sin que nos importe lo que busca el consumidor, en calidad, en estilo y en precio”.

Las palabras de Arizu se confirman si se analiza que parte de las existencias que hoy hacen “ruido” en la industria vitivinícola (200 millones de litros) son de vino blanco escurrido, sin destino, por falta de demanda.

“Hoy el principal problema lo están teniendo los vinos de bajo precio. La cirugía debe comenzar ahí. Hay grandes polos productivos que deberían acelerar la reconversión para atender la producción de vinos en la calidad y estilos que demandan los mercados, principalmente el internacional. Somos el quinto productor del mundo, no podemos pretender vender solo vinos de nicho”, agregó Arizu.

La posibilidad de enfrentar una “segunda reconversión”, la primera se realizó a fines de los 90 de uvas mezclas a varietales, es un tema que siempre está dando vueltas.

“El consumo cae por varios factores, creo que tenemos que tomar alguna política de racionalización y reorientación de oferta hacia el mercado”, estimó Carlos Iannizzotto, gerente de Acovi.

Cae el volumen, ¿mejora la calidad?

La explosión del malbec y la sofisticación del consumo de vino han contribuido a que cada vez se consuma más en los rangos de precios más altos pero en menos ocasiones. En 2014, según CCR, en la venta de vinos en supermercado, los únicos vinos que no cayeron fueron los correspondientes al segmento “alto” ($ 59,83) y “Premium”($ 153,43), es más, crecieron 10% y 17%, respectivamente.

“Todos estos cambios llevan a que haya una constante caída del consumo per cápita del vino en total, pero al mismo tiempo un aumento del consumo de vinos finos. Hay un consumidor nuevo más interesado en saber y conocer más del origen del vino, del terruño, de la bodega, en definitiva se consume menos pero de mejor calidad promedio”, comenta Canay.

Desde Codorníu, Esteban Baigun sostiene que “el mercado interno se ha modificado, por diferentes situaciones: en primer lugar el consumidor es más sofisticado y en segundo es un consumidor que tiene acceso a un montón de oferta, productos y categorías que antes no existían y entonces hay más oferta para una demanda igual. Y finalmente creo que hay muchos consumidores jóvenes que el vino durante mucho tiempo no les ha hablado y otras bebidas sí los han sabido capitalizar”.

Para el presidente del Instituto Nacional de Vitivinicultura, Guillermo García, “hoy la vitivinicultura tiene otros indicadores que no son sólo el consumo per cápita. De hecho, veníamos de varios años de crecimiento, el año pasado se notó una contracción pero, si se analiza enero de 2015 versus enero de 2014, hemos tenido un excelente desempeño”.

“Hoy -continuó- el negocio tiene otras variables, por ejemplo, si ves el desarrollo de una zona, como Cafayate, hace 30 años no tenía lo que tiene en la actualidad”.

“Estamos cayendo en volumen y creciendo en los vinos de precios medios altos y altos, también con los espumantes”, agregó.

Susana Balbo, presidente de Wines of Argentina, aseguró que “el consumo de vinos en Argentina puede caer aún más. Creo que deberíamos mantener lo que tenemos, ofreciendo productos más nobles, en cuanto a varietalidad y diversidad. Tenemos que trabajar firmemente para ver qué destino se les dan a las uvas criollas. Necesitamos armar programas para que esas uvas tengan un destino que sea más noble y que el productor tenga rentabilidad”.

Popular e innovador

En últimos años y con más fuerza durante la última década, los envases populares de vino han ido perdiendo espacio. En 2005 se consumían 134 millones de litros de vino en damajuana mientras que en 2014 esa cifra descendió hasta 40 millones de litros, indican desde el Observatorio Vitivinícola Argentino.

“En el mercado interno, tenemos un gravísimo problema con la damajuana y la caída que ha tenido. Para mí el bag in box nos podría ayudar a darle la vuelta a esa caída con un envase que tiene otras características. En la medida en que trabajemos sobre la calidad, envases dirigidos a los jóvenes y por supuesto, en la comunicación, creo que hay posibilidades de recuperar este espacio”, señaló García desde el INV.

También se reclama a la industria que innove y desarrolle nuevos productos ya sea base de vino o con menor graduación alcohólica, pero con la recesión que vive la economía del país, esa ecuación no les cierra a los bodegueros.

“La situación económica no te incentiva a ser innovador porque cada riesgo que uno toma para desarrollar algo también implica un alto riesgo económico”, dice Susana Balbo.

“Entonces -continúa-, creo que la innovación que necesitamos sólo la vamos a terminar viendo en períodos de expansión económica, cuando las bodegas vuelvan nuevamente a invertir y tengamos una mejor rentabilidad. Cuando tengamos la tranquilidad de que los mercados están bien consolidados y no tengamos que estar atajando penales todos los días por la inflación alta, es probable que el cambio lo podamos ver”.

Canay sostuvo que se deben profundizar los estudios que lleven a elaborar productos de menor graduación alcohólica, para que nos sea más fácil competir con bebidas sustitutas, y que estén en línea con las nuevas tendencias de consumo.

“La caída del consumo tiene su oportunidad en ocupar segmentos premium. Los vinos más caros tienen posibilidades. Otra oportunidad es armar productos con base vino mixeables, para ser tomados por un público más joven, o innovar con espumantes sin alcohol”, indicó Baigun.

Una tendencia mundial

No sólo Argentina tiene una baja en el consumo de vino, también países tradicionales como Francia, Italia y España llevan varios años de merma en el consumo de vino.

“En realidad hay un aumento del consumo en los países emergentes y hay una caída en los países con tradición vitivinícola. La verdad es que la proliferación de otras bebidas, la poca innovación de los productores, las publicidades invasivas, entre otras variables, han hecho que los consumidores migren hacia otras bebidas”, estimó la presidente de la Organización Mundial de la Vid y el Vino (OIV), Claudia Quini, sobre el cambio de hábito a nivel mundial.

Agregó: “Cuando hablamos de poca innovación me refiero a que el consumidor hoy busca nuevos productos y nosotros simplemente nos hemos concentrado en el vino clásico. En Argentina lo podemos ver con el aumento que han tenido los espumantes. Si bien no mueve la aguja en términos de volumen, te da la pauta de que se busca un producto más fresco y amigable. Creo que desde la vitivinicultura se pueden desarrollar muchos productos, pero sigo viendo poca innovación”.

Datos de Euromonitor indican que para el período 2003-2013 el consumo de vino en Francia se contrajo, pasando de 45 litros a 38 litros per cápita. Lo mismo sucede en Italia, en donde se pasó de 50 a 36 litros per cápita. España pasó de 31 litros a 19 litros per cápita.

Para Quini en el mercado internacional aparecen nuevos jugadores que también hacen que el vino pierda competitividad y posibilidades de mercado. “Realmente la tendencia es a la baja, esperemos que se pueda revertir, pero eso se verá con el tiempo. Tenemos que tomar acciones para esa recuperación, por ejemplo,  hay que trabajar sobre vinos con menos graduación alcohólica, bebidas a base de vino para atraer a los jóvenes”.

La presidente de la OIV insistió sobre el tema de que el vino tiene que volver a ser una bebida popular. “Se ha sofisticado mucho el consumo de vino y ahora si no tenés la copa ideal parece que no podés consumirlo, lo cual no es cierto. Tenemos que volver a lo popular, a que el vino sea accesible y no esnobista”.

Promoción del vino

Entre 2010 y 2013 el consumo de vino no sólo amesetó su caída, sino que además en el 2012 y 2013 se recuperó. La promoción del producto, tanto en el mercado externo como en el interno, hicieron que el vino evidenciara señales de recuperación.

“En el mercado interno, el vino en los últimos tres años venía creciendo, de a pequeños porcentajes pero lo veníamos haciendo. La baja del año pasado responde a una desaceleración general de la economía, entonces la baja en el consumo de vinos no es alarmante, sino que tiene que ver con los parámetros del conjunto de la economía”, señaló José Zuccardi, presidente de la Unión Vitivinícola Argentina.

Comandada por el Fondo Vitivinícola Mendoza, la industria del vino lanzó en 2005 la campaña de comunicación genérica “Vino argentino. Un buen Vino”.

Zuccardi estimó que “es muy importante la promoción. La campaña ha tenido un valor importante al instalar el vino sobre la base de la unión de la gente, de compartir y de la multiculturalidad. Creo que la campaña cumplió con su cometido. Por supuesto que nos gustaría manejar un presupuesto mucho más alto que nos permita ser más agresivos desde el punto de vista publicitario. Nuestros competidores, que son los otros tipos de bebida, manejan presupuestos publicitarios enormes, con productos industriales que no hacen ningún aporte a la sociedad, desde el punto de vista de generación de mano de obra, y en los que muchos de los componentes son artificiales”.

Por su parte, Susana Balbo, presidente de Wines of Argentina, la entidad encargada de la promoción del vino argentino en el exterior, no dijo: “Hay que sentarse y rever el PEVI o en todo caso cumplirlo. El PEVI habla de promover la exportación y cuando nosotros vemos los fondos que tenemos para la promoción del vino en el mercado externo, (nos damos cuenta de que) son menores que los que tenemos para promover el mercado interno.

Hay una contradicción porque parte de los fondos de exportación tiene que aportarlo el Gobierno y no lo hace, o el CFI y no (lo) hace. Entonces, el fondo que está asegurado, que es el recibe Coviar, lo está para el mercado interno pero no para la exportación. Para la exportación hay un porcentaje que depende del gobierno, y el gobierno hoy está malhumorado y no nos envía el dinero”, dijo Balbo.

Tenemos algo para ofrecerte

Con tu suscripción navegás sin límites, accedés a contenidos exclusivos y mucho más. ¡También podés sumar Los Andes Pass para ahorrar en cientos de comercios!

VER PROMOS DE SUSCRIPCIÓN

COMPARTIR NOTA