Eliana Abdala: “Escribí una novela libanesa sin salir de Mendoza”

La autora del éxito “La Fuerza de los Monterrey” decidió ambientar su última novela en la tierra de sus antepasados. Una ficción que transcurre en El Líbano, donde el amor y la guerra se bifurcan en torno a una búsqueda de identidad que trae al protagonis

Su cuerpo está aquí, en el sillón, abanicándose con un papel. Pero su mente está en El Líbano, ese país al límite, en el que Eliana Abdala ambienta su última novela: “Amor en Baalbeck”. Y mientras saca un ejemplar de su cartera, “recién salido del horno”, abre un portal Mendoza-Beirut.

“El protagonista es un fotoperiodista de un diario libanés muy famoso”, inicia. “Sus fotos suelen ser tapa del periódico. Es bueno captando atentados, bombardeos, desgracias. Tiene como editor a un personaje interesante. El tema es que, interiormente, a este fotógrafo le empieza a hacer ruido el dinero y la fama por retratar desastres que arrastran tanto sufrimiento”.

Como novelista, Eliana está en los dos territorios: el de la difusión de esta obra (editada en Buenos Aires, por el nuevo sello Vuelta a la página) y en ese Líbano en el que se cruzan amores imposibles, guerras complejas y milenarias y una búsqueda de identidad que desemboca en Argentina y se sigue tejiendo acá.

“Cuando le encargan cubrir el secuestro de una joven argentina por parte de hizbollah en la mítica ciudad libanesa de Baalbeck, donde se encuentra la ciudadela romana, el joven periodista comenzará a trabajar con éxito en un suplemento sobre la diáspora libanesa, comenzando en Argentina”, avanza.

Claro que la tierra de sus antepasados siempre sedujo a Abdala, por eso comenzó a indagar en libros de viaje, de historia geográfica y política y en textos de actualidad. “Esta historia comenzó con lecturas, con visitas a la embajada y a las sociedades libanesas, con datos, fotos, mapas que aportaron viajeros, y con un afán de ficción”, explica la autora que nunca pisó las ruinas de Baalbeck pero que, de algún modo, “estuve ahí”.

La mendocina fue la única que respondió con una obra de ficción a la convocatoria realizada por la Embajada de El Líbano en Buenos Aires. “Llevo en mi memoria y en mi corazón la mirada triste y lejana de mi abuelo libanés”, dice y dedica.

Eliana no aborda de lleno el conflicto de la guerra en Medio Oriente. Porque, como asevera el editor personaje, existe el prejuicio de que “ni los que han nacido allí pueden desenredar esa madeja”.

En cambio, busca otras hebras para hablar de las tensiones humanas: las batallas en el corazón del protagonista.

Desde el principio, la intuición de “las tejedoras del tiempo”, aquellas que cruzan destinos y dibujan caminos, está presente en la novela. Y también en la vida de la autora.

“Yo fui a la Embajada porque me propusieron editar en Buenos Aires mi novela ‘La Fuerza de los Monterrey’. Es curioso lo que ha pasado con esa obra. Aquí en Mendoza no para de imprimirse. La siguen pidiendo en las escuelas. Los chicos la piden. He caminado muchas editoriales y nadie me prestó atención. Cuando viajé por esta propuesta me enteré de la otra convocatoria y presenté esta ficción. Llamaron de inmediato y decidieron iniciar el catálogo con ésta. Así que posiblemente habrá también una reedición de mi trabaja anterior.”

La Fuerza está contigo

La mendocina Eliana Abdala empezó a escribir “La Fuerza de los Monterrey” en los ‘90. “No tenía computadora, así que el único original que tengo está a máquina”, lamenta.

Ahora, tiene que conseguir una copia digital para procurar que la editen en Buenos Aires. Y eso que  el  título, en Mendoza, ya va por la décimo quinta edición. “Sí, suele estar agotado”, dice Eliana sin ningún alarde.

La escritora y docente pensó, en un principio, en alumnos lectores. Sabe que los chicos “están muy solos, que así vienen desde los '90, una generación de huérfanos que, encima, muchas veces se tienen que poner a criar a los padres”.

Por eso, dice, aprovechó su destreza para escribir de oído y se puso a delinear un héroe adolescente que contagiara dignidad. Y el eco fue veloz:  “acaso porque la identificación fue inmediata: escribí la novela de un muchacho que trabaja, estudia y se responsabiliza, que se equivoca y también se rescata”. La novelística de Abdala pone el foco en un protagonista no tan común: “el que adolesce, pero se hace cargo”.

Para esta escritora nacida en Rivadavia, becada en USA y domiciliada en Godoy Cruz, autografiar las fotocopias ‘piratas’ de sus libros ya es gimnasia común. “Claro que me llevo hermosas sorpresas, como que los chicos de una escuela de El Algarrobal hicieran un video con uno de los capítulos de ‘Alumbramiento’, la continuación de ‘La Fuerza...’, o de que las madres se acercaran a hacer fila para llevarse firmados los ejemplares de sus hijos, en un colegio de Maipú”.

Eliana consiente que las vocecitas que el resto de la gente no registra son su inspiración vital:  formas de la areté contemporánea (el alumno de Cens que trabaja, tiene familia y quita horas al sueño para terminar; el hijo que reúne a la familia, el solitario que se interna para rescatarse de una adicción) que prefieren la narrativa de formación a las páginas de autoayuda, con la que suele compartir bateas.

Los protagonistas de Abdala están más cerca del 'hijo de desaparecidos' que le pone el espejo a su país en la cara, o de la muchacha que se propone desafiar a su contexto. “Siempre, en todo lo que hacés, hay una mirada ideológica: podría decir que empecé a escribir a contracorriente del discurso de los ‘90s y que mi primer libro salió de un tirón, como una especie de piquete metafórico”.

La línea folclórica

Ella, que militó en socialismo mientras estudiaba Letras y que se alejó de las aulas en los años duros de la militancia, para regresar en tiempos de democracia a terminar licenciatura y maestría, se especializa, sobre todo, en Atahualpa Yupanqui.

“Me enamoré de la poesía yupanquiana; me había llegado en papeles sueltos y clandestinos -como la de Tejada Gómez- pero le dediqué todas las horas de mi investigación”. La editorial Corregidor editó “Guitarra, dímelo tú. La poesía de Atahualpa Yupanqui”, el trabajo que le valió a Eliana la amistad personal del hijo de Don Ata, y la invitación fija a los Encuentros yupanquianos en Cerro Colorado.

Eliana aprendió a apreciar a los clásicos desde temprano, cuando las tardes en Rivadavia se ponían más intensas leyendo a Heminway, a Cortázar o a Esquilo.

De hecho, las resonancias antiguas impregnan otra de sus novelas -la historia de Hipatia- llena de imágenes evocativas del pasado clásico que la deslumbró desde sus cursos de griego y latín.

En Hipatia, pues, encontró la dulzura y la tenacidad de la investigadora, de la científica, enroscada entre su deber y su inteligencia precoz.

Dice, mientras salta de la memoria también el nombre de Abelardo Arias (otro mendocino que le gusta, sobre todo en “Minotauroamor”) y el de Roa Bastos (que en “Hijo de hombre” supo trazar un buen héroe)  que siempre se sintió un poco fuera de sincro con la era del chiste fácil y la televisión basura. “Me dije alguien tiene que hacerlo”. Y una vez que agarró el teclado -primero el de su reliquia de mecanógrafa, después el de la pc- ya no se detuvo.

Ahora, con cinco títulos (entre los que se cuentan “Julio, la patria eterna”) intuye que la fuerza está consigo. “Pero es una energía en estado de devolución permanente porque la primera actitud que me impongo al escribir es el respeto, el trato igual a igual, de uno u otro lado de la ficción”.

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