El terror según San King

A meses de cumplir 70 años, Stephen King, el rey histórico de los best-sellers de terror, está más vigente que nunca. Sus ideas respecto al género, su poética y su suceso imperecedero. También repasamos las adaptaciones que se verán en la pantalla y lo qu

Que le pregunten a Harold Bloom, el venerable y -para  muchos heterodoxos - recalcitrante crítico literario, qué es lo que piensa de Stephen King.

Sus palabras no estarían muy lejos de las pestíferas opiniones que le mereció en el 2003, cuando el "king" del terror fue honrado con un premio a la trayectoria en los National Book Awards. "Eso no es literatura",  por supuesto, y la vieja metralla de prejuicios sobre los best-sellers y el género de terror...

Y no, los casi 70 libros que Stephen King (cumplirá 70 el 21 de septiembre) lleva publicados no son literatura, "son como hamburguesas con una montaña de papas fritas", respondió él mismo a la acusación. Nunca mejor calzado un sarcasmo.

Es que esos libros son alimento de masas voraces. Este año, como cada uno desde que publicó "Carrie" (1974), confirma su vigencia. Como siempre, habrá mucho King en la pantalla: sea la grande, sea la chica, todas quieren lo obvio y lo obtuso que sale de esa máquina de escribir infatigable.

Y a las adaptaciones se suma, eventualmente, el fervor de los comentarios hacia él y hacia su exorbitante obra. Por ejemplo: el recientemente publicado “Todo sobre Stephen King” (Plaza & Janés, 2016) de Ariel Bosi.

Como sabemos, lo que hicieron J.K. Rowling con la literatura infantil y George R. R. Martin con la épica, ya lo había hecho el oriundo de Maine con el terror, pero con décadas de ventaja. En la era donde, dicen, "se lee tan poco", los tres venden millones de ejemplares cada año. Y muchos de esos libros tienen, agreguemos, más páginas que la Biblia.

La industria de masas siempre estuvo al acecho de cada uno de sus personajes (es una larga historia). Y para recordar solo algunas adaptaciones, porque una lista completa llegaría hasta el cielo, nombremos a "Carrie" (Brian de Palma en 1976 y Kimberly Peirce en 2013),  "El Resplandor" (de 1977, adaptada por Stanley Kubrick en 1980),  "La zona muerta" (1979, llevada al cine por David Cronenberg en 1983), "Christine" (1983, adaptada por John Carpenter apenas publicada), "Cementerio de animales" (1983, filmada por Mary Lambert en 1989), "Misery" (1987, Rob Reiner en 1990), "La mitad siniestra" (1989, George Romero de 1993) y etcétera.

¿Qué tiene de cautivante su retorcida imaginería que, año tras año, se adapta y se readapta, obligando a que legiones de artículos (como éste) recuerden siempre, una y otra vez, la eficacia y el vigor de todas sus historias?

La respuesta, en parte, parece dárnosla él mismo en una parte de su largo ensayo “Danza Macabra” (1981, no confundir con la ficción “La danza de la muerte”, de 1978, cuyo título original es “The Stand”).

Aquí escribe: “Las películas y novelas de horror siempre han sido populares, pero cada diez o veinte años parecen gozar de un ciclo de popularidad y visibilidad intensificadas. Estos ciclos casi siempre parecen coincidir con períodos de tensiones económicas o políticas, y dichos libros y películas parecen reflejar esas preocupaciones que flotan en el aire (a falta de un término mejor) acompañando a estas dislocaciones graves pero no mortales”.

La hipótesis resuena especialmente si miramos las noticias hoy: la guerra interminable, los torbellinos trumpianos (para corroborar que le resulta un presidente para nada simpático, échenle una visita a la cuenta de Twitter de King), además del terrorismo globalizado, la posverdad, y qué mundo... 
Pero, dejando de lado estas estremecedoras variables, sería oportuno recordar aquí la poética del propio Stephen King.

¿Qué es para él el terror? ¿Por qué, teniendo una escritura endiabladamente fácil, volcarse a este género, que es para muchos un margen, una literatura “menor”? Quiso responder, de una vez por todas y para siempre, a las preguntas de este tipo escribiendo un libro. Y qué bien lo hizo, ¡la respuesta llenó casi 600 páginas en su edición en español!

Bailemos en la oscuridad

“(El relato de terror) es una danza. Y a veces ellos apagan las luces en el salón de baile. Pero bailemos de todos modos, tú y yo. Incluso en la oscuridad. Especialmente en la oscuridad. ¿Me harían el honor?”, escribe sugestivamente King al final del primer capítulo de “Danza macabra”, un libro hoy raro de conseguir y sin dudas objeto de culto entre sus fans.

Aquí analiza, con un detallismo casi capilar,  el terror como fenómeno social: tanto desde su propia biografía como desde la industria cultural, donde se influyen mutuamente literatura, cine, radio, cómics y televisión (a la que llama “la teta de cristal”).

Podemos suponer que la reflexión que le mereció a principio de los ‘80 su propio oficio, y que en gran parte se plasmó en este libro (dedicado al propio Borges, entre otros), fue una de las claves de su éxito, o al menos colaboró con él. Si King tiene un pulso envidiable para escribir literatura, aquí confirmó que también lo tenía para la reflexión e incluso la teorización.

Entre otras cosas, saca un prejuicio a la luz: la creencia que tienen muchos de que para escribir terror se debe ser un acomplejado, víctima de traumas infantiles y demás perturbaciones mentales.

Nada más lejos de la realidad en el creador del payaso Pennywise, que va desempolvando en estas páginas sus primeros acercamientos al cine y sus lecturas gozosas de Lovecraft, por ejemplo. "Todos tenemos un postulado enterrado en nuestras mentes: que sentir interés por el horror es malsano y aberrante", escribió.

Pero la tesis central del ensayo es la siguiente: un buen cuento de terror es como una danza, una “búsqueda rítmica y sinuosa”, con “puntos de presión fóbica”, donde el escritor guía a quien lo lee por un territorio incierto (¿dinamitado?), en donde éste además se entrega con una confianza ciega.

Un relato avanza “bailando hasta alcanzar el centro de su vida y encontrará la puerta secreta a esa estancia cuya existencia creía usted que nadie más conocía”.

La fobias, los temores colectivos, los miedos que acarreamos inconscientemente desde la niñez. Ésta es la materia con la que King trabajó durante toda su vida.

“Inventamos horrores ficticios para ayudarnos a soportar los reales”, agrega en otra parte. Un desahogo:  “gran parte de la atracción de las historias de horror es que nos permiten ejercitar por poderes esas emociones y sensaciones antisociales que la sociedad exige que mantengamos a raya en la mayor parte de las ocasiones, no sólo por el bien de la sociedad sino también por el nuestro”.

Sugiriendo categorías inspiradas en Nietzsche, para King el terror es esa desmesura "dionisíaca" que interrumpe en la vida cotidiana, una vida ordenada y "apolínea". Viene a trastocar la realidad ordinaria: "La ficción de horror es la celebración de aquellos que sienten que pueden examinar la muerte porque todavía no se ha instalado en sus corazones", escribió.

También responde a una vieja y persistente acusación de carácter moral, la que rotula con “perverso” y “desviado” el gusto por el terror: “Cuando hablamos de la monstruosidad, estamos expresando nuestra fe y creencia en la norma y guardándonos del mutante. El escritor de ficción de horror no es ni más ni menos que un agente del statu quo”, rebate.

¡Qué vuelta de tuerca! En una sociedad convulsionada, entonces, el terror actuaría como una confirmación de nuestras “buenas sensaciones acerca del statu quo”. Así purgamos las realidades alternativas, así reproducimos un mismo orden.

Para él escribir este tipo (exitoso) de literatura no es comerciar con odio y violencia, ni mucho menos el morbo o el asco (la “repulsión” es el recurso más pueril, según él), sino una auténtica celebración por parte de “aquellos que sienten que pueden examinar la muerte porque todavía no se ha instalado en sus corazones”.

Septiembre con miedo

King es híper productivo. Demasiado, para algunos. Por eso en algún momento corrieron rumores que decían que tenía  “ghostwriters”.  Sin embargo, más que fantasmas, quizás podamos suponer alguna colaboración con su propio hijo Owen, una dupla hoy por hoy oficializada: lanzarán juntos, en septiembre, “Sleeping Beauties”.

En esta novela, por lo que se sabe, continúan las distopías perturbadoras. En una pequeña ciudad, y por un hecho que desconocemos, hay una gigante prisión de mujeres. Cierto día sufren un místico golpe, que las sumerge en un sueño perpetuo. Duermen envueltas en un capullo. La misteriosa Evie es la única mujer inmune.

Desde aquí se desarrollará el relato, que ya generó expectativas de antemano: la productora Anonymous Content anunció una serie de televisión basada en él, para el año que viene. Pero hay más...

Las pantallas invadidas

“La torre oscura” es, sin lugar a dudas, la obra más ambiciosa de King, formada por ocho libros, editados de 1982 al 2012. La historia de “El pistolero” (la primera de la saga) llegará a los cines de Estados Unidos en julio de este año, dirigida por Nikolaj Arcel.

Y poco después, el 8 de septiembre se estrenará el remake de “It” (miniserie de 1990 adaptada al filme, inmortalizada por la interpretación de Tim Curry). Aquí el director es nada menos que un argentino, Andrés Muschietti, que ya tuvo una sonada hollywoodense en el 2013 con la película de terror “Mamá”.

También se anunció una nueva entrega de “Los chicos del maíz”, mientras que una adaptación de “El juego de Gerald” está en post-producción, como así también de “1922”.

En la televisión habrá tres series: una basada en “La niebla” (mero proyecto aún), otra en “Mr. Mercedes” (en rodaje) y otra, la más ambiciosa, “Castle Rock”.

El productor J.J. Abrams, que es fan declarado del escritor, está enfocado en esta nueva miniserie para la plataforma de streaming Hulu. Serán, al parecer, diez episodios, una antología de varios relatos que transcurren en Castle Rock, una topología recurrente en King.

Si bien no es la primera miniserie basada en su obra (recordemos “Nightmares and Dreamscapes”, que emitió TNT en el 2006), “Castle Rock” promete ofrecer un interesante cruce de historias y pelos de punta.

El señalador: todo sobre el rey

“Todo sobre Stephen King” del autor argentino Ariel Bosi,  nos descubre a uno de los autores más prolíficos y de mayor éxito de nuestro tiempo.

Una obra llena de curiosidades y material inédito, imprescindible para entender el mundo del escritor que popularizó la pasión por la lectura: los primeros relatos que escribió de niño, sus poesías y sus novelas inacabadas; el viejo ejemplar de Lovecraft que marcó su vida; los objetos más buscados por los coleccionistas, el simbolismo de La Torre Oscura; su infancia en una caravana, con la pobreza siempre acechándole; el abandono de su padre; su personalidad introvertida; el grave accidente que casi acaba con su vida; el asiduo rechazo por parte de las editoriales y, por fin, como un giro del destino, el éxito y el reconocimiento merecidos cuando su mujer rescató de la papelera parte de un manuscrito que él había desechado: Carrie.

Está claro que Bosi es un fan incondicional del protagonista de esta obra. Está claro que sabe contagiar esa pasión. “Si aún no eres un ferviente lector de Stephen King, no te preocupes, esta obra te convertirá en uno”, dice el propio libro. Y esto no es fantasía, si no pura realidad. (Plaza & Janes, 598 págs.)

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