El rock después del rock

El 1 de junio se cumplieron 25 años de la aparición del disco más vendido en la historia del rock nacional: “El amor después del amor”. Por qué, en ventas y no solo en ventas, no habrá ninguno igual.

Leonardo Rearte - leorearte@losandes.com.ar

El 1 de junio se cumplieron 25 años de la aparición del disco más vendido en la historia del rock nacional: “El amor después del amor”, firmado por un tal Fito Páez.

Fue una obra que marcó un hito, en una época signada por el contexto de la (falsa) esperanza de la convertibilidad menemista y la (falsa) sensación de la Argentina “del primer mundo”. Lo cierto es que nunca más un disco grabado en este país logró esos números; superar el millón de copias vendidas. Una producción que tenía como invitados a lo más granado de la escena: Charly García, Luis Alberto Spinetta, Andrés Calamaro, Fabiana Cantilo y hasta Mercedes Sosa asomaban por sus 13 canciones.

A la distancia, caemos en la cuenta que, económicamente, artísticamente y estéticamente, aquel movimiento conocido como rock nacional, tocó su techo en 1992.

Dicho de otro modo, hace dos o tres décadas, nos parecía “normal” tener al alcance de la mano, y del oído, obras como ésta, o “Dynamo” de Soda Stereo, o “Filosofía barata” de Charly, o “Peluson of milk” de Spinetta. Y no. Se trataba de excepcionalidades.

Pude charlar de estos temas con el propio Fito. Precisamente conversamos sobre las excepcionalidades, hace algunos años, en el marco de una entrevista por un show que iba a brindar en Mendoza. Tengo ganas de compartirlo:

-¿Cómo se sobrevive al hecho de haber editado el disco más vendido en la historia del rock nacional, "El amor después del amor"?

-Es un hecho excepcional. A ver, en la vida todo es excepcional. Pero lograr esto es excepcional sobre la media. La verdad que a mí no me hace nada, para serte sincero. Vender o no vender un disco no te cambia la vida. Fue una situación única en la vida y nada más. Antes del “Amor después del amor” mi vida era muy parecida a lo que es ahora. Con un poco menos de plata (suelta la carcajada).

Fito rozó todo un tema. Durante años, varias de las críticas ponzoñosas que curaron de espanto al rosarino se centraron en su éxito instantáneo de los ’90, y cómo éste (el dinero, las chicas... la buena vida, bah) supuestamente habían transformado su música. Tal vez por eso, Páez rebobina el discurso y aclara de inmediato: “No porque ahora tenga mucho dinero, porque por el momento estoy lleno de deudas... Ese disco fue un momento muy especial. Extraño. Pasó algo. Yo pienso que fue un premio que me dio la gente. Me pasé toda la vida escribiendo allí en las habitaciones, con la musiquita, con el piano, con la guitarra y tomándome unos tragos, y metiéndome en los bares, y yendo de un lado a otro. Y creo que la gente después de un tiempo te premia. Te dice, ‘che, está bueno lo que estás haciendo. Te vamos a dar un beso’. Es hasta una situación tribal”.

-¿Extrañás algo de los días previos al "excepcional" suceso?

-No extraño nada. Soy cero nostalgioso. No escucho discos viejos míos. Siempre para adelante. Por supuesto que hay un ojo tácito, silencioso, que convive con lo que está ahí atrás. Si uno es un poco astuto, en ese sentido, sabe que el futuro está en el pasado. Y sobre todo, ya con 45 años, si no lo sabés es que te perdiste algo en la vida. Pero no soy nostalgioso, sé que estoy aquí y ahora. Que tengo que ir a buscar a mis hijos, y tengo que bañar a los dos aquí en mi casa. Hoy estoy con eso.

¿Cuánto cuesta en Argentina ser el dueño de un éxito? Eso quise preguntarle, en aquel entonces, a Fito:

-¿La prensa del rock se ensañó con vos? Es notoria la diferencia que hay con, por ejemplo, Andrés Calamaro, muy elogiado con cada nueva producción. Con vos, como dice un periodista de Clarín, siempre hay peros a la hora del reconocimiento…

-Eso no es un problema mío. Es un problema de quien escribe las notas. Todo eso es un chusmerío ridículo. Ya verá el periodista con su almohada qué le sucede... ¡No lo puedo creer! Ojo, Calamaro es un artista maravilloso. Si vienen loas para Andrés, son bienvenidas.

Stop allí al cassette de la entrevista. Pienso que Calamaro sigue siendo hoy por hoy uno de los rockeros nacido artísticamente en los 80 más convocantes de la escena, junto a Divididos, Las Pelotas y los reyes del show en estadio, La Renga y el Indio Solari (cerca del retiro, ha señalado). Pienso que tampoco hay mucho más. Anoto el título de esta columna: “El rock después del rock”.

Porque “El amor después del amor” marcó a una generación que creía, de alguna manera, en la capacidad del rock para mover ciertas estanterías. Para generar algún cambio, desde el mensaje, desde la estética. Y, suponíamos, había intérpretes capaces de levantar esas banderas. Desde entonces, el género se ha convertido en una caricatura capusottiana. Una muesca graciosa de lo que alguna vez fue un rictus poderoso.

Hace 25 años aparecía el disco más vendido de la historia. Y nosotros no sabíamos que iba a ser el último.

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