El peronismo mutante

El oficialismo atraviesa una crisis de identidad. Cristina se va y todavía es incierto quién será el postulante presidencial. Pérez se acerca a Scioli pero estira la definición para “cotizar” su apoyo.

El peronismo mutante
El peronismo mutante

El peronismo busca su nueva identidad, esa que lo definirá, si vuelve a triunfar en las presidenciales de 2015, al menos hasta el final de la década. Pero no es fácil ese proceso. Debe abandonar la seguridad electoral que le ha brindado el kirchnerismo y buscar un nuevo paraguas protector que le garantice votos y poder, que es en definitiva de lo que se trata para ellos. Lo otro, el rumbo y las políticas públicas, se van acomodando en el camino, como los melones en una carreta.

Claro que este proceso no es fácil. Tal vez, en términos de crisis individuales, se lo podría comparar con el final de la escuela secundaria, ese momento en el que los adolescentes deben olvidarse de la cómoda protección paterna y pensar un futuro, siempre incierto, con más responsabilidades. ¿Y si se equivoca? ¿Si elige mal? Algunos, está claro, lo resuelven más fácil. Otros, no. Analizan los riesgos de un fracaso y también sacan cuentas de los posibles beneficios y perjuicios.

Mientras esto se resuelve, y hasta que el rumbo finalmente se defina, reina la confusión. Y en eso anda el peronismo, que atraviesa por segunda vez en su historia el final de ciclo de un proyecto político y la necesidad de construir la sucesión.

La primera vez fue en 1999, cuando Carlos Menem terminaba diez años de gobierno y, muy a su pesar, debió resignarse a dejar el poder. Eduardo Duhalde, tras dos períodos como gobernador bonaerense, terminó imponiendo una postulación presidencial que Menem resistía, pero que debió aceptar a falta de un candidato propio con peso electoral.

La historia parece repetirse ahora, casi calcada. Cristina Kirchner se va, muy a su pesar también, y se resiste a aceptar que Daniel Scioli, el gobernador bonaerense desde 2007, sea el candidato a sucederla por el oficialismo. El problema para ella es que ninguno de sus leales figura en las encuestas, ni las propias, fuera del rubro “otros”.

Sólo el ministro del Interior, Florencio Randazzo, aparece en las mediciones, aunque lejos. Pero tampoco él es parte del núcleo duro: su discurso a veces se emparenta con el de los Kirchner, pero son los artilugios de un peronista clásico, que termina acomodándose a la corriente.

Este escenario explica que Máximo Kirchner haya salido ayer a reinstalar como alternativa la re-reelección de su madre, pese a que lo impide la Constitución nacional. Más que una estrategia, sonó a un manotazo de ahogado antes de empezar a resignarse a un candidato no deseado.

Esta confusión se nota y mucho abajo, en la tropa, que sabe del fin del ciclo K, y hasta lo aguarda en algunos sectores, pero no termina de entender bien hacia dónde van.

La visita de Scioli del jueves es una buena representación de este momento. En el salón donde se hizo el acto había algunos empresarios, pero predominaban los funcionarios/militantes, de acá y también de Buenos Aires. Las pocas veces que en los discursos se mencionó a Néstor y Cristina Kirchner, hubo fuertes aplausos. Pero los mismos que aplaudieron, avalaron también cuando el bonaerense dijo que viene en la Argentina un tiempo de “más tolerancia y más consenso”, un dardo directo al corazón del estilo K.

El peronismo está mutando. Aunque, por ahora, no se sabe qué saldrá de esto.

Operativo seducción

Scioli vino a Mendoza con un objetivo claro: sumar a sus filas al gobernador Francisco Pérez, que fue “soldado de Cristina” y ya no lo es. El bonaerense tiene claro que mientras más sean los mandatarios provinciales que respalden su candidatura, más difícil será para el kirchnerismo negársela. Esto explica los elogios al mendocino por los “logros” de su gestión. Halagos que sonarían desmedidos para cualquier comprovinciano que los escuche. Pero fueron “caricias” al ego de Pérez y una invitación a sumarse a un proyecto donde, se interpreta de tales palabras, es valorado.

Pérez respondió con una frase que sonó a un sí: “Daniel, contá con nosotros”. Pareció éste el más claro pronunciamiento del Gobernador sobre la interna nacional del oficialismo y en el sciolismo festejaron porque creen que se logró el objetivo. Dicen que su jefe volvió contento a Buenos Aires y ya lo cuenta a Pérez como uno de los suyos. “No puede retroceder”, avisan y se aferran a ese “contá con nosotros” que pronunció.

Pero lo cierto es que no habría que tomarlo como un compromiso público asumido. Algo parecido, aunque quizá con menos contundencia y trascendencia por el contexto, le dijo Pérez a Randazzo cuando hace un tiempo compartieron un acto en la estación Palmira del Belgrano Cargas.

El Gobernador, que sumó el rol de presidente del PJ hace algunas semanas, parece haber vuelto a estar cerca del proyecto de Scioli, luego de un breve coqueteo con Randazzo, con el que tuvo y tiene una buena relación. Pero por ahora no está dispuesto a blanquear su posición, al menos públicamente. “Salvo La Cámpora, todo el peronismo de Mendoza esta más cerca de Daniel”, aclara un funcionario paquista.

Esta indefinición recuerda la “neutralidad” que asumió José Bordón en la mayor interna que el peronismo tuvo en su historia. Él era el gobernador que venía a cambiar con aires renovadores al PJ y nunca se manifestó públicamente ni por Carlos Menem ni por Antonio Cafiero, que en 1988 dirimieron la candidatura presidencial del año siguiente. Pero sí hubo un respaldo privado: “El Pilo mandó a la Naranja a votar por Menem. El Coco López fue el encargado del operativo”, rememora un protagonista de aquellos tiempos.

Pérez, cuentan en su entorno, quiere jugar con los tiempos. Mientras más se haga desear, cree, mejor “cotizará” su apoyo. Y esto es vital para definir el rol que terminará jugando en el armado nacional, mientras se ilusiona con ser candidato a senador nacional y no a diputado, pese al límite que le pone la Constitución provincial (ver página 3), como reveló en una entrevista publicada por Los Andes el domingo pasado.

Está claro que él está lejos de ser el jefe absoluto del PJ provincial, como sí lo es por ejemplo José Luis Gioja en San Juan, pero su respaldo tendrá un alto peso simbólico para Scioli a la hora de contar los “porotos”.

Por eso, algunos de los que están junto al Gobernador le aconsejan que espere, que pise el freno, que no se deje atraer por tanto elogio. Otra analogía con la historia reciente puede servirle de ejemplo: a mediados de los ´90, Rodolfo Gabrielli era el gobernador y Menem lo alejó del bordonismo, que se iba del PJ, para sumarlo a su tropa. Cuentan que para terminar de convencerlo, el entonces presidente le mencionó la candidatura a vicepresidente en 1995. El Rolo cayó y nunca más tuvo noticias de la fórmula, hasta que fue anunciado el nombre de Carlos Ruckauf como segundo del riojano.

Algunos en el Gobierno creen que esta indefinición pública se mantendrá hasta que se acuerde la estrategia provincial. Y así como piensan que lo ideal sería ir con al menos dos candidatos a gobernador en las primarias, también arriesgan que sería bueno, para abarcar a todo el peronismo y a más independientes, que esos postulantes fueran con distintas boletas presidenciales. Lo que se dice, un pie en cada lado, por las dudas.

Todo sea por sumar y tratar de darle pelea a un radicalismo que, como muestra la encuesta publicada en la página 2, tiene hoy a los dirigentes con mayor intención de voto: Alfredo Cornejo y Julio Cobos, el más temido rival electoral.

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