El “modelo agotado” y los empresarios

Lo que engañosamente aparece como la parte “exitosa” del modelo económico K contó con apoyo empresarial, cuando en realidad ya en sus orígenes estaba incubado su fracaso.

El reciente Coloquio de IDEA realizado en Mar del Plata, que reunió lo más representativo del empresariado del país, ha terminado levantando una fuerte polvareda política. Si bien este encuentro estaba destinado a tratar temas de largo plazo, fue ganado por la coyuntura política y económica, con fuertes reclamos de cambios en la política del Gobierno.

Incluso proponiendo a los precandidatos presidenciales firmar un documento, preparado por el Foro de Convergencia Empresaria, que contiene compromisos de políticas para el próximo gobierno.

Se puede sintetizar la posición más crítica bajo el concepto de que “el modelo está agotado”, que estamos en “un fin de ciclo”, que se espera otro tipo de conducción para fin del año próximo.

No todos los empresarios comparten esta posición, en el propio coloquio se vieron diferencias sobre el tema.

El vicepresidente de la UIA, José Urtubey, hermano del gobernador de Salta, dijo que es apresurado hablar de modelo terminado, poniendo como ejemplo los resultados electorales de Brasil, Bolivia y Uruguay. En su opinión, debe mantenerse una fuerte presencia del Estado en la economía.

Del Coloquio y sus coletazos cabe hacer algunas consideraciones. Una es recordar lo ocurrido en este mismo evento en 2005 cuando el empresario supermercadista Alfredo Coto criticó al gobierno advirtiendo sobre la inflación y fue humillado públicamente por el presidente Néstor Kirchner.

Ningún empresario ni Cámara ni autoridad de IDEA se animó a defenderlo. Si excluimos a las entidades agropecuarias, en lucha abierta desde 2008, el silencio empresario sobre el “modelo” ha sido llamativo.

Más aún, no han faltado en estos años aplausos al atril y la política gubernamental. Menos aún se han oído voces empresarias sobre la destrucción institucional que ha implicado la acción del gobierno nacional.

Lo denominada parte “exitosa” del modelo económico no ha sido más que la consecuencia de las medidas atropelladas adoptadas a la caída del gobierno de la Alianza. El default de la deuda pública, “ahorrando” por varios años el pago de su servicio.

La derogación de la convertibilidad monetaria, acompañada de una brutal devaluación de la moneda y de la pesificación asimétrica, expropiación de los depósitos en dólares, que implicó una impresionante transferencia de ingresos de ahorristas y acreedores a deudores.

Estas medidas, en los hechos, produjeron un virtual cierre de las importaciones, favoreciendo en especial a las industrias locales abastecedoras del mercado interno. La devaluación produjo también un fuerte impacto positivo sobre los sectores exportadores.

Las medidas adoptadas, en un contexto económico de larga y profunda recesión iniciada en 1998, con alta capacidad productiva ociosa, impulsó una rápida y visible reactivación de la economía, sin que la devaluación se fuera a los precios.

Todo esto fue aprovechado por Néstor Kirchner, con el beneplácito de los empresarios industriales y de los intelectuales y políticos adictos a la economía cerrada y a la anacrónica sustitución de importaciones.

Así surgió la racionalización de algunos hechos, considerados “los pilares del modelo”. Los famosos superávits gemelos, fiscal y del comercio exterior, y el tipo de cambio alto.

Es fácil advertir, pasada ya más de una década, que esos tres pilares eran resultado casi natural de las medidas tomadas en 2002. El superávit fiscal, que no duró mucho, fue consecuencia del enorme crecimiento de los ingresos públicos, con salarios congelados.

El de comercio exterior, por la devaluación y un cambio rotundo de los términos del intercambio a favor de nuestras exportaciones. El dólar alto duró hasta que recomenzó la inflación en 2006.

Desde el primer gobierno K, la política económica fue en realidad una sucesión de medidas coyunturales, cuyo norte ha sido el aumento del gasto público y la intervención del Estado en la economía.

Progresivamente los pilares se fueron derrumbando, al tipo de cambió alto se lo comió la inflación creciente, negada siempre por el gobierno. Un gasto público imparable pulverizó el superávit fiscal.

También prácticamente ha desaparecido el del comercio exterior. Ahora tenemos una inflación galopante en medio de una recesión económica; un descalabro fiscal y monetario y un sector exportador desalentado y en crisis. En realidad el modelo no está agotado, nunca existió.

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