El fin de la ley de Moore ensancha la brecha entre hardware y software

La visión de todos conectados en todo el mundo todo el tiempo puede ser más un ideal romántico que una realidad futura.

La computación que aprende, la ubicua, la internet de la cosas, conjugada con la robótica, la inteligencia artificial, la biología sintética puede conducirnos a la idea de un mundo donde todos los problemas son resueltos por las tecnologías.

Cientos de miles de ingeniosas aplicaciones -muchas de ellas futuros grandes fracasos- pueden llevarnos a creer que unos pocos años más la mayoría de nuestros problemas serán resueltos por aquellas.

A pesar de la continua vigencia de la ley de Moore, que señala que cada 18 meses se duplica la capacidad de memoria de los chips de computación al tiempo que disminuye su precio, no debe descartarse que la capacidad humana para programar computadoras, teléfonos digitales y demás artefactos inteligentes enfrente serios problemas.

Edsger Dijkstra señalaba “que en el tiempo que no había máquinas, la programación no fue en absoluto un problema, con computadoras poco potentes, la programación devino  en un problema leve, y ahora con computadoras gigantescas, la programación es un problema igualmente gigante.

En este sentido, la industria de la electrónica no ha resuelto un solo problema, sólo los ha creado, ha creado el problema de utilizar”.

Pero será mayor en un futuro cercano, si prestamos atención a la evolución de las grandes computadoras.  La carrera chino-estadounidense no debe reducirse al “cabeza a cabeza” de las Thiane de la  China’s National University of Defense Technology con las Titan en Oak Ridge National Laboratory en USA. Actualmente el podio lo ocupa la Thiane 2, con un rendimiento de 33.860.billones de operaciones de coma flotante por segundo (petaflops).

Un FLOP se refiere a la cantidad de operaciones de puntos flotantes por segundo, un teraflop supone un billón de   operaciones por segundo, un petaflop son mil teraflops.

El tiempo en que cada una de ellas encabeza  el lote hasta ser superada se ha ido acortando,  y hoy difícilmente puede sostenerse por más de dos años. Pero no se compite sólo por la corona, las supercomputadores se empleaban en la  investigación de armas nucleares, pero ahora se aplican a la investigación avanzada sobre  drogas y la naturaleza de la enfermedad, o a la búsqueda de nuevas fuentes de energía.

Pero hoy surge la Sunway Taihu Light,  como la más rápida del mundo, alcanzando 93 petaflops de poder de procesamiento - casi tres veces más potente que el anterior récord de la Tianhe-2. Es también China pero  no  depende de ninguna tecnología occidental para procesamiento. Su  sistema de 40.960 nodos es impulsado en su totalidad por procesadores chinos. Está diseñada para usarla en ingeniería e investigación, incluyendo el clima, el tiempo, ciencias de la vida, manufactura avanzada y análisis de datos.

Frente a ello el presidente Obama firmó hace pocos meses una orden ejecutiva creando  la Iniciativa Estratégica Nacional de Computación, con el objetivo de alcanzar un sistema exaescala que pueda alcanzar 1.000 petaflops  de cálculos por segundo, un trillón de cálculos por segundos, en números unidad seguida de 18 ceros. Esto es una velocidad de procesamiento 100 veces superior a  la Sunway Taihu Light. Se espera que la colaboración de muchos departamentos gubernamentales y empresas que investigan sobre el tema, pueda tenerla  lista para 2025. Pero las aplicaciones de estas supercomputadoras nos enfrentan al procesamiento y manejo de los grandes datos, que crece exponencialmente alimentado principalmente por la genómica.

Pero, así como la capacidad de comprensión del cosmos depende –aunque no sólo-  de la capacidad instrumental del telescopio, o la del nano mundo de microscopios de barrido electrónico,  entender el mundo digital requiere de supercomputadoras y súper programadores.  Con el riesgo de que la investigación futura quede en manos de las máquinas y los sistemas de inteligencia artificial.

Internet es la infraestructura crítica del mundo digital pero además es un modelo económico mediante el cual la estructura de la red confiere todo el poder quienes posean  el ordenador más potente.

Esto nos enfrenta al menos a dos escenarios contrastantes.  Si solo proyectamos las tendencias actuales, quedaríamos  buscando soluciones con tecnología muy débil, lo que equivale a condenarnos a un rol de mero comprador de las tecnologías que China y los EE.UU. vayan descartando por obsoletas.  Si procuramos programar con computadoras de alto rendimiento, solo podríamos hacerlo como mano de obra “barata” de grandes corporaciones.

Es preciso pensar un rediseño radical de Internet para facilitar el desarrollo de toda la potencialidad de los programadores independientes que pueden quedar excluidos  de este crecimiento exponencial  de la súper-computación. Y la riqueza de la información que todos los humanos, como usuarios, generamos y que  todas las cosas aportan mediante la IoT, sea accedida como recurso natural abundante, por quienes monopolizan las mayores capacidades de procesamiento.

Es común no entender exactamente a que se refieren los grandes números, en el coloquial lenguaje de “Minguito” diría que “se igual”, pero lo cierto es que no lo es.  Si no se entiende el orden de magnitud que este crecimiento representa y que su aceleración  exponencial terminará definitivamente con el prolongado reinado de la Ley de Moore, nos veremos cómo los  Amish del mundo del futuro.

Las opiniones vertidas en este espacio no necesariamente coinciden con la línea editorial de diario Los Andes.

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