El delincuente hospitalizado arregló su fuga por celular

Declaró el remisero que trasladó a los acusados de la muerte del policía en el Perrupato. Además, se conoció que en el hospital había pocas medidas de seguridad.

El delincuente hospitalizado  arregló su fuga por celular

El remisero que en febrero de 2015 trasladó a los asesinos del policía Jonathan Funes (25), muerto de un tiro en la habitación 34 del hospital Perrupato, declaró como testigo protegido y comprometió a los cuatro imputados que tiene el caso: Javier Carnevalini (42), José Bustos Silva (49), Jordan 'Poroto' Tapia (23) y su hermano, Cristian 'Pirincho' Tapia (35), este último el delincuente internado bajo la custodia del policía Funes, que fue rescatado a sangre y fuego.

En una jornada larga en la que salió a la luz la escasa seguridad en el Perrupato para custodiar a un delincuente internado, el remisero dijo que ese 14 de febrero hizo de chofer de los asesinos, declaró sin la presencia de los imputados ni del público ni la prensa, que fueron desalojados de la sala.

De todos modos, trascendió que el día del crimen, el remisero -de apellido Coria- fue contratado por 'Poroto' Tapia para ir a ver a su hermano al Perrupato, un viaje que ya habían hecho días previos; ese día también subió al auto un hombre "de apellido italiano", según recordó Coria, que después sería identificado como Carnevalini.

Los tres viajaron desde el barrio Tres Estrellas de Godoy Cruz, hasta el Perrupato, donde el remisero los dejó por la entrada de la guardia.

Poco tiempo después volvieron al auto quienes luego serían identificados como José Bustos Silva, 'Pirincho' Tapia y Javier Carnevalini, a los que se les sumó Jordán Tapia, hermano menor del delincuente internado.

El remisero los llevó unas cuadras en su Honda Civic y los dejó (posiblemente en alguna calle del barrio San Pedro) donde el grupo se subió a otro vehículo.

Más tarde, Coria entendió la gravedad de lo que había ocurrido, lo habló con su hermano y terminó por contarle la historia a la Policía, para luego identificar a los imputados del caso.

Coria ingresó al Programa de Testigo Protegido, vendió su casa, del mismo barrio que los detenidos, y cambió de domicilio.

En la jornada declararon 15 testigos y quedó en evidencia la ineficaz seguridad en el hospital.

Primero: pese a ser un delincuente operado, "Pirincho" Tapia recibía visitas y tenía un celular, con el que hablaba y mandaba mensajes desde la sala 34; lo confirmó Claudio Ferreira, internado en la cama vecina.

Segundo: minutos antes de que mataran a Funes, Tapia le pidió al policía que le sacara las esposas para ir al baño. Para el fiscal Mariano Carabajal es claro que Tapia se comunicaba por teléfono con quienes planeaban rescatarlo. El fiscal tiene para sí que los imputados hicieron trabajo previo de inteligencia y que ese día se repartieron las tareas: "Sabía la hora aproximada en la que lo iban a sacar".

Cerca de las 14.30, un hombre, cuya descripción coincide con la de Carnevalini, entró a la habitación 34 y sin dar tiempo a nada, disparó sobre Funes a menos de un metro, luego salió y detrás escapó Pirincho Tapia: "No se mostró sorprendido, solo salió caminando", dijo un testigo.

Tercero: Funes dejaba esa guardia a las 15 y ya se había quitado su chaleco antibalas.

Cuarto: no hay cámaras de seguridad que cubran la huida por los pasillos que hicieron Tapia y el asesino de Funes y la que existe apunta en otra dirección.

Quinto: pese a existir un vigilante responsable de la Guardia, con un libro del movimiento de personas que ingresan fuera del horario de visita, el matador de Funes no quedó registrado y así lo admitió Fabián García, el portero de la Guardia.

Sexto: hay un policía en la Guardia pero se encarga de tareas judiciales y a la hora en la que mataban a Funes, el oficial César Ibáñez estaba en otro sector esperando la llegada de la ambulancia con un accidentado.

Séptimo: cuando Ibáñez se enteró de lo sucedido trató de comunicar la novedad de manera urgente pero no pudo: "El botón de pánico de la radio, con el que uno avisa este tipo de urgencias, no funcionaba y tuve que esperar a entrar en frecuencia para comunicar lo que estaba pasando", dijo Ibáñez.

En medio de un fuerte operativo policial hoy sigue el debate, presidido por Viviana Morici más los jueces María Sierra y Armando Martínez; los cuatro acusados arriesgan condenas a prisión perpetua.

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