El brancatelismo

Se me ocurre denominar “brancatelismo” a un sistema generalizado dentro del 20% de la población del país, unos ocho millones de personas, que aceptan y justifican todas las acciones de CFK durante sus ocho años de gobierno. El nombre proviene de Guido Brancatelli, periodista deportivo, panelista del programa televisivo “Intratables” y fanático militante de Cristina. Carece de argumentos y, a veces, de conocimientos en todos los temas que se tratan; nunca replica con fundamentos a sus interlocutores y su función específica es transformar a su admirada Cristina en un fetiche iconoclástico “amada” por “todo el pueblo argentino” según su muy particular punto de vista que no compartimos 32 millones. No hay nada en ella que él critique como negativo, y cuando se ve apabullado por los hechos visibles y tangibles, como los casi cinco millones de dólares de la caja de seguridad bancaria de Florencia, de ¿propiedad? de Cristina pero simulando que son de su hija para eludir un embargo de la Justicia, o el aumento de 1.200% de su patrimonio desde 2003 solo habiendo ocupado cargos públicos, se evade velozmente sin responder nada. Cuando se le pregunta qué piensa sobre las vinculaciones societarias y delictuales de la señora con Lázaro Báez, los alquileres millonarios de los hoteles como presuntos retornos, los fondos en el exterior, los delitos de De Vido y tantos otros ex funcionarios de Cristina, con presuntos beneficios directos o indirectos para ella, contesta automáticamente que se atiene al principio constitucional de inocencia, ignorando que este es para ser respetado únicamente por los jueces antes de dictar sentencias penales. Para el pueblo rige la libertad de prensa y expresión con responsabilidad por lo que se expresa. En suma, los brancatelistas actúan contra toda lógica prescindiendo de principios morales elementales.

Contra toda lógica

La lógica es la ciencia que trata de las leyes, modos y formas del razonamiento. En todo pensamiento lógico hay una cadena de acontecimientos concordantes que unen un principio con un fin adecuado y racional. Es ilógico todo lo que atenta y viola estos principios adecuados. Cristina utilizó sus dos mandatos para enriquecerse en forma obscena con los bienes del Estado que los sustrajo a 40 millones de habitantes, dejando 12 millones de pobres, un Estado quebrado, sin reservas, con obras públicas inconclusas o directamente no realizadas pero sí pagadas íntegramente a Báez para posibilitar los retornos cuantiosos, un norte argentino y pueblos originarios ignorados y una economía liquidada. El Indec reconstruido certifica que todo esto es verdadero. Negar o ignorar estas verdades tangibles más allá de toda prueba judicial es actuar contra una elemental secuencia lógica. Pues el brancatelismo las niega y los menos informados las ignoran.

Ausencia de moral

Moral es la ciencia que trata de la bondad o malicia de las acciones humanas. En los ocho años de cristinismo, la moral estuvo ausente del gobierno, fue amoral y, en ocasiones, decididamente inmoral, actuando en contra el bien público común. El brancatelismo que justifica todas las inmoralidades del gobierno anterior se mimetiza con ellas y actúa en forma amoral e inmoral.

"Nos adherimos a las políticas de Cristina y no a los delitos"

Los K un poco más escrupulosos y avergonzados por tantos delitos y aberraciones evidentes de Cristina y Néstor, repiten la frase que precede. Me pregunto ¿es posible escindir las políticas de los delitos e inmoralidades? Definitivamente no. Resta cuestionar ¿cuáles fueron las maravillosas políticas de los K que suscitaron tanta admiración entre sus seguidores, fanáticos o no? De las decenas, casi cientos de procesos que tramitan en Comodoro PY, algunos con condenas, varios con autos de procesamiento y prisiones preventivas, podría deducirse que gobernaron solo para ellos en contra de “los otros” que éramos nosotros sus “enemigos”; crearon la “grieta” que dividió dolorosamente a los argentinos; trajeron el odio al país; robaron cuanto más pudieron, estafaron, defraudaron, fue una cleptocracia plutócrata, cuando supuestamente debía ser un gobierno nacional y popular; la educación en sus tres niveles fue relegada al olvido; no se construyeron rutas ni se hizo nada por la infraestructura del país; se dejó un 32% de pobres en doce años de gobierno; se dejó al país sin brújula al destruir el Indec y con él las estadísticas nacionales; se consumieron casi todas las reservas del BCRA, 50 mil millones de dólares; se paralizó la exportación e importación y, con ellas, el ingreso de dólares al Estado; ante la fuga de capitales se implementó el cepo cambiario con los enormes daños subsiguientes; se asfixiaron financieramente las provincias y se produjo la quiebra de las economías regionales; se liquidaron 12  millones de cabezas de ganado y se cerraron cinco mil tambos; se liquidó la industria agrícola ganadera; se inutilizó la financiación barata del FMI sustituyéndola por la usurera de Venezuela y se canceló la deuda del Club de París sin beneficio alguno para el país; se instauró el populismo de Laclau y Muffe sustituyendo las instituciones democráticas por la “voluntad popular” y la demagogia; se aisló al país y solo se establecieron relaciones carnales con Cuba, Ecuador y Venezuela, etc.

El brancatelismo, con su falta total de autocrítica, le hace mucho daño al país y a sus instituciones. No permite cerrar la grieta ni concentrarnos en un proyecto futuro de bien común. Acrecienta el odio entre nosotros y los otros e implementa una oposición destructiva y destituyente. Es posible que una vez que se dicten prisiones y condenas efectivas, el brancatelismo se diluya hasta desaparecer. Entonces sí habrá futuro para el país y los argentinos retornaremos al liderazgo sudamericano que nunca debimos perder.

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