El arte de la fuga, Luis Sagasti

La literatura para chicos constituye un campo en torno al cual se han establecido muchas controversias, en cuanto a su estatuto estético y en relación con su “finalidad”.

Pero existe un repertorio de libros que proponen un camino de exploración y descubrimiento del mundo a través de la experimentación y que, en virtud de su grado de elaboración y del desafío que implican para sus lectores, enseñan a leer literatura.

Éste es el caso de “El arte de la fuga”, de Luis Sagasti, cuento que narra la historia de un grupo de figuras musicales que escapan del pentagrama para no ser “ejecutadas” y salvar la vida. Juntas deciden practicar una fuga y, a partir de ese momento, comienzan un viaje a lo largo del cual, en su afán por evitar el destino fatal de ser ejecutadas, recorren la historia de la música.

Este recorrido articula tiempos, espacios y géneros diversos. La música aparece no sólo como producto sino como producción, como emergencia de determinadas condiciones. Las figuras de las partituras a las que accidentalmente arriban los personajes son las que dan a conocer cierta información que funciona, a la vez, como guiño para el lector y como invitación a indagar sobre el contexto.

¿Cuáles son las condiciones de posibilidad del arte? ¿Qué situaciones históricas permiten la emergencia de un determinado estilo? ¿Cuáles son los “rituales” de los que forman parte las composiciones? ¿Qué relaciones existen entre el arte consagrado y el arte popular? El texto nos invita a interrogarnos sobre estas cuestiones a través de referencias que operan como hilos de un tejido a deconstruir.

“El arte de la fuga”, además, problematiza los propios códigos con los que trabaja. Por un lado explora la posibilidad de diálogo entre las artes a partir de la coexistencia y la superposición del lenguaje verbal, musical y plástico: el texto ilustrado viene acompañado de un CD con las melodías del viaje.

Por el otro, explora las posibilidades de transcodificación, de traducción de un código a otro, y problematiza los límites de expresión de cada lenguaje: ¿cómo decir la música con palabras? Si es verdad que, como afirmaba Borges, la música es intraducible, Sagasti parece bucear en las posibilidades de recrear sus efectos.

Los personajes se ven empujados a emprender su fuga a partir de un problema de interpretación. Pero más allá de constituir un recurso de juego verbal, el problema de la ejecución de la música plantea una paradoja que se presenta sin resolución en el texto: ¿es el momento de la interpretación de la obra el de su “muerte”?

La opción por la fuga de los personajes es una rebelión contra esa determinación, una búsqueda de construcción de una identidad que no surge de una voluntad externa sino de una autodeterminación. La historia de los héroes es el punto de fuga en el que todo converge y es, a la vez, una apuesta por la búsqueda de la identidad. Una apuesta, en fin, por la libertad.

Luis Sagasti, "El arte de la fuga", Ediciones Treintayseis, 2016, 32 págs.

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